19/07/2018
Artículos Archivados – El Heraldo de la Fe

El siguiente es un artículo publicado en la revista El Heraldo de la Fe, en agosto de 1961:

Los días de la restauración

POR EL REV. WILLIAM BRANHAM

Quiero leerle del libro de Joel, capítulo uno, versículos 1-3.

“Palabra de Jehová que vino a Joel…”.

“Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres?”.

“De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación”.

“Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado”.

Ahora, en el segundo capítulo de Joel, versículos 25-27, Dios da una promesa: “Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado”.

JOEL ESTABA HABLANDO del árbol de Israel y diciendo que lo que un devorador dejó otro lo comió.

ISRAEL, EL “ÁRBOL DE HIGUERA”

Los judíos siempre fueron comparados con el árbol de higuera. Pienso que cuando Joel habló de este árbol siendo devorado, se refería a Israel. Ellos se alimentaban del vino de Dios, de Su herencia. Israel fue devastado hasta no quedar sino un vástago, cortado y sangrante casi hasta la raíz. Creo que Jesús habló de esto, cuando dijo: “Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios (Lucas 21:31)”.

En cierta ocasión, un incrédulo me dijo que podía probar que la Biblia no era la verdad. Lo primero que mencionó fue que Jesús era un ladrón, porque comió maíz cuando pasó por maizales que no le pertenecían. Le respondí que para comenzar ya le pertenecían porque Él era “el Señor de la Mies”.

Añadió que, en Mateo 24, Jesús habló de muchos desastres y dijo: “No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”, y que toda esa generación y muchas otras después ya habían pasado.

Hasta llegó a decir que estas cosas nunca se cumplieron, ni que tampoco Cristo había regresado. Él creía que Jesús era tan solo un hombre común.

LOS SECRETOS DE DIOS SON REVELADOS A “NIÑOS EN CRISTO”

Le respondí: “Mi amigo, eso solo prueba que Dios esconde estas cosas de los ojos de sabios y entendidos, y las revela a niños que quieren aprender”. Ud. nunca las entenderá por teología. Es triste cuando sustituyen al Espíritu Santo por la teología. En vez de enseñarle teología a la Iglesia, ella debería tener el liderazgo del Espíritu Santo. Han quitado el aposento alto, a donde solían ir a orar y buscar de Dios para ser llenos del Espíritu Santo, y lo han reemplazado por el salón para las cenas.

Las cenas para recaudar fondos no son el medio de Dios para sostener la Iglesia. Dios dijo: “Traed todos los diezmos y ofrendas al alfolí” (Malaquías 3:10).

Si un hombre ama a Dios, se gozará al apoyar la obra de Dios. A Ud. le agrada ayudar a quienes ama en gran manera.

Cuando Ud. ayuda a la Iglesia, está ayudando a Dios porque Jesús dijo: “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).

“NO PASARÁ ESTA GENERACIÓN HASTA QUE TODO ESTO ACONTEZCA”

Entonces, le dije a aquel hombre: “Mire, amigo, aquí Ud. malentendió lo que dijo Jesús. Su mente carnal no puede entenderlo”. Jesús dijo: “No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”. ¿Cuál generación? La que verá este árbol brotando sus hojas. ¿Qué es ese árbol? Es el mismo árbol del que habló Joel. Cuando comience a ver a los judíos regresando a Jerusalén, el árbol de higuera estará brotando sus hojas. Y esa generación no pasará hasta que todo se cumpla.

Por el mismo tiempo en que este gran avivamiento de sanidad comenzó a manifestarse en todo el mundo, declararon a los judíos como una nación independiente y, por primera vez en muchos siglos, la estrella de David de seis puntas se izó nuevamente en Jerusalén. El árbol está brotando sus hojas. Los judíos están regresando. Dios endureció el corazón del faraón para sacarlos de Egipto. Dios endureció los corazones de Hitler, de Stalin y de las otras naciones para ponerlos en contra de los judíos. Si quiere saber qué hora es, vigile al judío. Es el calendario de Dios.

ASÍ COMO LOS JUDIOS, NOSOTROS TAMBIÉN ESTAMOS RECHAZANDO A CRISTO

El Señor nunca desamparará a Israel. Él dijo en Jeremías 31:37: “Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel”.

