14/05/2018
Este soy yo

Hola:

Me llamo Joshua y vivo en Estados Unidos. El Hermano Branham menciona en el Mensaje que la educación ha estorbado el Evangelio por el razonamiento científico y que nosotros éramos los que necesitaban a los misioneros. Verán, me encontré cara a cara con los teólogos de este país, que como describió el Hermano Branham lo atarían a uno en nudos. Esto no sucedió entre el mundo, sino en nuestra misma familia.

Al trascurrir los años, mi hermano mayor comenzó a enfriarse y apartarse del Mensaje hacia las enseñanzas más carismáticas de este día moderno. Siempre estuve cerca del Mensaje (sin saber que era el Mensaje), pero nunca adentro. Por lo que recuerdo, la primera vez que oí el nombre del Hermano Branham tenía 15 años. Me mostraron todas las supuestas discrepancias, las presuntas mentiras y la falsedad de que el Hermano Branham había engañado a la gente.

Tras oír todo eso, me alejé porque no lo comprendí en el momento. Sin embargo, en lo profundo de mi corazón, me preguntaba qué le pasó a mi hermano mayor, quien por años permaneció muy estable y sólido en la Palabra de Dios. No pensé mucho ese asunto, pero sí me preguntaba: ¿quién es William Branham?

A los 18, cuando estaba en la universidad recibiendo el conocimiento de este mundo, sentí un llamamiento urgente y sincero en mi corazón por conocer a Dios. Indagué y terminé en una organización de jóvenes por medio de la universidad, pero al presentarme encontré a todas las mujeres vestidas de forma mundana, con ropa apretada, exhibiendo el cuerpo, y los jóvenes andaban tras ellas, más tiempo del que le dedicaban a la Palabra de Dios.

No obstante, ese deseo profundo siguió intensificándose, jalando y sumergiéndome más. En el otoño de ese año, sufrí un accidente de tránsito terrible en el que choqué con la defensa de una camioneta manejando mi vehículo pequeño, el cual quedó destrozado. Lo extraño fue que no se activó la bolsa de aire, por lo cual me golpeé contra el volante tras detenerme en un instante a 80 kph.

A esa velocidad, el cinturón se desprendió, pero no salí expulsado. Terminé arrinconado bajo la camioneta contra la defensa metálica a unos centímetros de distancia. SUPE entonces que algo sobrenatural me había guardado, pues sobreviví sin un rasguño. En la organización Cristiana de jóvenes, comencé a testificarles a mis supuestos amigos de mi caso, que creía que ángeles me habían protegido ese día, pero a ninguno le interesó.

En esa época, tuve una novia que participaba en el grupo. Ella me escuchaba y me prestaba mucha atención, pero todo cambiaría pronto. Al cabo de unas semanas, con la llegada del invierno, contraje una infección grave. Mi papá me dejó el libro Las siete edades en mi mesita de noche para que lo leyera. Era un libro antiguo con la cubierta desgastada, cuyas letras ya casi se habían borrado. Sin embargo, estaba tan enfermo que no podía leer y les pedía a mi mamá y mi papá que vinieran a leerme escrituras sobre Cristo.

En ese momento no estaba enterado de la Sanidad Divina y el ministerio maravilloso que obró el Señor Jesucristo por medio del Hermano Branham. El Señor me sostuvo durante la enfermedad y me sanó. Mi papá me animó a leer Las siete edades, así que comencé la lectura. Estaba tan recién iniciado en el Cristianismo que cuando el Hermano Branham partió de Apocalipsis, ni siquiera sabía que era un libro basado en las Escrituras o relacionado con Dios. Como en la página veinte, me di cuenta de esto cuando él comenzó a revelar la simiente de la serpiente en el principio. Quedé atónito por la claridad y profundidad con que explicó lo que sucedió en el principio. Con entusiasmo me dirigí a mi papá y juntos procedimos a estudiar Las siete edades y repasar cada noche lo que yo había leído en el día.

Vean, no sabía que el Hermano Branham era el que enseñaba eso. Encontré verdad y vida en esos libros, lo cual me abrió las Escrituras de una forma que nada había igualado antes. A mi alma sentía más y más sed por esta Palabra. Poco después, terminó el receso de invierno y retomé las clases. A mis amigos del momento intenté mostrarles el libro y lo que contenía sobre la Verdad de la Escritura. Cada vez más, las personas comenzaron a alejarse de mí y aislarme, pues ya no creía como ellos. Mi novia también notó que cambié mi postura con respecto a las Escrituras y que no estaba de acuerdo con los líderes del grupo de jóvenes, lo cual creó una división entre nosotros y finalmente nos separó por nuestros propios rumbos.

No alardeé ni debatí; ¡solo mostré Escrituras que me abrieron los ojos! Comencé a testificar en la universidad y mis amigos no tardaron en distanciarse de mí. Leí que eso sucedería y le agradecí al Señor que fui tenido en cuenta para ser abandonado y rechazado.

Luego mi papá me mostró una fotografía sagrada: la fotografía de la Columna de Fuego suspendida sobre el Hermano Branham. La observé maravillado y le conté lo que antes había oído de él. Algo que aprendí es que no debo juzgar a alguien antes de escucharlo a fondo. Escuché las cintas y percibí el amor y la sinceridad en su corazón por la gente.

No vi lo que mi hermano mayor me dijo sobre el Hermano Branham; al contrario, oí a un hombre que amaba a las personas que necesitaban cambiar su vida. Cumplo 22 este año y, gloria a Dios, estoy agradecido por este Mensaje que Dios nos impartió. Es mi Luz y mi salvación.

Gracias por todo el maravilloso trabajo que han hecho. ¡Queda mucho por contar!

¡Los amo!

El Hermano Joshua

Estados Unidos