Este es un testimonio simple sobre un acontecimiento y la bondad de nuestro Señor Jesús.
Durante la reunión de oración de la semana pasada, sentí una gran carga en mi corazón. Oré y le pedí al Señor que pudiera presentarlo a Él a un alma más. El domingo llevamos a cabo la comunión y el lavamiento de pies, y el hermano al que le lavé los pies también le pidió al Señor que me enviara a alguien a quien pudiera hablar. El lunes en la mañana, casi doce horas después, el Señor respondió mi oración.
Alguien llamó a la puerta de la oficina. Fui a mirar y vi a un joven barbudo con un gorro roto y vestimenta sucia. Preguntó si podía hablar con alguien. Le dije que podía hablar conmigo. Al principio, pensé que era un mendigo.
Me contó que era musulmán, y que alguien le había dado una Biblia de Gedeón y le dijo que leyera los primeros cinco capítulos. Como era musulmán, tenía prohibido leer la Biblia y cuando su familia lo descubrió, lo expulsaron de la casa. Dijo que lo que leyó en la Biblia lo conmovió y empezó a buscar a alguien que le explicara más, y por ese motivo se dirigió a la oficina.
Se llama Imraan. Le pregunté qué buscaba en la Biblia. Contestó que quería saber de Jesús, pues en el islam creen que Jesús solo fue un profeta más. Le preguntó a su maestro de la mezquita y le advirtieron que no los cuestionara.
Le conté sobre el plan de Dios para salvar a la raza humana y por qué Jesús tuvo que pagar el precio de nuestra redención. Como sé que los musulmanes confían más en los hechos, le dije pregunté si Dios tenía que entregarle a cada ser humano que nazca una hoja de verificación que tuviera que llenar en cada etapa de su vida, y que si podía pensar en alguien que pudiera cumplir cada requisito conforme a la prescripción de Dios y no a la interpretación del hombre. Reconoció que nadie podía cumplir los requisitos de la hoja de verificación de Dios y que todos fallarían la prueba.
Luego le expliqué que esa es la razón por la que Jesucristo es el Único perfecto y que Él quiere que le entregue su hoja de fallas a cambio de la que Jesucristo superó, pues es la única manera en la que Dios nos aceptará. Allí mismo dijo que deseaba dejar su vida de pecado y arrepentirse, y que quería la vida de Jesús.
Quiere que lo bautice y así será.
Le hablé sobre los profetas y estuvo de acuerdo en que estamos en el fin. Después le dije que Dios nos ha mostrado Su amor y gracia enviándonos un profeta llamado William Marrion Branham.
Salió gozoso de la oficina, pero entonces recordé que no le había dado un libro del Mensaje.
Dos horas después, regresó con una sonrisa de oreja a oreja. Lo llevé a sección de libros y le entregué el de Las Edades de la Iglesia. También le di algo de ropa, pues la que llevaba estaba en muy mal estado.
Horas después, a las 9:00 p. m., recibí una llamada de parte de él. Estaba llorando. Dijo que venía del hospital y que si podía pasar a verme.
Cuando llegó tenía vendada la cabeza y un ojo. Contó que su hermano mayor y su padre se enteraron de dónde se encontraba y que quería convertirse en Cristiano. Lo golpearon y amenazaron de muerte por aceptar a Jesucristo. Comentó que había perdido el gozo que experimentó y que debía huir porque su vida estaba en peligro. Si un musulmán se convierte en Cristiano, corre peligro de muerte. Me preguntó por qué no podía morir allí mismo, ya que había encontrado al Señor. Le conté que hacía mucho también deseé que el Señor me llevara a Casa en varias ocasiones, pero Él me guardó por su bien. El Señor lo ama tanto que él pudo encontrar lo que buscaba. De repente, empezó a sonreír. Entonces le comenté que, ahora que había encontrado lo que buscaba, era su oportunidad de contarle a alguien más.
Dijo que planeaba reunirse con un camionero, que recorre largas distancias, para que lo llevara a un lugar ubicado a quinientos kilómetros de distancia, puesto que su hermano y su padre lo estaban buscando y corría peligro. Oré por él y le di una Biblia King James.
Esta mañana escuché que alguien llamaba a la puerta de la oficina, era Imraan de nuevo. Me contó que, mientras esperaba al camionero, empezó el libro de las Edades de la Iglesia y, cuando llegó a la página 37, leyó sobre los hermanos de José que lo rechazaban. Comentó que era lo mismo que estaba viviendo. Entonces leyó en la Biblia que el Señor dice que tiene un lugar delante suyo y una puerta abierta que ningún hombre puede cerrar. Comentó que fue lo que ocurrió cuando vino a la oficina por primera vez.
Dijo que sintió tanta fuerza en su interior que decidió que no huiría por temor. Él cree lo que Dios dice en Su Palabra: Él nunca lo abandonará ni desamparará. Me preguntó: “Hermano Keith, ¿es este el Dios que usted sirve?”. Respondí orgullosamente que sí. Entonces quiso saber más sobre el Hermano Branham.
Esa noche, mientras esperaba al caminero, un hombre se le acercó y le preguntó por qué estaba todo vendado. Contestó que había aceptado algo, por lo que fue castigado. Ese mismo hombre le ofreció trabajo.
Dios los bendiga,
El Hermano Keith
VGR