29/06/2017
Calmando la tormenta

Este hermano nos recuerda bien que debemos hablar con el Maestro en la mañana, la tarde y la noche; pues, como los discípulos, no sabemos cuándo empezará la próxima tormenta en nuestra vida. Tengan la seguridad de que Él los acompañará; pero, antes de que la tormenta azote, denle la bienvenida.

Este testimonio es de mi hijo Luke, quien trabaja conduciendo un camión y transita por todo Estados Unidos y, ocasionalmente, Canadá. Este fin de semana, necesitaba llegar a casa para participar en una boda. Cuando viaja, se ausenta semanas seguidas, a veces meses, en los que escucha bastantes cintas. Sé que el año pasado incrementaron su fe y lo acercaron más al Señor mientras conducía. Como dijo Moisés en la película Los diez mandamientos cuando corrió la cortina para exhibir la ciudad que había construido: “¡Ahora juzguen los resultados!”.

Un breve testimonio de hoy:

Llegué a Tennessee a la 1:15 a. m. para entregar un pedido a las 2:00 a. m. Pero a las 3:45, seguía esperando y empecé a impacientarme, pues aún no había pasado al muelle y solamente me repetían: “Bueno, estamos intentándolo, pero los demás no han terminado”. Si me hubieran demorado hasta las 6:00 a. m., me habría resultado muy difícil llegar hoy a casa; por eso me angustié tanto.

Me estresé demasiado, pero de repente me sobrevino un pensamiento: “No oraste esta mañana”. Pensé: “Bueno, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Entonces me arrodillé y le pedí a Dios que me perdonara y que me diera paciencia en lo que fuera que pasara, así alcanzara a llegar a casa hoy o no.

Apenas terminé, cuando mi celular timbró. ¡Me asignaron un muelle y me dieron salida en una hora! Luego, cuando fui a dejar el remolque, lo desenganché y entonces el celular mostró una notificación: “Alerta de tornado: refúgiese de inmediato”. También lo anunciaron por la radio de la compañía y activaron la alarma de la ciudad.

Cuando me subí al camión, sentí una ráfaga de viento recio azotar la cabina y mecerla con mucha fuerza. Luego, ¡empezó a llover a cántaros y granizar! Nuevamente oré: “Señor, si pudiste darme el muelle apenas te lo pedí, puedes detener esta tormenta. Tú has calmado la tormenta antes y creo que aún puedes”.

Pasado solo un minuto, sintonicé el canal del clima en la radio y esto fue lo primero que oí: “Se cancelan todas las alertas de tornado, ¡pues la tormenta se ha retirado de la zona!”. Me sentí muy agradecido porque, aunque nos equivoquemos a veces, Él siempre se preocupa por todos nuestros asuntos y ninguna petición es demasiado insignificante o difícil. Hace una hora, llegué a casa sano y salvo.

Solo creed. Qué bendición es ver a nuestros hijos siguiendo a Cristo, escuchando este Mensaje a diario y creyendo.

Dios los bendiga a todos hoy,

La Hermana Angie