Queridos amigos:
Quiero compartir con ustedes un pequeño testimonio para honrar a mi Dios.
Los jueves de cada semana, algunas familias se reúnen en algún lugar de la ciudad, para escuchar una cinta y responder un cuestionario. Personalmente he tenido dificultades para asistir a tiempo cada semana. El enemigo es un experto en complicarme el día, cuando se trata de asistir a un evento de la iglesia, ya sea el día de responder el cuestionario o el día de la adoración. Desafortunadamente, no asisto como debería.
El jueves pasado, el punto de encuentro para el cuestionario fue en el centro deportivo, a cuatro cuadras de mi casa, por lo cual me alegré ya que no me lo perdería. Cuando llegué del trabajo a la casa, mi hijo de 13 años, Josué Moisés, me informó que su hermano menor, José David, de casi 6 años, había vomitado y se quejaba de dolor abdominal. Me apresuré a preparar la comida y alimentar a todos, y cuando estaba a punto de salir, mi hijo comenzó a quejarse del dolor de estómago. En ese momento empecé a desesperarme porque eso me retrasaría.
Mi esposo quería que lo llevara al médico, pero cuando llegamos al consultorio había siete pacientes antes que nosotros, y mi desesperación empeoró aun más. Le programé a mi hijo una cita, salí del consultorio con mis hijos y me dirigí hacia los creyentes, quienes estaban respondiendo el cuestionario. Cuando miré de lejos a mis hermanos, todos escuchando la cinta, anhelaba estar con ellos, pero tenía que volver al médico.
Me dirigí hacia los hermanos y luego hacia el médico; luego me devolví de nuevo, y así una y otra vez, hasta que algo me detuvo.
Miré a mi hijo y le dije: "Hijo, no vamos a volver al médico; vamos a ir con los creyentes a escuchar la cinta y allí el profeta orará por ti. Dios, el Gran Médico, te sanará". Mi hijo no dudó en responder que sí y comenzó a correr hacia los creyentes.
Llegamos y los acompañamos. Terminamos el cuestionario, y al final de la cinta, el profeta oró de una manera hermosa por los enfermos, especialmente por un niño en la audiencia. Mi hijo y yo levantamos las manos y al final de la cinta, todos gozamos un momento precioso de compañerismo.
Llegamos a casa y le devolví el dinero del médico a mi esposo y, cuando me preguntó por qué no llevé a mi hijo al médico, mi hijo respondió: "El profeta oró por mí y el Señor me sanó". Desde ese momento nunca mas se quejó del dolor ni vomitó nuevamente; damos gracias por su sanidad y por Sus Promesas.
Otras palabras que habló el profeta tocaron lo profundo de mi corazón, porque estoy en esa situación ahora; y le pedí a Él ayuda para derrotar al enemigo y no perder la batalla..
Y mientras tenemos nuestros rostros inclinados, y confío que nuestros corazones inclinados. Si Uds. saben de algún momento en su vida que hayan desobedecido, saben de alguna Escritura que Uds. saben que es enseñanza Bíblica con la que no hayan cooperado, debido a algo, una voz de Hollywood los hizo hacer algo diferente; algún lugar que Uds. ministros han encontrado en la Biblia, que de hecho es la Verdad, pero Uds. saben que su organización los sacaría si lo enseñan, y Uds. saben que es absolutamente la Verdad; para Uds. personas que escogen la cosa incorrecta, viven la vida incorrecta; Uds. padres y madres que no se están esforzando en corregir a sus hijos, no los están criando, tal vez Uds. se esfuerzan hasta donde más pueden y ellos de todas maneras continúan mundanamente, pero Uds. están poniendo un ejemplo delante de ellos; y si Uds. no lo están haciendo, la Voz de Dios les está hablando a Uds.: “¡No hagan eso!”. 115 Y ahora con todo rostro inclinado y todo ojo cerrado, que el Dios del Cielo mire en cada corazón, de esa persona que tiene hambre, y encuentre el lugar en donde ellas están erradas. Y con la mano levantada a Dios, digan: “Señor, mi verdadero deseo es que Tu Voz saque toda la incredulidad, y todas las cosas que no son como Tú, y hazme lo que Tú quieres que yo sea”, ¿levantarían las manos? Mientras Uds.… El Señor lo bendiga. Dios lo bendiga.
La Voz de Dios en estos últimos días (63-0120M)
Otra hermana comentó sobre el efecto que esta reunión produjo en su nieto. Contó que con mucha anticipación él le pregunta: "¿Ya es hora de irnos?, ¿ya me arreglo?", y esto la alegra mucho, ya que él está invirtiendo su tiempo en las cintas y no en el celular.
También oímos comentarios sobre la confianza que nos tenemos. Todos somos de la misma iglesia, nos conocemos desde hace años, pero teníamos poco compañerismo.
Algunos comentaron del tiempo que llevábamos sin hablar con tanta libertad el uno con el otro y que el escuchar la Voz de Dios ha cambiado esta atmósfera.
¡Dios los bendiga a todos!
La Hermana Karla Rubio
México