10/05/2015
El Día de las Madres

El primer predicador que un niño recibe es una madre. Hay cuatro… cinco Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas, Juan y la madre. Y una madre debería ser una mujer llena del Espíritu, que pueda enseñarle a sus hijos, y enseñarles a orar y a conocer de Dios y demás.

Expectativas, 55-1001

El Hermano Branham dijo que ellas son la columna vertebral de nuestra nación. De todas las épocas de la historia, es hoy cuando se debería valorar más a una madre piadosa. A nuestra madre, no le deberíamos demostrar solo un día al año nuestro agradecimiento y amor, sino todos los días.

En honor al Día de las Madres, publicamos un artículo de la edición de mayo de 1956 de El Heraldo de la Fe, el cual se refiere a una madre muy especial y la compañera del profeta de Dios, la Hermana Branham. El artículo siguiente lo escribió un asociado y amigo cercano del Hermano Branham, el Hermano Joseph Boze.

Que Dios bendiga a todas las madres, no solamente este Día de las Madres, sino todos los días.

En la portada de esta edición de El Heraldo de la Fe, pueden ver la fotografía de una madre joven y hermosa y su hijito; ellos son la Sra. William Branham y su hijo Joseph, quien nació el 19 de mayo del año pasado.

Cuando pensaba en qué elegir como representación del Día de las Madres, no pude encontrar algo más apropiado o que apreciarían más que esta fotografía de la Sra. Branham.

Ella es de las mejores jóvenes que hay; no desea popularidad, sino que fielmente apoya a su esposo —el gran hombre de Dios, el Reverendo William Branham— a medida que cumple con su ministerio profético y de sanidad divina.

A los que no son tan allegados al Reverendo Branham se les dificulta entender la presión constante bajo la que él vive: no tiene privacidad, en cuanto regresa de las campañas, se encuentra con una multitud esperándolo alrededor de su casa y su patio. El teléfono suena casi incesantemente, y esto sucede así el Reverendo Branham esté en casa o de viaje.

No es difícil comprender la presión que debe sentir la Sra. Branham. La mayoría de personas se verían tentadas a despedir a la gente y a atender descortésmente las llamadas telefónicas y los muchos favores que a ella le piden; pero la Sra. Branham no es así. Ella parece un ángel en su hogar; su comportamiento hacía la gente es dulce y majestuoso y siempre está dispuesta a ayudar, aun cuando su paciencia debiera estar agotada. Siempre responde las llamadas con dulzura y por el tono de su voz nadie notaría que está bajo presión.

Sin duda, ella es la ayuda idónea del Hermano Branham, quien siempre lo anima a permanecer en la voluntad perfecta de Dios y a ir a las reuniones en su país o en el extranjero, sin importar que quede indudablemente sola y a cargo de tres niños pequeños, dos de ellos mayores que Joseph.

En este Día de las Madres, considero muy apropiado rendirle homenaje a esta dama joven, hermosa, humilde y generosa, la esposa de nuestro gran amigo, el Rev. William Branham.

También les rindo homenaje a todas nuestras madres. ¿Qué sería de nuestros hogares y nuestros ministerios sin nuestras queridas esposas en casa, quienes lo entregan todo sin pedir nada a cambio por sus sacrificios y esfuerzos? Que las bendiciones misericordiosas del Señor reposen sobre ellas en este Día de las Madres y durante todo el año.