El año pasado hice una lista de lo que consideré que mi familia y yo necesitamos. Le pedí al Señor subsidios para mis estudios, un pasaje para asistir al campamento de Still Waters, un empleo para mi papá, un vehículo para la familia, la salvación de mi hermano y un trabajo de tiempo parcial para mí.
Después de orar, comencé a imaginar o esperar que todo resultaría al instante cuando llegara el otro año y, como no fue así, empecé a dudar, cuestionar y enfrentar luchas; me afligí bastante. Sin embargo, cuanto más oraba, escuchaba y estudiaba la Palabra, el propósito de mi oración se enfocó más en acercarme a Él.
Mateo 6:33 fue la escritura que me transformó. Me di cuenta de que he tratado a mi Salvador como el muchacho de los mandados, buscándolo solo para pedirle lo que me parece que necesito y lo que quiero.
Ahora mi Dios me concedió la bendición de trabajar a tiempo parcial cuidando niños y ayudándolos en sus tareas (algo que jamás imaginé que haría). Ahora, en mi corazón, entiendo que llevar algo a los pies de Jesús es lo único que se debe hacer; dejarlo a Sus pies y buscar primeramente el Reino de Dios y Su justicia.
Dios conoce nuestras necesidades y el momento oportuno de suplirlas. Se le dificulta mucho a uno, especialmente si es joven, hacerles entender a los demás lo que sucede en la vida de uno; y oro para que el Señor me muestre qué decir a fin de aprovechar todas las circunstancias para testificar de Su grandeza.
Agradezco cada día que Él me concede y oro para que pueda cumplir mi propósito diario. Creo que Dios está a cargo y responderá en el momento indicado, pues Su Palabra jamás puede fallar.
La Hermana Grace
Sudáfrica