04/05/2020
Artículos archivados: Finlandia parte 6

La siguiente es la sexta parte de nuestra serie de la publicación de 1950 HYVÄ SANOMA (Las Buenas Nuevas), escrita originalmente en finlandés y traducida al inglés.

TENGAN FE, ¡NO DUDEN!

Gordon Lindsay

En América publican una revista llamada La Voz de Sanidad y mensualmente se distribuyen 55.000 copias. El documento proclama el Evangelio Bíblico y describe especialmente los acontecimientos de las reuniones de William Branham con palabras y fotografías. El Hermano Lindsay también ora por los enfermos, pero además es un gran orador en los avivamientos. Los siguientes son extractos de su discurso:

Nuestra arma es el poder del Espíritu de Dios. Lo más importante de nuestras reuniones es que el alma sane y eso tiene que suceder primero. Después de todo, el cuerpo muere, pero el alma vive para siempre. El Espíritu Santo permanece en la tierra mientras que estén los hijos de Dios. Primero deben decir: “¡Dios, sálvame!, y después de eso: “¡Dios, sáname!”.

El mayor pecado es la incredulidad. Donde hay incredulidad no hay sanidad. Debemos enseñar lo mismo una y otra vez. Cuando se expulsa un espíritu de sordera, puede haber un tumor en el oído y no se recupera la audición inmediatamente. Al poco tiempo, el tumor desaparece y el oído recupera la audición. ¡No duden, sino que tengan fe en Dios! En una ocasión, una señora de Estados Unidos trajo a su niña a una reunión y lloró. La niña había recibido la audición por medio de la oración, pero la perdió de nuevo. Le dijimos: "No nos pida que oremos por ella otra vez, mas bien regrese en una semana". Ella lo hizo y la niña seguía sorda. Le pedimos que regresara en 10 días y entonces la niña ya podía oír.

Algunas veces oramos por personas enfermas que tienen un tumor en los ojos. La vida regresa a sus ojos y el tumor muere. Gradualmente desaparece del cuerpo de forma natural y ellos empiezan a ver con mayor nitidez. Si descreen, pierden lo que recibieron. Esto se enseña cuando se trata de seguridad eterna, pero es lo mismo cuando buscamos sanidad divina. Necesitamos animar a las personas a creer. Satanás le dijo a Jesús: “Si Eres el Hijo de Dios…”. Cuando le sobrevengan dudas a su corazón, diga: “¡Estas mintiendo!”. Entonces huirá. Está escrito que Jesús llevó nuestras enfermedades. Resistid al diablo y él no solo se alejará, sino que huirá.

Es diferente recuperar la fuerza; esto toma tiempo. Muchas personas reciben sanidad, pero no van a la casa del Señor como Ezequías. Si no sirven al Señor, volverán a perder su salud. Cuando el Hermano Branham se marche, vengan a la casa del Señor constantemente y obedezcan la Palabra.

Cuando el predicador predique sobre la santificación, ¡enfóquense en eso! Cuando enseñe sobre el bautismo Bíblico en agua, ¡vayan a bautizarse! Cuando hable con respecto a los diezmos, ¡dénselos al Señor! Cuando les aconseje que amen a su prójimo como a sí mismos, que perdonen a los que los han ofendido, ¡sigan su consejo! Cuando el predique sobre el bautismo del Espíritu Santo, ¡recíbanlo! Que su deseo siempre sea: "¡Más, más!". ¡Siempre caminen hacia la experiencia de la luna de miel con su Señor! Entonces prosperarán; manténganse saludables mientras que su alma también prospera.

El ministerio de Branham y los dones que ha recibido superan los dones de los demás. Pero cuando nosotros, hombres comunes, oramos por los enfermos y el Señor también sana por medio de nosotros, los anima a todos ustedes a orar más por los enfermos. No piensen que a Dios se le dificulta más sanar algunas enfermedades que otras. ¡Vengan con fe! Ustedes han orado muchas veces. ¡No sigan, sino que acepten su sanidad! No pueden orar y aceptar al mismo tiempo.

El Hermano Lindsay oró por muchos sordomudos con mucho valor. Por lo general, tomaba primero a un niño, colocaba los dedos en sus oídos y echaba fuera el espíritu de sordera, y no lo pedía amablemente, sino con autoridad. Primero nuestro hermano le preguntaba a la madre del niño si creía y, si no, le preguntaba si quería rendir su vida al Señor. Después de recibir una respuesta afirmativa, oraba.

Me fijaba muy bien en los momentos de oración. El Hermano Moore ayudaba al Hermano Lindsay. Una vez, en medio de la oración de Lindsay, un niño puso sus manos en sus oídos. Entonces Moore agarró a Lindsay del brazo e interrumpió la oración para mostrar que la ayuda ya había llegado. Yo mismo presencié esto.

Ocurrieron varios incidentes similares. Después de la oración, probamos si habían recuperado la audición. Aplaudíamos detrás de ellos, hasta con cuatros metros de distancia. Una señora sordomuda asentía con la cabeza cada vez que se aplaudía. A una niña que fue examinada le preguntaron su nombre a su espalda. "Sinikka", respondió. Los hermanos examinaron a varios que recibieron la oración. Algunos repitieron palabras en inglés y demás.

