Queridos, durante mi infancia y adolescencia he tenido presente la Palabra y el Mensaje de nuestro Profeta William Marrion Branham. Sin embargo, no he podido rendir mi vida completamente a Dios. Por Su gracia, me casé con una creyente de este Mensaje, y ella y mis dos hijas siempre oran por mí. Les puedo asegurar que esas oraciones me han ayudado en muchas ocasiones. Me gustaría contarles el testimonio de una de esas ocasiones.
En mayo del 2009, me secuestraron mientras trabajaba, me ataron en el asiento trasero de mi propio vehículo y me llevaron a una zona desierta de la ciudad. Durante el trayecto, uno de los secuestradores conducía y una mujer tenía su arma a mi lado todo el tiempo. Mantuve los ojos cerrados durante todo el camino.
Cuando nos detuvimos, escuché que había más personas esperándonos. Abrí un poco los ojos, levanté la mirada y vi a un hombre que se bajaba de uno de los vehículos. Se acercó a mí y me dijo que abriera los ojos. Me negué a hacerlo por miedo, pero él ordenó a una de las personas presentes que le entregara un arma, la cual me puso en la frente y dijo: "Abra los ojos, no me tema. Tenga miedo de la policía, no de mí ". Con el cañón contra mi frente, ladeó el arma y dijo: "Abra los ojos o dispararé". Los abrí temeroso y él dijo: "¿Ve que no pasó nada?".
Me sacó del asiento trasero y me sentó en el asiento del conductor. Se dirigió al asiento del pasajero, donde colocó los pies en el tablero, reclinó el asiento y comenzó a hacerme preguntas mientras revisaba las cosas de mi guantera. Allí encontró un CD que mi esposa me dio, un sermón de un hermano que había conocido por años. El sermón se llama "Continuaré". Me preguntó: "¿Qué hay en este CD?". Solo respondí: "Es un sermón que me dio mi esposa", entonces me ordenó que lo pusiera. Coloqué el CD en el reproductor y retrocedí hasta el inicio de la predicación.
Tan pronto comenzó, me di cuenta de que estaba escuchando muy atentamente la bienvenida y la gratitud del pastor por estar en ese servicio, y cuando se dirigió a la iglesia: "Hermanos, leamos del libro de Filipenses 3:11 al 17.
11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
15 Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.
Allí, en ese momento y en ese instante, tengo la completa certeza de que nuestro Señor Jesucristo descendió y tocó el alma de ese hombre, puesto que su única reacción fue retirar los pies del tablero y decirme: "Se quedará aquí durante los próximos veinte minutos mientras nos vamos y entonces podrá irse".
Agradezco a Dios porque, aunque no estoy completamente dedicado a Él, siempre he sentido que está cerca de mí por medio de las oraciones de mi esposa e hijas.
Dios los bendiga,
Sergio De la Colina
México