DIOS responde nuestras oraciones a Su manera, pero siempre responde.
A finales de abril, llovió tantos días seguidos por toda la ciudad que muchos lugares se inundaron, incluyendo nuestra casa. Las inundaciones en el exterior de la casa hicieron que los baños se rebosaran terriblemente.
Me despertaba en las noches a orar con mi esposa para que el Señor disipara el agua. Sucedió que mientras oraba, recibí fe y creí que las aguas se desvanecerían de mi hogar. Me alegré mucho y allí mismo agradecí a Dios por escuchar mi oración.
Desperté como a las 3:00 a. m., me dirigí a la sala y noté que el agua estaba filtrándose. Entonces me sobrevino este pensamiento: “¿Seguro que Dios respondió tu oración?”. Lo ignoré y recordé todo lo que el Señor ha hecho por mí y cuán bondadoso ha sido conmigo. Dije: “¡Sí respondió!”.
Al salir de la casa, seguía lloviendo y el agua estaba acercándose a la puerta principal de la casa. Le faltaba solo cinco centímetros para inundar la sala. Entonces ese pensamiento volvió a asaltarme, parecía una voz que decía: “¿Estás seguro de tus oraciones?”. Exclamé: “SÍ”.
Sabía que era un diablo susurrándome.
Como a las 6:00 a. m., fuimos a la casa del vecino para pedir prestado su celular y llamar a alguien que bombeara el agua de la casa. Él tenía una bomba hidráulica y me indicó que el otro vecino tenía el tubo de conducción necesario para drenar el agua sin peligro.
Entonces el vecino vino a nuestra casa como si lo hubiéramos contratado. Conectó la bomba con el tubo al desagüe principal frente a la puerta de la casa. La inundación descendió como pedí en mi oración. El vecino no nos pidió nada a cambio ni nos cobró por todo lo que hizo. Supe que Dios había contestado mis oraciones en el momento oportuno.
Anónimo