11/04/2019
Invasores

Y ahora, Señor Jesús, habla a las almas perdidas. Muchos aquí, Señor, Te aman, pero nunca Te han aceptado completamente. Tú caminas con ellos diariamente. Fuiste Tú quien los guardó de morir esa vez en el accidente. Fuiste Tú quien evitó que la tormenta arrastrara la casa ese día y esa noche. Fuiste Tú quien los socorrió en las tribulaciones. Fuiste Tú quien les dio el trabajo cuando no tenían. Fuiste Tú quien consoló sus corazones cuando sus seres queridos fallecieron. Tú has caminado con ellos, pero, aun así, ellos no Te conocen.

Dios, concede hoy que toda persona presente que se encuentra fuera de Cristo haga lo mismo que Cleofas y su amigo: "Ven y quédate con nosotros. Mis días de vida están avanzados. Entra ahora y haz Tu Voluntad."

Evidencia de Su resurrección (55-0410M)

El discípulo amado escribió lo siguiente: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25).

¿En cuántas ocasiones Su mano nos libró de un posible desastre? Si tan solo nos diéramos cuenta, cada uno seguramente podría escribir un libro sobre Su inmensa misericordia en nuestra vida. Lo único que Él pide es que le rindamos nuestra vida y Él se encargará de lo demás. ¡Qué promesa!

El testimonio traumático de esta familia es un buen recordatorio de que “Sus ojos están en el gorrión, y sé que Él vela por mí”.

Llegamos tarde a casa de la reunión de ministros, como a las 11 p. m. Me acosté y a eso de la una de la madrugada sentí que alguien me golpeaba para despertarme. Decía: "Entrega todo el dinero" (el que tenía en mi casa).

Cuando abrí los ojos, vi a tres jóvenes de entre veinte y veinticinco años apuntándome con revólveres. No tenían máscaras y todas las luces de mi casa estaban encendidas. Me dijeron: "Nos enviaron para matarte”. Unos días antes, a un hermano que era ministro del Mensaje del tiempo del fin lo habían matado apuñalado, sin ninguna razón.

Les pregunté si le había hecho algo a alguien. Me callaron y dijeron: “Tenemos una misión. No hagas preguntas absurdas”. Entonces dije: "Por favor, no le hagan nada a mi esposa y a mi hija, y déjenme ir solo".

El sujeto alto dijo: "¡Cállate antes de que te vuele la cabeza!". Entonces alcé la mano y dije: "Oh, Señor Dios, te doy gracias por salvarme mediante esta verdad del profeta; si así debo morir para encontrarme contigo después de treinta años de defender el Mensaje del profeta, glorificado sea tu Nombre, pero por favor, guarda a mi familia".

El sujeto pequeño le insistía al alto: “Dispárale y vámonos”. Respondió: “Lo siento, no puedo matar a este hombre”. Y empezaron a discutir entre ellos. Entonces el hombre alto llevó a mi esposa, a mi segundo hijo y a mi hija pequeña a una de las habitaciones. Regresó y me puso la pistola en la nuca y dijo: "Quieto", y me quedé quieto. Luego me empujó hacía la habitación donde estaba mi familia y logré que quedáramos todos en esa habitación y bloquear la puerta. Los escuchaba pelear en la otra habitación.

Para entonces, habían permanecido una hora en mi casa. De repente, escuché que huían como si alguien los persiguiera. Y a las seis de la mañana salimos de la habitación y denunciamos todo a la policía. Tres días después del incidente, un vecino nos comentó que cuando llegó esa noche había visto un perro blanco de gran tamaño vigilando mi casa.

No obstante, no tengo ningún perro blanco en mi casa. SANTOS, POR FAVOR, AGRADÉZCANLE AL SEÑOR JESÚS CONMIGO Y MI FAMILIA POR MANTENERLOS VIVOS HOY.

Amén.

Ghana