Tengo dos hijos: Rebecca (de seis años) y Esteban (de diez). Los niños usan uniformes para asistir a la escuela y semanalmente les exigen llevar uniforme de deporte, el cual incluye pantalón.
No quería que mi hija usara pantalones para la clase de educación física, pues no me parecía correcto, pero quería que esto le fuera revelado a ella. Le pregunté si deseaba usar el uniforme de educación física y contestó que no, porque no sentía que estuviera bien.
Oré al Señor por varios meses para que conmoviera el corazón de los profesores, puesto que la reglas son muy estrictas. Mi esposo es pastor de una iglesia del Quindío, departamento ubicado en el occidente de Colombia, y le pedí que orara para que el Señor le indicara qué hacer. Unos días después, me pidió que le pusiera una falda.
Le confeccioné una falda similar al uniforme de educación física. Me conmovió solo imaginar lo que pasaría, pues todas las niñas vestirían pantalón y, ella, una falda. Medité en los jóvenes hebreos y el horno de fuego.
Cuando recogí a Rebecca de la escuela, me contó que su profesor la felicitó por el uniforme.
Comprendí que, a pesar del calor del horno, el Señor no permitirá que el fuego nos queme cuando le encomendamos nuestras cargas, sin importar lo insignificantes que sean.
¡Aleluya al Señor!
La Hermana Catalina Muriel
Colombia