La República de Moldavia se encuentra entre Rumania y Ucrania y se considera uno de los países más pobres de Europa. Tiene una Renta Nacional Bruta de aproximadamente 300 euros por mes y un PID per cápita casi igual al de Zambia.
Dado que, desde nuestra oficina de Europa, ya se han distribuido las Tabletas Agapao en muchos países europeos, estábamos planeando un viaje a esta región remota, ubicada en el extremo oriental de este continente de Europa.
Se habla principalmente rumano, como también ruso. Rara vez se escucha de Moldavia en las noticias y con razón muchos desconocen la existencia de este país. En el transcurso de los años, nuestra oficina de VGR de San Petersburgo, Rusia, ha suplido el Mensaje a nuestros creyentes que hablan ruso y lo mismo ha hecho nuestra oficina de Rumania con los creyentes que hablan rumano.
Como la oficina de VGR de Rusia ya había contactado con los creyentes rusos de este país y estaba enviando las tabletas en ruso a su oficina, tuvimos que asegurarnos de proveer tabletas a nuestras familias que hablan rumano.
Debido a que el brote del Coronavirus provocó el cierre de varias zonas de Europa, sabíamos que teníamos que actuar rápido antes de que implementaran más restricciones en los envíos por barco o avión. El virus podría obrar a nuestro favor. Debido al aumento de seguridad en cuanto a la salud, los agentes de aduana quizás no se fijarían en nuestras maletas llenas de tabletas. ¡Sabíamos que el Señor nos abriría camino! Yo acababa de leer todos los capítulos sobre David, cuando enfrentó a Goliat y todo terminó con cinco piedras, FE [F-A-I-T-H en inglés]. Esto, sin duda, me infundió mucho ánimo.
Nos esforzamos al máximo para diseñar un plan, ya fuera entregar personalmente las tabletas en las casas de los creyentes mientras estábamos de visita o enviarlas por correo desde nuestra oficina. Contactamos a un hermano, el cual pudo conseguir las direcciones de algunas casas y el contacto de un pastor local.
Así que viajamos a Moldavia en avión y recogimos nuestro equipaje al llegar aeropuerto de Chisinau. Como Moldavia no pertenece a la Unión Europea (UE), tiene reglas más estrictas que en otros países de la UE. Noté que había un segundo punto de control, donde todos los pasajeros tenían que colocar su equipaje en otra cinta trasportadora para que lo examinaran de nuevo, antes de salir del aeropuerto. Simplemente nos dirigimos a otra salida sin hacer contacto visual y milagrosamente logramos salir de la aduana sin una revisión. Solo fue la mano del Dios todopoderoso que nos ayudó a atravesar estas barreras.
Me entristece decir que cuando el Señor nos ayudó a salir de la aduana, encontramos obstáculos por parte de algunos hermanos. Sin embargo, el Señor nos acompañaba y Él nos proveyó un camino para entregar el Mensaje a la gente.
Le pregunté al Señor: “¿A dónde vamos ahora?”. Muchos pensamientos me sobrevinieron: “Si no podemos llevarnos bien aquí en la tierra, ¿cómo será en el Cielo?”. No creo que este hermano fuera consciente de los sacrificios que hacen los creyentes alrededor del mundo para ayudar a patrocinar estas tabletas y de todos los riesgos que estábamos dispuestos a asumir para dejarlas frente a su puerta.
No planeaba quedarme en el aeropuerto y empecé a pensar en la historia de cuando el avión del Hermano Branham aterrizó en Memphis y él no sabía a dónde ir. Solo empezó a caminar esperando que el Señor lo dirigiera hacia la persona que estaba esperándolo en su puerta desde la madrugada.
¿Se pueden imaginar cómo me sentí? Llevo más de 25 años viajando y distribuyendo material del Mensaje y he cruzado muchas fronteras con camiones cargados de casetes y libros, pero nunca había vivido una situación así.
Recordé los miles de kilómetros que hemos tenido que manejar y las veces que llegábamos a las 2:00 o 3:00 de la madrugada debido a las largas horas de espera en las fronteras; toda mi familia —mi esposa y mis tres hijos pequeños— en la camioneta, cansados y agotados del viaje. Sin embargo, la gente siempre se alegraba porque habíamos logrado pasar las antiguas fronteras comunistas con todo el material del Mensaje. En cada viaje que hicimos en esa época, los creyentes esperaban con ansias nuestra llegada para recibir los nuevos mensajes disponibles y recuerdo que, sin importar el esfuerzo, querían cada mensaje nuevo lo mas pronto posible. ¡Había mucha hambre por la Palabra de Dios!
Me puse a meditar en que ahora, 25 años después contamos con nuevos dispositivos que hacen que todo sea mucho más fácil y solo tenemos que venir una vez. No hay necesidad de regresar a traer más libros y cintas; pues las Tabletas descargan las traducciones automáticamente, lo único que requieren es conectarse a internet o a otra tableta. ¡Les proporciona todo lo que está disponible en su idioma!
Mientras esperábamos en el aeropuerto con todas las tabletas, ¡supe que de alguna manera el Señor nos concedería otro milagro! Terminamos dándole una tableta al hermano que no quería que distribuyéramos tabletas. Él también llevó una para su madre y su hermana.
Entonces empezamos rápidamente con las pocas direcciones que teníamos. Visitamos sus casas personalmente. Cada familia que visitamos nos brindó una afectuosa bienvenida y casi todas las familias nos contaron de otros creyentes de los que no sabíamos nada. Terminamos reuniéndonos con creyentes que jamás habríamos conocido en la vida si hubiéramos seguido con nuestro plan original. Rápidamente visitamos pueblo tras pueblo para llevar las tabletas Agapao y los creyentes las recibieron con el corazón lleno de gozo.
¡Agradecemos a nuestro Padre Celestial por abrirnos las puertas cuando parecía que no había salida y verdaderamente ALABAMOS AL SEÑOR por todo lo que hizo para llevar estos preciosos regalos a la simiente predestinada de Dios!
El Hermano Gerald Buitenkamp
Oficina de VGR de Europa