25/05/2018
Todo está bien

Quédese con la Palabra. Y esa Palabra es Vida. Y cada vez que reciba la Palabra, Ud. recibe Vida. Acéptela en su corazón y crea que es su posesión. Cada promesa es suya.

A Él oíd (60-0712)

Este no solamente es un testimonio inspirador de la infalible presencia de Dios en la vida de un creyente, sino también una prueba de lo que sucede cuando le pedimos al Gran Médico que intervenga en la situación.

El jueves, 22 de febrero, a las 3:00 a. m., nuestro bebé de cinco semanas, Leo Judah, se despertó alterado porque no podía respirar bien.

Se le escuchaba muy congestionado. Traté de despejarle las vías nasales, pero no salía nada. En todo el día no pudo dormir y tampoco pude amamantarlo, pues no podía respirar al mismo tiempo. Además, lloró casi todo el día.

Le coloqué un paño de oración y oré a nuestro Padre Celestial para que interviniera.

Con mi esposo, Leo, escuchamos el mensaje LA FE DE ABRAHAM (59-0424A) la noche anterior, sin saber que nuestra fe sería probada en la madrugada del día siguiente.

Cuando mi esposo llegó de trabajar, de inmediato lo acomodamos en el asiento infantil del carro, pues en ese momento estaba muy afligido por la dificultad para respirar y, repetidas veces, dejaba de respirar por algunos segundos.

Permaneció afectado hasta que llegamos a la sala de urgencias del hospital Clark Memorial, donde lo examinaron de inmediato.

Mientras chequeaban sus signos vitales y lo monitorizaban, de repente empezó a respirar normalmente. Cesó de llorar y se calmó bastante, observando la habitación acostado boca arriba.

Mi esposo y yo nos asombramos, ya que durante todo el día no pudimos acostarlo de espaldas porque dejaba de respirar. Fue entonces cuando se manifestó el poder sanador de Dios en la habitación y ambos sentimos Sus brazos de amor y protección cobijándonos.

El médico entró y dijo que harían varios exámenes de enfermedades respiratorias y revisarían sus niveles de glóbulos blancos. Recibimos los resultados esa noche y, como ya lo sabíamos, TODO ESTABA BIEN.

Todos los exámenes salieron negativos y el doctor comentó que era el bebé más saludable que había visto.

Nos indicó que le dejáramos un vaporizador en la habitación y eso fue todo. Llegamos a casa y está durmiendo mejor que antes.

Le damos toda la Gloria a Dios y le agradecemos por Su misericordia para con nosotros.

La Hermana Keila