Somos una pequeña parte de la Novia que vive en una isla del océano Índico llamada Rodrigues, ubicada a unos 540 kilómetros al nordeste de Mauricio. Hace poco, fuimos anfitriones en nuestra iglesia de dos pastores: uno de Chennai, India, y otro de Durban. El pastor de Durban compartió un testimonio suyo concerniente al profeta. Mencionó que su abuelo tuvo el privilegio de conocerlo.
Cuando el Hermano Branham visitó Durban en 1951 con motivo de las reuniones, este pastor se alojó en un hotel donde trabajaba su abuelo. Cierto día, cuando su abuelo servía las mesas del personal, pudo oír al Hermano Branham hablando con unas personas sobre las reuniones que habían organizado. Cuando terminaron la conversación, él se dirigió al profeta y le preguntó: “Disculpe, señor. ¿Podría orar por mi esposa?”. “Desde luego, señor; vaya a traerla”, respondió. Él le dijo al profeta que vivían lejos del hotel y que si iba a traerla por tren, tardaría mucho y probablemente no alcanzaría a estar presente en el servicio.
“No hay problema”, dijo el profeta y sacó sus llaves del bolsillo, ofreciendo: “Use mi carro”. El hombre contestó: “Disculpe, señor; pero ni siquiera me alcanza el dinero para la gasolina”. El Hermano Branham sacó dinero de su otro bolsillo y se lo entregó para que comprara la gasolina.
Me conmovió tanto la humildad de nuestro profeta. Como Jesús, él era un gran hombre; pero aun así procedía con simplicidad. Este testimonio me conmovió mucho. Me alegra tener un profeta tan humilde como el Hermano Branham. Con su Mensaje nos acerca más al Señor.
Dios los bendiga, hermanos y hermanas. Manténganse fieles a este Mensaje. Shalom.
Su hermana en Jesucristo, Prisca
P. D. Dios lo pensó, el Hermano Branham lo habló y yo lo creo.