Ellos fueron cegados por un tiempo para que nosotros pudiéramos ver la luz. Pero ahora nosotros estamos dándole la espalda, rechazando y crucificando nuevamente a Jesucristo. Con nuestra teología estamos razonando la sangre, el poder de Dios y todos los milagros y maravillas. Rechazar el mensaje de Dios del Espíritu Santo es un pecado tan grande para los hombres de hoy en día, como lo fue rechazar a Dios el Padre en los días de Moisés o a Jesucristo en los días de Su carne. Cuando Ud. rechaza este camino de salvación, que conlleva tanta persecución, está rechazando rotundamente a Dios y dándole la espalda. Los judíos eran celosos de Dios, pero rechazaron a Jesús. El Espíritu Santo, quien está con nosotros esta noche, es el mismo Dios que guio a los hijos de Israel por el desierto. Rechazarlo es muerte. ¡Júzguense Uds. mismos!

DESDE PENTECOSTES, “EL ÁRBOL DE HIGUERA” A MENUDO HA SIDO CORTADO

Joel lo vio venir: la restauración de la Iglesia. “Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado”. ¡Qué cuadro de nuestro tiempo! Pero luego Dios se dio la vuelta y dijo: “¡Yo restauraré! ¡Yo restauraré! Yo restauraré lo que tenían”. Restaurar algo es reemplazarlo de nuevo. Él habló de la vid en el capítulo 15 de Juan y que debía venir a cortarla. Pero las langostas y los otros devoradores vinieron y comieron todo casi hasta la raíz. Sin embargo, Dios dijo: “Yo restaurare y lo volveré de nuevo tal como era en el principio”. Y, hermano, desde el día de Pentecostés, ellos constantemente han cortado ese árbol. Lo que un grupo dejó otro lo comió. “Pero Yo restauraré”, dice el Señor. “La traeré de regreso a su hermosura. Le restauraré el mismo Espíritu Santo que tenía. Pondré profetas en su medio. Le daré señales y maravillas. Eso es lo que haré”, dice el Señor.

Sí, un grupo tuvo el clamor; otro lo quitó. Desecharon la alabanza al Señor y las reuniones de oración a la antigua. Por el clima caluroso, hicieron parqueaderos para que escuchen sin bajarse del auto y llaman a eso iglesia. Nadie quiere ir a la iglesia. Es porque las orugas se las están comiendo.

DIOS DIJO: “YO RESTAURARÉ”

Dicen que la sanidad Divina es algo del pasado y que el clamor era para la abuela; que estas otras bendiciones fueron solo para los discípulos. Quitaron todas las bendiciones de la Iglesia. Pero Dios dice: “Yo restauraré, la traeré de regreso”. ¡Aleluya! “Yo restauraré”, dice el Señor. Eso me basta.

Pienso en David, esa noche cuando estaba algo agotado, esperando una señal que le mostrara cuándo debería ir a la batalla. Mientras estaba acostado, escuchó el susurro entre los arbustos de mora. Dios se dirigía a él. La brisa de Dios, un sonido en la zarza de mora, yo la escucho hoy, saliendo, juntándonos. ¡Aleluya! El poder de Dios está uniéndonos, derrumbando los muros de separación, sacando a la Iglesia, vestida en la belleza de Pentecostés. No una iglesia fanática, ni tampoco una fría y formal, sino una bautizada genuinamente, una del Espíritu Santo, con Dios obrando por medio de ella con señales y maravillas, vindicando Su presencia. “Yo restauraré”, dice el Señor.

EL CONSUELO DE LA VOZ DE DIOS

Hace algún tiempo, durante un viaje de cacería en Canadá, fui a acampar, estando cansado, a unos 1600 kilómetros de la carretera destapada. Estaba muy adentrado en el bosque. Llevaba un radio viejo y lo encendí. De vez en cuando se podían oír llamadas de la policía. Allí estábamos un grupo de unos seis ministros. Lo primero que escuchamos fue un llamado de emergencia que la Real Policía Montada le hacía al Rev. William Branham para que se presentara en Dawson Creek. ¡Oh, vaya! ¿Que podría ser? Me preguntaba si sucedió algo en casa. Eran tres días de viaje desde donde estábamos. Un ministro se ofreció a partir conmigo de inmediato. Pero le dije que no era conveniente salir, pues en la noche era muy peligroso. Así que fui a orar un poco en el bosque, me arrodillé y le pregunté a Dios qué sucedía. Oré por unas dos horas. Entré en una visión y el Señor me dijo: “No es tu casa, no son tus niños. Es alguien que está tratando de encontrarse contigo”. ¡Qué maravilloso pronto auxilio en tiempo de angustia! ¡Qué consuelo! ¡Oh, escuchar la voz de Dios!

¡EL “VIENTO RECIO” REVIVE!

