En el supermercado, la cajera me comentó que estaban recaudando fondos para ayudar a una niña, pero dijo que se encontraba tan enferma que no sobreviviría y que podían usar ese dinero para el funeral. Me conmoví y sentí que algo habló a mi corazón: “Tú tienes algo maravilloso que puede ayudar a esta niña”. Llamé a mi pastor para que nos reuniéramos con toda la iglesia a orar por ella.
Al día siguiente, oramos por la niña en el servicio dominical. Luego, leí en las noticas que en Hermosillo había muerto una niña de cuatro años infectada de rickettsia (una bacteria que normalmente transmiten los chinches, las garrapatas, las pulgas y los piojos); pero, en mi corazón, sentí que no se trataba de la niña por la que oramos.
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Regresé al supermercado para conseguir información sobre su padre, pues quería asegurarme de que la niña seguía con vida y que no era la que aparecía en las noticias. Finalmente conseguí un número de celular y llamé a su padre. Con una hermana, le hablamos sobre nuestra fe en el Señor y le preguntamos si creía que Dios sanaría a su hija. Él aceptó nuestro testimonio de la oración y el poder de la fe.
El martes, mi pastor y algunos hermanos se reunieron en mi casa para llamar a este hombre y orar por la niña. Él entró a la unidad de cuidados intensivos y acercó el celular al oído de la niña cuando él médico estaba ausente. Hacía unos minutos el médico le había dicho que a ella ya no le quedaba ninguna esperanza y que moriría ese mismo día, pues había entrado en coma. Oramos y reclamamos el pacto incondicional con la Simiente real de Abraham. ¡Dios respondió nuestra oración!
El padre de la niña, el cual no es creyente del Mensaje, testificó que mientras orábamos, ¡la niña abrió los ojos! El médico dijo que algo le había ocurrido, pues recobró las fuerzas para vivir. Ese mismo día se recuperó y la dieron de alta tiempo después. Con sus padres visitó la iglesia y les ofrecimos un pastel. ¡Ella irradiaba felicidad!
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Estamos agradecidos por que nuestro Dios puede liberar una vida de la muerte. Él aún es Hebreos 13:8.
Elizabeth Valenzuela
México