08/04/2020
Artículos archivados: Finlandia, parte 2

La siguiente es la segunda parte de nuestra serie de la publicación de 1950 HYVÄ SANOMA (Las Buenas Nuevas), escrita originalmente en finlandés y traducida al inglés.

EN MEDIO DEL SUFRIMIENTO

““Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir”.

El domingo, 23 de abril, William Branham asistió sin previo aviso a la reunión diurna de Eelim en Kuopio. No oró por los enfermos, sino que testificó de los acontecimientos de su vida. He estado en reuniones maravillosas, he visto a los ciegos ver, a los sordos oír y a los cojos caminar, pero el mensaje de esta reunión conmocionó a la audiencia hasta lo más profundo de nuestro ser.

Nuestro hermano lloró y habló. Nunca he estado en una reunión en la que el coro, los ministros y la audiencia lloraran de tal manera que, en algunos momentos, se dificultaba escuchar el sermón. Este discurso permitió formarse una idea del entrenamiento tan difícil por el que Dios ha hecho pasar a Su siervo. Brindó información de fondo sobre toda la trayectoria de Branham. Aquí publicamos lo más sobresaliente del discurso.

Unto Kunnas

(Palabras del Hermano Branham tomadas de las notas del Hermano Kunnas)

Me da mucha alegría estar en medio de una nación donde el Espíritu de Dios obra. Un hermano me dijo que Finlandia está en deuda con América, pero ustedes tienen lo que América necesita: el amor de Dios. Desearía que nuestra nación fuera como la suya. ¡Esa pequeña deuda! ¡Ojalá (la deuda) estuviera en mis manos y ya no existiría!

Vine para ser una bendición para ustedes, pero ustedes son una bendición para mí. ¡Desearía encontrar un público en América que tuviera su fe! No entiendo cuando hablan, pero hay algo en el espíritu que sí entiendo. En la línea muchos sanaron antes de que los tocara. Ustedes son una bendición para mí y un avivamiento.

Cuando vi a la multitud afuera, no pude entrar. Me gustan mucho los niños. Les regalé algo de dinero a esos pobres niños que han sufrido tanto. Hicieron una reverencia hermosa y ¡luego se había formado una fila! Quería abrazar a cada uno. Eran tan dulces.

No tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. Se afligieron cuando bombardearon sus hogares, pero algún día tendremos un hogar donde no se lanzarán bombas. Cuando sonrío, mucha gente piensa que no he sufrido nada. Pero no es así. Mi hogar era muy pobre y nuestra mesa era un gran tronco. Mi padre era cazador. Murió a los 52 años. Pensaba que nuestra pequeña cabaña de troncos estaría allí para siempre. Pero ya no existe. Daría todo por volver a la vida en nuestra pequeña cabaña. Muchos de mis hermanos se han ido, mi padre se ha ido...

Ustedes también tienen recuerdos. Recuerdan las oraciones de su madre, las manos de su padre que se endurecieron por el trabajo. Ahora ellos están descansando. Aquí no tenemos una ciudad permanente. No habrá muertes ni enfermedades. Mi padre trabajó tan duro al grado que su camisa se le pegaba a su espalda por las quemaduras del sol, y mi madre tenía que cortarla con unas tijeras. ¡Queridos jóvenes! No olviden a su padre y a su madre, que han hecho todo lo posible por ustedes. ¡Ámenlos ahora! Fui la causa de muchas de las canas en la cabeza de mi padre. Desearía poder quitarlas, pero no puedo. Siempre lo recordaré.

No tenía ropa. Mi madre tomó el traje de mi padre con el que se casó y me hizo un traje. Tenía botones grandes y blancos. Después conseguí muchos trajes, pero ninguno como el que se hizo con la ropa de mi padre. Me criaron como cualquier otro niño pobre. Durante un año no tuve ninguna camisa. En un pie me ponía el zapato de mi madre y en el otro el de mi padre. En la escuela todos se reían de mí. Una señora me regaló una chaqueta, puesto que no tenía camisa. Tuve que abotonarla hasta bien arriba para ocultarlo. En la escuela, la maestra me preguntó si tenía calor. Le dije que no tenía calor, sino frío. Me llevó junto a la estufa y después de un rato me preguntó si estaba caliente. Contesté: “Todavía no” y casi me sofocaba del calor. No podía quitarme el abrigo porque no llevaba camisa.

La descripción de la fotografía de la página 85 -
FOTOGRAFÍA SORPRENDENTE: LA COLUMNA DE FUEGO

Cuando el Hermano Branham llevó a cabo unas reuniones en el Coliseo Sam Houston, Texas, en enero de este año, un ministro lo retó a presentarse ante la congregación de 8.000 personas y sustentar si la Sanidad Divina era Escritural. El Hermano Branham no fue, sino que le pidió a un colega suyo que hablara por él, y se dirigió al balcón de la instalación.

Este ministro retador pidió que Branham subiera al escenario: "¿Dónde está este hombre? ¡Tráiganos a Branham y que obre un milagro!".

Entonces Branham subió a la plataforma, pero no para hacer un milagro, ya que tenía la naturaleza de su Maestro, que no quería satisfacer la curiosidad de la gente.

Él testificó sobre el Señor Jesús y que Él sigue siendo el mismo hoy. El ministro del que se habló anteriormente había ordenado a dos fotógrafos profesionales que tomaran fotografías. Le tomaron doce fotografías al retador y, para ser formales, también le tomaron una al Hermano Branham. Cuando se revelaron las fotografías, todas estaban dañadas, solo la que le tomaron a Branham salió nítida. En la fotografía se vio un fenómeno óptico peculiar que luego le mostraron al Hermano Branham, quien explicó que la presencia del Ángel de Dios causó la luz.

El negativo original fue examinado por profesionales y también hay una copia en nuestra oficina. Según eso, está científicamente probado que este negativo no ha sido modificado de ninguna manera y que la luz era original.

¡Así es como el mal llega a estar al servicio de las buenas intenciones de Dios! Este fotógrafo se convirtió más adelante.

Notas de Kunnas

El lunes de la próxima semana, publicaremos la tercera parte de la revista —concerniente al huérfano de guerra, la niña bizca de ocho años, y muchos otros testimonios—.