Al día siguiente, mientras cabalgaba despejando las ramas del camino a medida que avanzábamos, tuvimos que pasar por un lugar que se había incendiado hacía tiempo. Había arboles con una apariencia majestuosa y el viento al pasar por las ramas se oía lúgubre. Pensé: “Qué vista tan escalofriante hay en este lugar”. Cada vez que el viento soplaba, los arboles no se mecían, pero se escuchaba como lamentos y gemidos. Detuve mi caballo, lo até y caminé por allí mirando los árboles. Dije: “Alabado sea Dios. Puedo ver de qué hablaba Joel”. Me recordó algunas de estas iglesias viejas y formales que tenemos hoy día, paradas como grandes torres majestuosas que alguna vez vivieron, pero ahora están muertas. La corteza se quemó, las termitas las carcomieron y, cuando el viento recio y poderoso —El Espíritu Santo— pasa entre ellas, lo único que pueden hacer es quejarse, lamentarse y gemir. No pueden entenderlo en nada. Una vez fueron un bosque poderoso, una gran iglesia imponente, ¡pero ahora están muertas!

HAY UNA RESTAURACIÓN POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO

“Lo que quedó de la oruga, se lo comió la langosta”. Seguro, son iglesias y permanecen allí como lápidas, con una apariencia lúgubre. Sus pastores les dicen: “Los días de los milagros han pasado”. Cuando un viento recio desciende sobre ellas, les dicen: “Esas cosas son del diablo”. Siguen siendo árboles, son iglesias. Pueden mirar al pasado y decir que sus líderes anteriores hicieron esto y aquello. Pero ¿qué está obrando hoy en ellos el Espíritu Santo? Se ven como árboles, pero están muertos. Pensé: “¡Oh!, Dios, ¿será este bosque para siempre así?”. Y observé mientras el viento soplaba de nuevo y me di cuenta de que había un matorral empezando a crecer. Cada vez que lo azotaba el viento, estos se regocijaban, danzaban y se mecían con el viento. Dije: “Ahí regresa la restauración a la antigua, con el poder del Espíritu Santo descendiendo en un viento recio”. Están recibiendo vida en su interior. ¡Aleluya!

Este renuevo no niega el poder de Dios, sino que dice: “todas las cosas son posibles”.

DIOS ESTÁ PREPARANDO “UNA IGLESIA GLORIOSA”

También note algo: cada vez que estos arbolitos se sacudían, parecía que se fueran a desprender de la tierra. ¿Qué estaban haciendo? Aflojando el suelo para poder crecer a más profundidad. Cada vez que una bendición llega a un hombre nacido de nuevo, lo sacude para que pueda profundizarse. Le da otra experiencia. Cuando el viento llega, no se quedan allí inmóviles, gimiendo y llorando; entran en este y toman lo que trae. Se relajan. ¡Cobre algo de vida en su interior para que pueda moverse con el viento!

“Yo restauraré”, dice el Señor. ¿A qué se refirió con esto? Que Él restaurará a un pueblo que crea. Si quieren seguir muertos, gimiendo, quejándose y diciendo que los días de los milagros han pasado, lo pueden hacer. Pero aún hay un renuevo brotando. Dios va a tener Su Iglesia completa, parada en su belleza, vestida de justicia y preservada por el Espíritu Santo, con señales y maravillas que le sigan. Clamen por la lluvia Pentecostal que está cayendo. Gloria al Señor, cayó sobre mí. Estoy tan contento de poder decir que soy uno de ellos. Dios sigue siendo Dios. El Espíritu Santo está restaurando de nuevo. Él está sacudiendo el renuevo aquí. La Iglesia aún no está de pie en toda su fuerza, pero aun así está creciendo. Las lluvias caen sobre ella; los vientos soplan, la agitan y la sacuden. Ella sigue creciendo. Un día de estos Dios vendrá y la recibirá.

¡DEBEMOS ENTRAR AL GRAN AVIVAMIENTO AHORA!

Ellos tenían grandes avivamientos con la presencia del poder de Dios. Estaba leyendo sobre John Wesley cuando predicaba la sanidad Divina. A un ministro no le agradó y liberó un zorro y unos perros de cacería en la reunión. John Wesley se dirigió a él y le dijo: “El sol no se pondrá tres veces sobre tu rostro, hasta que me hayas llamado a orar por ti”. El hombre murió ese día, al atardecer, clamando porque John Wesley fuera a orar por él.

De nuevo tenemos estos grandes avivamientos y Dios está con nosotros. Sí, amigo, estamos viendo el cumplimiento de las palabras de nuestro Señor: “Yo restauraré”. Deshágase de todas sus dudas y temores, ¡y ENTRE AHORA EN ESTE GRAN AVIVAMIENTO!

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