21/06/2018
A Él oíd

Así el profeta lo haya hablado hace sesenta o seis mil años, o haya sido en Israel o en los Estados Unidos, la Palabra de Dios es eternamente verdadera y hoy produce efecto en nosotros. Como leerán a continuación, el Señor le habló a este hermano joven como a muchos a lo largo de la historia. Es uno de esos testimonios que lo invitan a uno a sentarse y preguntar: “Señor, ¿tienes algo que decirme, como lo hiciste con este hermano?”. Quizás así sea, si le dan a Él la misma oportunidad.

Shalom a la Novia de Cristo de todo el mundo:

Siempre me ha parecido maravilloso pasar tiempo en la Presencia del Señor. Me gustaría compartir en mi testimonio cómo me demostró el Señor nuevamente en mi vida que Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Solo creed, todo es posible.

Este domingo, por motivos laborales, no pude participar en la transmisión del Tabernáculo Branham. Por tanto, al día siguiente descargué el servicio, pero, aun así, durante el día no pude dedicar tiempo a escuchar el sermón. Fue ayer, miércoles, a eso de las 11:00 p. m., cuando completé mi trabajo y decidí entonces escuchar la transmisión junto con la cinta A Él oíd.

Después del último canto al inicio de la cinta (Solo creed), el Hermano Branham tomó la Biblia y leyó Mateo 17. Habiendo leído el texto, el Hermano Branham mencionó:

“Quiero usar estas últimas tres palabras como texto: ‘A Él oíd’. Esta noche regreso con un texto muy breve para esta gran audiencia: tres palabras. Pero son… Si pudiéramos obedecer estas tres palabras esta noche, verían un Pentecostés repetirse en este edificio. Es breve, pero, ¡oh!, tiene bastante poder, para que el resto de la Biblia se conecte con esto. ‘A Él oíd’. No son muchas palabras”.

Y hacia el final de la cinta el Hermano Branham dijo:

“En los balcones en frente de mí, levantarían las manos y dirían: ‘Ore por mí, Hermano Branham. Quiero ser Cristiano, tan Cristiano como esa venada fue madre’”.

Y dije: “Señor, permite que el Hermano Branham mencione mi nombre y ore por mí para que se cumpla esta noche el deseo de mi corazón”. Y mientras el Hermano Branham oraba por los enfermos, dijo:

“Alguien por aquí, algunos de Uds., que… Hay un hombre sentado aquí mismo orando. No lo conozco; nunca lo he visto. Crea que ya no lo tiene. Señor Rinehart, crea con todo su corazón”.

En cuanto lo escuché, comencé a gritar y orar en voz alta, y dije: “Señor, ¡lo que dijo el Hermano Branham fue ASÍ DICE EL SEÑOR!”. Fue el momento más hermoso de mi vida y me alegra tanto que nuestro todopoderoso Dios me demostró una vez más: “solo creed, todo es posible”.

Me siento tan contento y agradecido con el Señor, pues me escogió antes de la fundación del mundo. Las cosas del mundo no significan nada para mí, pero lo único importante para mi vida en el mundo actual es que el Señor Jesucristo mismo more en mí.

Que este testimonio sea una bendición a la novia de nuestro Señor Jesucristo.

Hasta que nos encontremos.

Shalom,

El Hermano Reinhard

Pakistán