06/06/2016
Cartas de prisioneros

¡Una vez más se ha llenado el buzón de las cartas de prisioneros! Los siguientes son extractos de esas cartas.

Hace 45 años fue la última vez que me senté en el Tabernáculo, en Jeffersonville; por tanto, no se imaginarán lo asombrado que quedé cuando otro preso me entregó un libro del Hermano Branham. No sabrían el sentimiento que experimenté. Después de pasar tantos años huyendo y escondiéndome de Dios, ¡finalmente he llegado al punto en que no puedo huir más! Gracias por posibilitar esto. Voy de vuelta a casa. Dios los bendiga.

Arizona

Llevó aquí mucho tiempo. He estudiado la Biblia y cuantos libros pude encontrar relacionados con “Cristianismo”. Durante mi vida he visto fallecer a muchos de los “grandes evangelistas”. Y nunca encontré uno o leí algo que se concretara a la Biblia en un cien por ciento. A algunos les faltaba poco; pero no abarcaban toda la Verdad. Por tanto, cuando vi la pregunta sobre la manzana del Huerto, me reí, pensando: “Otro bromista”. Entonces, uno de los reclusos jóvenes comentó: “Es del Hermano Branham; escríbeles a ver qué es lo que dicen”. Bien, eso hice y ustedes, hermanos, me enviaron Las edades de la Iglesia, Los Sellos y Las semanas de Daniel. Definitivamente no recibí lo que esperaba. Verán, estoy acostumbrado a libros “Cristianos”, que tratan de sacrificar, ser bondadoso, vivir de la forma correcta…, pero en realidad de nada de la Biblia. Sin embargo, estos libros no lo miman a uno, sino que son directos; o le entran a uno o no. Este anciano quedó desconcertado, pues, verán, después de pasar una vida sonriendo y pensando que todo marchaba bien, tuvo que arrojar todo por la borda. Tengo en mis manos palabras pronunciadas de la boca de Dios a Su Novia. Hermanos, lágrimas cubrían mis ojos. No se imaginan por cuánto tiempo busqué alimento para mi alma. Me consta que el alimento convencional no es apto para el consumo; pero ¡este Maná procede del Trono! Sabía que en alguna parte Dios tenía Su testigo. Hermanos, agradezco a ustedes y a su ministerio, y oro para que haya más.

Florida

Doy gracias a Dios por enviarme a prisión; no veo otro medio por el cual hubiera aprendido de Dios. Me trasladaron por tercera vez y quizás permanezca aquí por un tiempo. A lo largo de los años aprendí tanto que asistí al capellán y pude dirigir servicios en ocasiones. Qué honor para alguien que nunca supo de Dios antes de terminar en prisión. Llegué aquí y confraternicé con hermanos Cristianos. Indagué sobre libros y me di cuenta de que ya había leído lo que ofrecían. Les pregunté si había otros y respondieron que no. Les pregunté: “¿Qué me esconden?”. Bien, me señalaron a un hermano que disponía de una biblioteca propia, alguien un poco reservado. Lo abordé e intenté hablarle. Le pregunté: “Me enteré de que tienes libros. ¿Será que puedo leer uno?”, y me dijo: “¿En serio?”, a lo que respondí: “Sí”. Me entregó un libro concerniente a las edades de la Iglesia. Amigos, ¿están conscientes de lo que tienen? Leí el libro y grité: “Esto es, indiscutiblemente, la verdadera Palabra de Dios”. Jamás leí tales Verdades. Nadie habla de esto; nadie podría abarcar todo esto a menos que fuera un profeta. Ya sé por qué ese hermano está separado de los otros “Cristianos”, pues ahora yo también lo estoy. Por favor, continúen enviándolo. Ustedes son lo único que tenemos.

Misisipi

Llevo 36 años aquí y no he aprendido nada en todo este tiempo. Pensé: “Estoy envejeciéndome; será mejor que averigüe de qué se trata”. Hablé con el capellán y me dijo: “Para eso organizamos los servicios”. Le contesté: “Soy consciente, pero debe haber algo más”. Me indicó que les escribiera pidiendo el libro Un profeta visita África y lo que pudieran enviarme.

