31/05/2016
Una mano de ayuda

En ocasiones, solo necesitamos recordar que el Señor Jesús quiere que le confiemos todos nuestros problemas. No solo tenemos que dejar nuestras preocupaciones ante Su trono, sino también recordar a nuestros hermanos y hermanas. Esta familia, no tuvo en cuenta únicamente sus necesidades, sino también a los demás; y en ese momento vieron Su mano intervenir en la situación.

Los saludo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo:

Nos gustaría compartir este testimonio para la honra y la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Puede parecer insignificante, pero Dios obra en toda situación simple que quizás no tengamos en cuenta. Él es el Dios de toda la creación. En enero del 2016, nuestro fiel servidor, el Sr. Refrigerador, quien nos ayuda a mantener los alimentos frescos, se enfermó. Al principio creímos que se le había acabado el gas. Cuando mi esposa me informó, me decepcioné un poco, pues no disponíamos del dinero para llamar a un médico. No teníamos dónde guardar las bebidas y los alimentos, en especial la carne y las frutas.

Dos meses después, nuestra familia se encontraba en una situación difícil, pues cada vez que íbamos al supermercado solo podíamos comprar pocas porciones de carne para cocinar el mismo día. Esta circunstancia en particular nos hacía gastar mucho dinero. No nos quedaba otra alternativa que ofrecer una oración por él, pues creemos en esta frase de nuestro amado profeta: “La oración cambia la situación”. Se lo encomendamos al Señor y creímos que algún día él (el refrigerador) funcionaría.

Un día, después del servicio de cintas en casa (escuchamos Preguntas y respuestas, 61-0112), nos arrodillamos con nuestros pequeños para orar por lo que necesitábamos. También recordamos en oración a nuestros amigos, nuestros familiares, los vecinos y a los hermanos y hermanas de todo el mundo. Les digo, en cuanto nos levantamos para saludar con un “Dios te bendiga”, mi esposa se dirigió a la cocina para empezar a cocinar. Abrió el refrigerador y, para su sorpresa, escuchó un sonido y notó que había hielo adentro. Empezamos a gritar y alabar a Dios por sanar a nuestro querido servidor, el Sr. Refrigerador.

Amigos, quizás piensen que Jesús no visita su hogar y quizás nunca Lo vean con sus propios ojos; pero Él siempre está presente. Él siempre está atento de lo que pasa entre ustedes. Confiamos en que este testimonio eleve su fe. Y, les digo, siempre permanezcan en el frente y sigan luchando; estamos en el campo de batalla.

Dios los bendiga a todos,

La familia David

Windhoek, Namibia