25/06/2015
La fe es por el oír

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Romanos 10:17

Recibimos este testimonio de una hermana de Brasil:

Desde muy joven, empecé a padecer de problemas estomacales y también a sentir mucha acidez y dolor. Tomaba antiácidos para sentir alivio, pero esto me causó un nerviosismo constante.

Ya de adulta, durante los embarazos, el dolor se intensificó cada vez más; por tanto, me aumentaron la dosis del medicamento. Llegué a tal punto que ni siquiera disfrutaba la comida y me era difícil conseguir alimentos que no me hicieran daño. Me sometieron a tres endoscopias, y los resultados empeoraban cada vez. Finalmente, descubrieron que mi estómago estaba completamente inflamado y la medicina ya no me surtía efecto.

En marzo de este año, durante el Tiempo a Solas del sábado, estábamos escuchando el sermón del Hermano Branham, Cómo el Ángel vino a mí y Su comisión. Al final de la cinta (en el párrafo 297), el Hermano Branham describió exactamente lo que me estaba sucediendo:

¿Qué piensa Ud. de eso, Ud. que está sentada al lado de ella? Ud. señora, ¿tiene tarjeta de oración? ¿No tiene? ¿Quiere Ud. sanar también? ¿No le gustaría ir a comer otra vez como Ud. solía hacerlo, que se termine ese problema del estómago? ¿Cree Ud. que Jesús la sana ahora mismo? Póngase de pie si Ud. cree que Jesucristo la ha sanado. Ud. tenía un estómago ulcerado, ¿no es así? Ha sido causado por una condición nerviosa. Ud. ha estado nerviosa por mucho tiempo. Especialmente con ácidos y cosas, quiero decir se crea ácido, y hace a sus dientes sensitivos cuando se le viene el alimento de nuevo a la boca. Eso es la verdad. Sí señor. Es una úlcera péptica, estaba en la parte baja de su estómago. Le quema algunas veces después de comer, especialmente el pan tostado con mantequilla. ¿Es correcto eso? Yo no estoy leyendo su mente, pero el Espíritu Santo es infalible. Ud. ahora ha sido sanada, vaya a casa, sea sana.

  Cómo el Ángel vino a mí y Su comisión, 55-0117

Entonces me puse de pie y acepté mi sanidad. El 6 de abril fue la última vez que sufrí de acidez. Ahora estoy sana y puedo comer lo que sea.

¡Gracias a Dios ya no necesito medicamentos!

¡Alabado sea el Señor!

La Hermana Cleaudicéia

Brasil