Desde que era una niña deseaba tocar un instrumento, especialmente el violín. Escuchaba las cintas y al Hermano Branham describir la Avenida Gloria, donde todos los coros y músicos angelicales estarán cantando y tocando, y los músicos marcharán antes de los soldados hacia la batalla.
Algo en mi corazón anhelaba tocar. Desafortunadamente, nunca tuve la oportunidad de recibir lecciones. Cuando cumplí doce años, nos mudamos con mi familia a otro estado, donde se acababa de fundar una iglesia.
Recuerdo que quería tocar en la orquesta desesperadamente; pero, como nunca había tomado lecciones, ni siquiera me sentía capaz de levantar un violín.
Sorprendentemente, preguntaron si alguno de los jóvenes quería practicar para entrar a la orquesta. Me emocioné muchísimo. Pensé: “¡Está es mi oportunidad para servir a la Novia de Cristo!”.
Recuerdo que la primera vez que sostuve un violín le oré al Señor para que dirigiera mis manos mientras tocaba para Él. Tomé mi paño de oración y lo coloqué en mi hombro, y solo tuve fe en que Dios me ayudaría. Al principio, ni tenía idea de cómo sostener el arco; pero, tuve fe, pues el paño de oración reposaba en mi hombro.
Empecé a tocar frecuentemente y a practicar en casa; siempre encomendándoselo al Señor en oración.
Nueve años después, con humildad puedo decir que el Señor me ha ayudado a mejorar considerablemente desde que comencé. Toco alegremente en la orquesta de mi iglesia todos los miércoles y domingos, pues sé que puedo servir a Su maravillosa Novia. Sin Dios no hubiera podido ser la música que soy hoy y estoy muy agradecida por Su amor y gracia.
Que Dios los bendiga ricamente a todos. “Si nunca nos volvemos a reunir en este lado del cielo, entonces los encontraré en esa hermosa orilla”.
Dios los bendiga, de parte de su hermana en Cristo de North Pole, Alaska.
La Hermana Abigail
Esta canción me ha ayudado en muchas ocasiones y espero que les sea de bendición.