Arkansas

Pasé años empecinado en comprender el Dios del Antiguo Testamento y el Dios del Nuevo Testamento. Cada uno de los capellanes, los ministros y los sacerdotes que consulté me dio respuestas distintas. Un día le mencioné a otro preso que no podía avanzar en la Biblia hasta no entender la conexión. Me sonrió, así que le dije: “A mí no me hace gracia y no me digas que sabes la respuesta”. Me contestó: “No me hace gracia, pero, sí, conozco a alguien que puede explicártelo”. Me dijo que esperara. Volvió muy sonriente con unos tres libros y me dijo: “Sí hay alguien”. Hermanos, es tan simple y evidente que Jehová es Jesucristo; ¡todos los Nombres compuestos están en Jesucristo! Habría que estar ciego; bueno, supongo que yo lo estaba. ¡Qué revelación! Dios bendiga al reverendo Branham.

Tennessee

Sé que soy otro hombre. Verán, me encantaban las películas; cada vez que presentaban una, ¡me sentaba en primera fila! De alguna forma me topé con uno de sus libros; no sé ni cómo ni dónde. No soy un lector, pero no podía apartarlo de mi vista. Ninguna película jamás me emocionó tanto como este libro. Encontraba hechos reales, uno tras otro, y cada vez más verdades. Otros reclusos me preguntaron por qué dejé de acompañarlos en las noches de cine. Ahora ando muy ocupado con la lectura de un libro. Qué mala suerte tengo. Se me cayó cuando fui a comer; pero alguien lo recogió y me lo regresó. Cuando volví a mi celda, no encontraba dónde retomar mi lectura, así que calculé un lugar aproximado y continué desde ahí. Todo parecía nuevo. Bien, dos días después, llegué a donde había colocado el marcapáginas. Aunque había leído todo eso por segunda vez, lo percibí completamente nuevo. ¡Vaya!, ¡qué libro! Dondequiera que uno lo abra, todo es nuevo. No sé si otros han experimentado esto, pero ¡estoy persuadido de que este libro de las edades de la Iglesia es la Verdad! No podría decirles cómo lo sé, pero ¡nadie me puede decir lo contrario!

California

Leer este maravilloso Mensaje, el cual creo que es la verdadera Palabra de Dios, siempre me remonta a mi niñez. Hace mucho, cuando cantaban en la iglesia los himnos antiguos del Evangelio, no entendía de qué trataban; pero las palabras de nuestro precioso profeta me evocan aquellos himnos y con lágrimas levanto las manos. Ahora, sí comprendo de qué tratan. Perdóname, Señor.

Misisipi

Amo este Mensaje de todo corazón, amo al Hermano Branham y agradezco al Señor por quienes nos lo dieron.

Nueva York

Agradezco al Señor por enviarme a la cárcel; era el único medio por el que podía conocer a Jesucristo y Su Mensaje.

Florida

“¿Por qué?”, me pregunté a mí mismo. “¿Por qué me habrían de entregar un libro sobre un predicador estadounidense que visitó mi país?”. En seguida recibí la respuesta y entendí por qué me encuentro en la cárcel. Normalmente a los acusados los liberan con una advertencia; pero el juez me dijo que me sentenciaba para que reflexionara sobre mi vida durante este tiempo. De seguro nunca se imaginó que yo recibiría un libro que cambiaría mi vida para siempre. Con solo leer cinco páginas, supe que había algo distinto. No se trataba de un predicador, ¡sino de un hombre ungido de Dios! Cuanto más leía, más comprendía y más quería. Por favor, envíenme más.

Sudáfrica

Vi un libro titulado Las edades de la Iglesia, un título muy interesante. No tenía idea de lo que me aguardaba ahí. Verán, me crie asistiendo a la iglesia y a una escuela estricta; pero solo me quedaron preguntas que nadie podía responder. Bien, cuando empecé a leerlo, quedé asombrado: “Siempre quise saber eso… Siempre pensé que era así…”. Parecía que el Hermano Branham había escrito un libro que abarcaba todas mis preguntas y mis pensamientos. Me sentí tan satisfecho con tantas cuestiones. Simplemente sabía en mi interior que todo era la Verdad del Evangelio. Se muestra tan verídico. Si hay más libros así, me gustaría tenerlos. ¡No existe nada que sustituya la Verdad!

Tennessee

Les escribo para expresarles mi gratitud por la Biblia y los libros que me enviaron. La Biblia era lo que más quería porque nunca había tenido una. Me interesaron los libros; supuse que, como enviaron la Biblia, también enviarían libros de interés. ¡Y sí que lo fueron! Aunque amo mi Biblia, no puedo dejar de hablarle a todo el mundo de los libros. Son maravillosos. Les hablo a todos del Hermano Branham. Por favor, envíenme más libros.

California