Pero no todos recibieron su audición. Esto no desanimó al Hermano Lindsay. Cuando una mujer negó con la cabeza después de la oración, el Hermano Lindsay se alejó y le dijo a la audiencia: "Quiero que sepan que este es el problema de las personas que han sido creyentes durante años. Han aprendido que Dios no sana. Cuando ven que los jóvenes reciben su sanidad, vienen y lo intentan. Pero necesitan creer que el Señor los sanará. Instrúyanlos al respecto y testifíquenles sobre la fe. Entonces obtendremos resultados”.

Notas de Kunnas

Pekka Marin,

un niño de 10 años, procedente de Kuopio, quedó sordo de un oído después de que un amigo lo golpeara con una piedra en la frente. Esto sucedió cuando tenía 3 años. Se le formó un gran bulto en la frente y la cara se le hinchó. El médico les dijo que la piedra había afectado el cerebro. El doctor Marttinen trató de destapar el oído, pero fue en vano y dijo que no había solución. También los doctores Meurman y Hämäläinen dijeron que ellos no podían ayudarlo. Cuando Pekka se enfermó de tos, también se le infectó el oído sano.

Gordon Lindsay oro por Pekka, y la vida regresó a su oído sordo. Sus padres y desconocidos lo han testificado y verificado.

Descripción de la fotografía en la página 96:
Fotografía de Alma Rynö antes de quedar ciega.

La señora I. Holm,

procedente de Pietarsaari, llevaba ocho meses postrada en cama debido a una difícil condición cardíaca, tanto en el hospital como en la casa. Había sufrido hemorragias en el pulmón izquierdo; también tenía coágulos e hipertensión. La trajeron a la reunión del Messuhalli y estuvo en la línea de oración con ayuda de otras personas. El Señor la sanó completamente y pudo caminar desde el Messuhalli hasta el Hotel Carlton, donde se estaba hospedando. Desde entonces ha estado perfectamente sana y camina por la ciudad como todos los demás.

La señora Alma Rynö,

procedente de Helsinki, estuvo completamente ciega durante dieciocho meses, debido a que sus retinas se habían desprendido. Intentaron ponerlas de nuevo, pero no funcionó. En noviembre de 1948 el profesor Väänänen la operó y su visión mejoro un poco, pero solo por un momento. En febrero de este año, el profesor Vannas le practicó otra cirugía que duró dos horas. Sin embargo, fue un fracaso completo y la ceguera se volvió permanente. Las cirugías fueron tan difíciles que, al terminar, la señora Rynö tuvo que quedarse un mes acostada con los ojos tapados. Después de estar completamente ciega, la prueba la llevó a buscar al Señor. Se acercó al Señor y en las reuniones de Branham, tuvo la oportunidad de estar en la llamada línea de fe. Se estaba apoyando de otra persona ciega y caminó hacia adelante sin darse cuenta de cuándo el Hermano Branham la tocó. De repente vio una línea de predicadores parados a ambos lados formando un corredor por el que los enfermos pasaban. Podía ver y pasó a la plataforma y lo contó delante de todos. He hablado por teléfono tres veces con la Hermana Rynö y me comentó que su vista cada vez mejora más. Primero empezó con una gran limpieza de primavera, sacó la ropa y ha podido hacer actividades como las demás amas de casa. Después de esto, sus ojos estaban algo tensos, pero empezaron a fortalecerse cuando descansó. La Hermana Rynö está feliz por la ayuda que recibió y agradece a Dios con todo su corazón.

Hetti Väisänen,

de Kupio. He visto muchos médicos y he estado en muchos hospitales. Salía de allá llenó de los venenos más tóxicos. De otra manera no tenía fuerzas para vivir, ni los que me rodeaban, pues al final terminaba gritando a todo pulmón. Tengo muchos diagnósticos: uno de mis órganos internos creció hasta mi columna con ligamentos musculares. Si me sentaba incorrectamente podía causar daños en el sistema nervioso central y entonces sentía un dolor desde los pies hasta la parte posterior de la cabeza. Me recomendaron que no cargara nada, que no extendiera la mano, que no me inclinara y demás. Un médico me dijo que esto continuaría hasta que la muerte me liberara. Recibí una tarjeta para reunirme con el Hermano Branham. Por otro lado, estaba asustado, ya que no quería que todos se enteraran de mis sufrimientos. Y, por eso, oré para que no dijera todo. ¿Y notaron cómo mencionó dos veces: “Sí, conozco su enfermedad, ¿puedo decirlo?". Y yo sabía que él veía hasta lo más profundo de mi alma, pero por consideración, sintió mi temor y sólo dijo: "Problema de estómago".

El Hermano Branham me mostró varias veces la señal de mi enfermedad en su mano y desapareció después de que sané, para que no quedaran dudas. ¡Oh, qué bondadoso es mi Jesús! Sentí lástima por el hermano, ya que mi enfermedad estaba quemando su mano y en su rostro se veía el cansancio. Entonces el Espíritu Santo me aclaró Quién dijo en una ocasión: "Mírame las manos y los pies, no tienen las marcas de los clavos...". Una felicidad indescriptible llenó mi corazón, pues sabía que eran por causa de mis pecados y enfermedades.

“Una carta es un medio indigno para contar el júbilo que hay en mi alma cuando siento que ahora puedo hacer lo que sea".