10/04/2018
Cartas de prisioneros

¡A todos nos encanta leerlas! Aquellos prisioneros tienen una forma especial de decir las cosas. A continuación, leerán extractos de cartas de prisioneros que recibimos recientemente en el Ministerio de las Prisiones:

Envío unas cuantas estampillas; es un honor y un privilegio envíaselas. Una vez tuve dinero, pero nunca tuve en cuenta al Señor. Ahora, no tengo de dinero y me entusiasma poder enviar lo que tenga al Almacén del Alimento. Me siento muy humilde al leer las palabras del profeta y entender su forma de expresarse, que no es como la de un sumo sacerdote, sino como hablaría un hombre del común. Hermanos, estos sermones son invaluables y les agradezco por su ministerio.

(Muchos reclusos envían sus diezmos o donaciones mediante estampillas. Nuestro departamento de envíos suele utilizarlas para gastos de envíos a otros prisioneros).

Kansas

Hace cinco años les escribí solicitando un libro gratuito. Quiero que sepan que en todos estos años me han enviado muchos libros, pero aquel primer libro, Las edades de la Iglesia, fue el que me abrió los ojos a la Luz. Fue Fue la carnada en el anzuelo que me llevó a una nueva vida de Verdad por medio de nuestro Señor Jesucristo. Sigo leyéndolo y persistiendo.

Nuevo México

Lo siento si he solicitado demasiados libros, pero la biblioteca de nuestra capilla contiene una sección dedicada solo a los sermones del Hermano Branham y trato de completar los que faltan. Quiero que sepan que es una de las secciones más visitadas, especialmente por los reclusos nuevos y también nosotros los antiguos.

Ohio

Otro preso me compartió la bendición de unos sermones de Uds. del Hermano Branham. Son los libros más sobresalientes que he leído. La mayoría de mis conocidos no lee la Biblia porque es algo difícil de comprender. Sin embargo, el Hermano Branham explica todo con tal sencillez que si uno no entiende debe ser a propósito. Como la cuestión de los nombres, lo capté de inmediato: soy un hijo y tengo hermanos; no me llamo ni hijo ni hermano, sino Turner. ¿No pueden entender eso? ¡Despierten! La lista sigue y sigue.

 Georgia

Deseo agradecerles por obsequiarnos libros y DVD. No sé cómo explicarles lo que significa para los reclusos; aprecian tanto el entendimiento del Hermano Branham sobre el Evangelio que anticipamos pasar semanas en grupos de discusión para explorar el material. Ustedes me facilitan mucho el trabajo.

(Capellán de prisión)

Texas

Siempre me consideré un experto en el libro de Daniel y, cuando alguien me ofreció la opción de Las siete edades o Las setenta semanas, desde luego me incliné por Las setenta semanas. ¿Cometí un error? En verdad no. Todo lo que pensé que sabía estaba equivocado. Por supuesto, se podría decir que solo es mi opinión contra la de él, ¡pero no es así! ¡Todo lo que expone el Hermano Branham lo contemplan y lo respaldan las Escrituras! Uno no puede refutar la Verdad; no lo intenten; lo sé por experiencia. Ahora me acobarda leer las Edades de la Iglesia. ¿Cómo pudimos alejarnos tanto de la Verdad? ¿Cómo?

Sudáfrica

Observé mi vida y lo profundo que caí. Algunos opinaban que yo era una vergüenza para la humanidad, lo cual me hacía enojar. Leí la historia del hijo pródigo y me reí. Hace años ya me extravié mucho más que él. Me he vuelto infrahumano. Quebranté la libertad condicional y me encarcelaron de nuevo. Me lavaron con una manguera; lo necesitaba. Sabía que se acercaba el fin. Trasgredir la libertad condicional implicaba ocho años forzosos, que, junto con otros adicionales y el posible agravante de ser reincidente, podrían sumar hasta veinte años. Eso me hubiera costado una sentencia de la vida. Alguien me dijo: “Mira, necesitas esto”; era un libro de Lindsay, Un hombre enviado de Dios. No sé qué pasó, pero ese libró me impactó tanto que parecía que estaba sufriendo el DT (síndrome de abstinencia alcohólica), aunque ya llevaba meses sobrio, pero presentaba todos los síntomas. Perdí el conocimiento; recuerdo clamar a Jesús y orar desesperadamente. Pasados dos días, me desperté en una camilla. No tenían idea de qué sucedió, pues los exámenes de sangre resultaron bien. Me aseé y por primera vez me sentí limpio. Regresé a mi celda y proseguí la lectura. Mis entrañas se estremecían y se empañaban mis ojos. Este es el libro más poderoso que he tenido en mis manos. Me incliné y oré, dando gracias a Dios por lo que fuera que había ocurrido. Les agradezco por dar acceso a estos libros. Por si fuera poco, mi abogado me visitó y me contó que el juez dictó la sentencia de mi caso mientras yo estaba inconsciente. Dijo que es un milagro. Me asignaron un año de rehabilitación en confinamiento y dieciocho meses en un campamento religioso. ¡Gloria al Señor! 

