23/04/2019
Diversas pruebas

2Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,

3sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

4Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Santiago 1:2-5

La Biblia nos enseña que todos somos probados y que esas pruebas moldean nuestro carácter en la persona que Dios quiere que seamos. Independientemente de que se trate de un adolescente con luchas, un recién convertido o un veterano con cicatrices de batalla del Evangelio, pueden tener la certeza de que sus pruebas no han concluido; permanecerán hasta el día que se encuentren con el Señor Jesús.

Esta joven tiene un testimonio que sin duda bendecirá a miles de creyentes alrededor del mundo. No, ella no sanó de una enfermedad terrible ni fue restaurada luego de caer en pecado; sencillamente superó tentaciones que muchos enfrentamos hoy en día y entonces el Señor restauró el gozo de su salvación.

Hermana, quizá no conozcamos su nombre, pero su testimonio habla directo al corazón de miles. Gracias por compartir estas palabras de aliento.

Recibí el Espíritu Santo en el 2011 en el primer campamento de Still Waters de los más jóvenes. Desde entonces, mi vida nunca ha vuelto a ser la misma.

Yo era muy joven, pero durante la adolescencia, el Señor me mantuvo alejada del mundo. He escuchado a jóvenes decir que no tienen un testimonio porque nunca han estado en el mundo. ¡Eso ES un testimonio! ¡Nunca permitan que el diablo les diga eso!

En el transcurso de los años, el Señor me ha pedido renunciar a muchas cosas que amaba por Él, incluida mi iglesia, miembros de la familia y amigos que verdaderamente apreciaba; no obstante, el Señor me proveyó una iglesia. Escuché la transmisión del servicio del Tabernáculo con mi familia, oí las cintas y visité Jeffersonville lo más que pude. El Señor me envió una familia: maravillosos hermanos y hermanas en Cristo. El Señor me dio un esposo que cree este Mensaje con todo su corazón.

Cuando me casé, me mudé a 4800 kilómetros de mi casa y fue todo un cambio. Empecé a sentir ansiedad porque todo era desconocido para mí. Dejé de escuchar las Cintas y empecé a escuchar al diablo. Era sutil, per acepté la ansiedad. Apenas salía de mi casa. No podía ir sola a la tienda. Empezaba a llorar en público y sufría de ataques de pánico en mi propia casa. El diablo me dijo que estaba sola y que mi familia y amigos que vivían muy lejos me habían olvidado. Le creí. Mi relación con mi padre pudo ser mejor y el diablo me lo recordaba todo el tiempo. Satanás trató de ponerme en contra de mi esposo al decirme que él me dejaría a mí y al Mensaje también.

Ese diablo intentó decirme que tenía un problema femenino, quizá cáncer. Así que fui a ver un médico, pero los resultados salieron normales. ¡Qué mentiroso! Intentó marcarme con ansiedad y depresión y también trató de convencerme de que tenía un desorden de personalidad, lo cual, según los médicos, era algo que jamás podría superar y tenía que aprender a vivir con eso. El diablo me decía que me lastimara o acabara conmigo. Mi esposo temía dejarme sola, pues en ocasiones obedecía esos pensamientos.

El diablo me dijo que había cometido el PECADO IMPERDONABLE, por lo que ¡sentí que no tenía esperanza! Me siento muy avergonzada, pero ¡el diablo los guía a este punto si lo escuchan! Con mi esposo empezamos a buscar un psiquiatra que pudiera ayudarme. No podía levantarme en las mañanas, a pesar de que tampoco pudiera dormir. Pasaba días sin comer. Vivía sumergida en una CRISIS NERVIOSA. La voz del diablo permanecía constante y pasaba tanto tiempo sola que en el transcurso del día intenté ahogarla escuchando música o viendo películas como sonido de fondo.

En ocasiones el tiempo en pantalla marcaba ocho horas o más en un solo día. ¡Me siento tan avergonzada de escuchar a ese diablo! Esta situación se prolongó meses; pero, un día, me desesperé y pensé: “Ya no me queda gozo”. Entonces recordé algo que me comentó el Hermano Joseph en mi primer campamento: “¿Sientes ese gozo? ¡Nunca permitas que el diablo te lo arrebate!”. Algo me sacudió.

Vaya, me había alejado tanto de Dios sin siquiera darme cuenta. ¡Dejé que el diablo me arrebatara mi gozo! Entonces lo supe: ¡necesitaba escuchar esa Voz! Al principio fue difícil. Recuerdo que el Hermano Joseph dijo que, si uno le dedica cinco minutos a Dios, Él los aceptará.

Así que empecé y al cabo de cinco minutos, seguía hambrienta. Seguí escuchando y buscando más. En una de las cintas que escuché ese día, el Hermano Branham estaba orando por la gente, y lo oí decir algo que de inmediato me llamó la atención.

Oh, bondadoso Padre celestial, que lo sabes todo, que Él... Es un—es el... Su fe la ha salvado, señora. Es Ud. allí frotándose los ojos llorosos. Ha sufrido un ataque de nervios y Satanás le ha dicho una mentira. Satanás le ha dicho que usted ha cometido el pecado imperdonable y que no puede ser perdonada. Sus pecados le son perdonados, hermana. Jesucristo la sana. Pónganse de pie y acéptelo ahora, como bendición de Dios. Levante sus manos y pónganse de pie y glorifíquelo.

Una experiencia personal con Dios (54-0724)

Me conmoví demasiado. ¡Eso era para MÍ! ¡Lo acepté como MÍO! Me aferré a eso y lo apliqué a mi situación. ¡No voy a desistir! Durante seis semanas he escuchado al menos una cinta diaria.

Las cintas reemplazaron las películas y la música, y mi tiempo en pantalla no disminuyó, es más, ¡ahora son 8 horas o más de Mensajes! El Señor me ha liberado de tanto que no puedo llevar la cuenta.

Todos los síntomas que tenía desaparecieron. Creo que Él me ha liberado de cosas de las que aún no me he percatado. He estado orando y leyendo la Biblia diariamente, lo cual parecía muy difícil hace unos meses.

La vez pasada, con mi padre entablamos nuestra primera conversación en años, y giró en torno al

Mensaje. Hace un momento, empecé a orar y llorar por alguien que antes no soportaba. ¡Si escuchan a Dios, Él los guiará a este punto! Oh, ¡nada es imposible para Dios! ¡Ni la depresión, la ansiedad, el miedo ni el odio! ¡Nada es imposible para Dios! Ciertamente, si ponen a Dios primero, Él se encargará de lo demás.

¡Él aleja esa desagradable oscuridad de ustedes y la reemplaza con un gozo inexplicable! ¡Me siento tan feliz!

¡Estoy rebosando! ¡Una hermana en Cristo muy, muy feliz!

Anónimo