14/05/2020
Distribución en México

Cuando vean las fotografías del Hermano Fernando (distribuidor de VGR de Guadalajara, México), comprenderán por qué fabricamos la tableta Agapao para que sea resistente y duradera. Se adentró en lo profundo de la remota Región Huasteca de México para visitar a unos de los creyentes más aislados de la tierra y entregarles un salvavidas, con el que no solo tendrán todos los sermones y videos en español, sino también la oportunidad de recibir nuevas traducciones al español casi en el instante en que las subimos a nuestros sitios web.

La Región Huasteca

La Región Huasteca es una de las más pobres de México. Abarca varios estados y el terreno es muy variado, desde las conocidas llanuras del norte y el este hasta la zona montañosa del oeste. Recorrer la región puede tardar mucho, puesto que algunas carreteras de la región suelen ser angostas y sinuosas, en especial en las zonas más altas.

Fernando Sánchez (distribuidor)

El Hermano Sánchez es uno de los tres distribuidores de México que recorren incansablemente el país para asegurarse de que los creyentes reciban el último material de VGR. En este viaje en particular, el Hermano Sánchez llevó a sus dos hijas y a su hermana para que ayudaran a enseñarles a los creyentes a usar la Tableta Agapao.

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El recorrido

En el transcurso de ocho días, el Hermano Sánchez pudo visitar las siguientes ciudades y pueblos: Ciudad Valles, Tamuin, El Chamal, Paxalja, Octojub, Tanlajas, Tonatico, Temalacaco, Otlazhuaco, Escalanar, Comoca, Tlajumpal, Aguacatitla, Tenestitla ll y Cuayahual

La Huasteca es conocida por su vegetación y zonas montañosas. La mayoría de las casas están hechas de bambú con techos de hojalata o palma. Es sorprendente ver cómo habitaron todo el terreno, sin importar la altura o la profundidad en la que se encuentren. Es especial saber que en este lugar hay Simiente predestinada y es muy satisfactorio ver que ahora la Voz de Dios resuena en los hogares de esta zona.

Fernando Sánchez

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En búsqueda de los creyentes

Estos viajes de distribución consumen mucho tiempo, ya que los creyentes están dispersos por los pueblos y no es posible reunirlos a todos, como normalmente se haría en una gran ciudad. Por lo general, el día comienza conduciendo a la aldea donde están los creyentes, donde se buscan sus hogares o una pequeña congregación de iglesia. Esta tarea no es fácil, ya que muchos se tienen que encontrar pidiendo indicaciones a los aldeanos, para llegar a la vivienda de una cierta persona. 

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Los creyentes

La mayoría de los creyentes de esta región son muy pobres y no podrían conseguir una tableta, si no fuera por el proyecto de patrocinio de Tabletas Agapao. Viven en hogares muy humildes que fabrican con el material que pueden encontrar a su alrededor. Las casas a menudo están expuestas a los elementos y tienen pisos de tierra; estas condiciones son exactamente las que se tuvieron en cuenta al diseñar y desarrollar la Tableta Agapao para que fuera resistente y duradera.

En esta zona, muy pocos tienen acceso a internet en la casa. Hasta donde sé, solo tres hermanos tienen internet en la casa. Verdaderamente la tecnología de red entre pares (tabletas que actualizan otras tabletas) es muy importante aquí. Pueden tener acceso a internet en los pueblos más cercanos, donde la hora cuesta entre 5 y 15 pesos mexicanos. Como saben, en esta área el dinero no abunda. Por esta razón, cada grupo local actualiza solo una tableta a través de wi fi y, con esa tableta actualizada, se actualizan las tabletas de las otras familias.

Fernando Sánchez

Los creyentes con Tabletas Agapao pueden compartir sus traducciones nuevas con cualquier otra persona que también tenga una Tableta Agapao. El software de las tabletas actualizará a las otras con las traducciones nuevas que aún no tienen. Y así continua, por lo que todos los que quieren las traducciones nuevas al español las reciben en poco tiempo. ¡Cualquiera que tenga una Tableta Agapao se convierte en distribuidor del Mensaje del Hermano Branham! Lo que antes tardaba meses o años, ahora se puede lograr en cuestión de días gracias a la tecnología de red entre pares del dispositivo.

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Presentación y distribución

Cuando el Hermano Sánchez encuentra la iglesia o el hogar de los creyentes, comienza a descargar las tabletas y preparar su presentación, mientras espera a cualquier hermano que falte. En cuanto llegan todos, presenta la Tableta Agapao, su propósito y cómo usarla. En una zona como esta, donde la gente interactúa poco con la tecnología, uno de los factores más importantes del plan de distribución es enseñar a los creyentes a usar la nueva tableta Agapao y mantenerla adecuadamente. La mejor manera de lograrlo es mediante una demostración práctica; por lo que, después de entregar las tabletas, la familia Sánchez se acerca a los hermanos y las hermanas para mostrarles cómo actualizar, cargar y mantener la tableta.

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Su gratitud es incalculable

Quizás estos creyentes no tengan muchas posesiones mundanas; sin embargo, en cada parada, querían asegurarse de que el Hermano Sánchez transmitiera su gratitud a quienes patrocinaron la tableta.

La bienvenida que recibimos en cada lugar nos hizo sentir muy humildes. Compartían lo único que tenían para comer y nos permitían comer primero. Una ocasión muy especial fue cuando estábamos trabajando con un grupo de creyentes. Una hermana se estaba encargando de preparar comida sin que nos diéramos cuenta. Cuando íbamos a despedirnos, la hermana salió corriendo de la cocina y nos dijo que esperáramos unos minutos, mientras terminaba de prepararnos la comida. Cuando le dijimos que no era necesario que nos preparara comida, ella respondió: "Por favor, esperen, la he preparado con todo mi corazón y con mucho amor". Al cabo de unos minutos, salió con una pequeña envoltura, que contenía pequeñas tortillas con chile y un trozo de carne. Cuando nos las entregó, solo lloró y rápidamente regresó a su humilde hogar. No hay palabras para expresar cómo nos sentimos en ese momento.

Cada día que pasamos en las montañas con los creyentes, comíamos cinco o seis veces al día. No podíamos rechazar a ningún creyente; todos tenían el mismo sentir de compartir con nosotros la comida que tenían.

Fernando Sánchez

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