03/04/2018
No tenía adónde ir

No tenían adonde ir ni adonde acudir, sin embargo, la gracia les abrió camino.

Permítame decir esto, mi amigo pecador. Quizás Ud. está aquí en esta mañana como una prostituta; puede ser que Ud. esta aquí en esta mañana siendo un mujeriego; tal vez Ud. sea un borracho, o un jugador, o un asesino. Puede ser que Ud. esté aquí siendo un esposo infiel, o una esposa infiel. Puede ser que Ud. sea el más vil pecador. Ud. dirá: “Estoy más allá de la redención”. No, no es así, de otra manera Ud. no estaría en la iglesia en esta mañana. La gracia le abrirá camino en esta hora tan oscura si solamente lo acepta.

El mensaje de gracia (61-0827)

No importa cuánto nos descarriemos del camino de Dios ni qué tan oscura se torne nuestra vida; la gracia de Jesucristo es más que capaz de restaurarnos. El testimonio de esta hermana nos demuestra que siempre y cuando en nuestro corazón persista el deseo de regresar a Dios, entonces Él nos recibirá con los brazos abiertos. ¿Dónde encontró ella su fuerza? ¡En la Palabra!

No sé a quién pueda ayudar, pero quiero compartir mi testimonio.

Fui criada por padres Cristianos y siempre supe que esta Palabra estaba correcta. Sin embargo, me extravié por un camino muy oscuro. Me casé con un incrédulo y, poco después, se desató una catástrofe.

Terminé siendo madre soltera y sintiéndome muy sola. Mi situación no era agradable en lo absoluto, así que me pareció conveniente que mis padres cuidaran a mi hijo hasta que yo pudiera hacerlo apropiadamente y ellos me ayudaron con gusto.

Acabé consumiendo drogas fuertes y alcohol. Durante ese tiempo, conseguí un novio y mi vida solo fue cuesta abajo. Algunas noches decidía conducir hasta donde mis padres y pasar la noche allá. Siempre me acogieron amablemente. Esas noches permanecía sobria.

Recuerdo que en algunos de esos viajes colocaba una cinta en mi celular, pues era la única Luz que conocía. Solía orar para que Dios me diera otra oportunidad de servirle y criar a mi hijo.

Los meses pasaron y, en la noche previa al Día de las Madres del 2017, mi novio murió de una sobredosis. Eso me afectó demasiado y mi alcoholismo empeoró. Dejé de consumir drogas debido al odio que desarrollé hacia estas. No obstante, me estaba matando de tanto tomar. No quiero entrar en detalles; pero, sin exagerar, alguien de mi estatura seguramente estaría muerto con la forma en que abusé de mi cuerpo.

Como seis meses después de su muerte, me mudé a Arkansas. Compré un boleto de ida y vuelta y oré que, si era la voluntad de Dios que me quedara, me abriera las puertas; de lo contrario regresaría a casa. Él me ayudó hasta el punto de darme un auto, una casa con buena ubicación y alquiler económico, un compañero de cuarto Cristiano y un trabajo; ¡todo en el transcurso de dos semanas!

Seguía luchando un poco con la bebida, pero lograba estar estable; era una alcohólica funcional. Bebía lo suficiente para no sentirme enferma ni embriagarme. Sin embargo, algunas noches sí tomaba hasta quedarme dormida, cuando mi hijo estaba con su papá, que se había mudado a Texarkana (a la casa de un familiar) luego de separarnos. 

Apenas sé cómo explicar esta parte. No hacía nada más que decirle a Dios que no quería ser parte de este mundo. Sabía que sin Dios no podía dejar de beber ni lograr nada más y que solo podía alimentarme de la Palabra. A pesar de mi vida, empecé a hacer eso diariamente. Cuando menos lo pensé, ¡el deseo de beber, fumar cigarrillos y demás desapareció por completo!

Fue un milagro; para mí era físicamente imposible lograr eso. Poco después, alguien me ofreció alcohol. ¡Ni siquiera me interesó! En la víspera de Año Nuevo, estaba sola con mi hijo en casa y empecé a entristecerme; entonces me sobrevino el pensamiento: “Esto lo sobrellevarías mejor si tomaras”.

En cuanto ese pensamiento los asalte, resistid al diablo y él HUIRÁ de vosotros. Golpéenlo con la Palabra; eso fue lo que hice. ¿Saben qué pasó? ¡Huyó! ¡Que se quede con su caja de serpientes!

Esta solo es una parte de la historia, pues procuré que fuera breve. Ahora me esfuerzo al máximo por servir a Dios y criar a mi hijo. ¡Él me proveyó dos trabajos! Además, a mi esposo le va excelente en Texarkana y creo que él es de Dios. Seguimos casados legalmente y todo es posible. Confío en que esto ayude a alguien. Gracias, VGR, ¡por facilitar el acceso a la Palabra de Dios!

Dios los bendiga,