Texas

Llevo como dos años dirigiendo una clase sobre Apocalipsis cada dos semanas. Durante esos años todo marchó sin problemas hasta que llegó un sujeto nuevo. Bien, en el curso de la clase lo veía meneando la cabeza. Casi al final de la clase, le pregunté si tenía algún comentario, “sabelotodo”. Dijo: “Solo me preguntaba qué Biblia estás usando”. Le contesté: “Después de la clase, te mostraré si gustas”. Bien, después de la clase se acercó y le dije: “Este no es lugar para sabelotodos; esto es serio”. Comenzó a hablar sobre Apocalipsis, las edades de la iglesia, los sellos, las almas bajo el altar. Comenté: “Espera, ¿eres un doctor en Divinidad o algo así? Pues nadie sabe esto; es pura conjetura”. Entonces él abrió mi Biblia y comenzó a mostrarme mis errores. Le pregunté: “¿Cómo sabes esto?”. Enseñó una gran sonrisa y pensé: “Aquí viene”. Solo mencionó: “Hay un profeta en la tierra”, me entregó dos libros y se marchó. Hermano, aun doy clase, pero ahora leo los Sellos, pues hay un profeta en la tierra.

Arizona

Hermanos, solo quiero expresarles lo mucho que aprecio su trabajo. Las vidas de muchos aquí han cambiado por este ministerio de la Verdad.

Arkansas

Por lo que entiendo y creo, uno solamente necesita creer en el Señor Jesucristo, es decir, que Él es la Palabra y Dios de todas las cosas. Es sencillo, pero me parece que a veces es mejor reservarse lo que uno cree; a algunas personas no les agrada escuchar la Verdad.

Georgia

Últimamente he percibido que los tiempos han cambiado. Los creyentes del Hermano Branham que conozco empezaron a ser más reservados. Antes nos sentábamos en las mesas y hablábamos sobre los últimos libros, pero ahora suelo regresar a la litera para leer los libros. Me pregunté por qué hacen eso. Y entonces caí en cuenta: yo hago exactamente lo mismo. Prefiero sumergirme en el Mensaje que hablar con alguien más. Abordé a un amigo y consulté con él. Dijo: “¿Recuerdas cuando uno se sentaba en las mesas, le preguntaban qué estaba leyendo y entablaban una conversación? Ahora se retiran y ya. Ni a los nuevos les interesa”. Nos miramos y dijimos: “Es arrojar tus perlas”. Sí, regresamos a nuestras literas para sumergirnos en el Mensaje.

Tennessee

¡El Hermano Branham fue un verdadero profeta del Señor! Si les surge alguna duda, solo miren las noticias y verán cumplirse todo lo que él predijo. Este Mensaje está vivo hoy.

Colorado

Le atribuía a mi vida difícil la culpa de haber terminado aquí. Pobre de mí, hasta me enviaron a clase de autoestima para mejorar mi depresión. Jamás me cambió en lo más mínimo. Alguien amable me entregó el libro La historia de mi vida, del Hermano Branham. Me avergoncé mucho y lloré durante casi toda la lectura. Pensé: “¿Cómo pudo vivir todo eso?”. Oré a Dios para que me perdonara por mi egoísmo y mi mentalidad victimista y para que me trasformara a una nueva criatura. Hermanos, me siento muy bendecido. De alguna manera, el profeta de Dios me halló, de entre toda la gente. Me levantó y dijo: “Hijo de Dios, enderézate y enfoca tu mirada en mí, nunca en ti mismo”. Les agradezco por difundir este Mensaje y presentarlo a las personas como un verdadero testigo.

Florida

Amo mucho este Mensaje y ustedes ya llevan como veinte años enviándome los libros sin falta. Recuerdo que antes nos permitían casetes y ustedes me los enviaban. Ahora nos prohíben cualquier clase de audio, excepto la radio. Esos casetes eran especiales. Sin importar cómo se sintiera uno, escuchar esa voz desvanecía todo; es una voz sin igual. Medito en lo apacible que él hablaba en las líneas de oración, luego se le oía tan frustrado por el rechazo que sentía, le ordenaba a una tormenta disiparse y llamaba ardillas a existencia. Como en mi caso, de cierta manera su voz me llamó a existencia. ¡Vaya!, me sobrevino ese pensamiento. Corre el rumor de que pronto liberarán a algunos presos que cumplen condenas prolongadas. Planeo asistir a la iglesia y levantar mis manos con los hermanos. Aún faltan unos cuantos años, pues tengo que cumplir un año de rehabilitación para salir al mundo. Verán, llegué aquí a los 20 años y ahora tengo 61. En estos años han ocurrido cambios, pero Dios me ha sostenido hasta aquí y no me abandonará ahora. Por tanto, esperen mi llegada.

Washington