14/07/2017
Confianza en el Señor

Ahora, yo no reemplazo a un médico. Dios nos dio a los médicos y estamos agradecidos por eso. Pero estoy tratando de colaborar con el doctor. Si el doctor les ha recetado todo el medicamento que sabe dar y Ud. no puede mejorar o ha sobrepasado el conocimiento médico, entonces siento que tenemos el derecho de acudir a Dios y pedirle a Dios que nos ayude. Él es—Él es el gran Médico que prometió que lo haría.

La gran comisión (57-0804A)

El siguiente testimonio lo envió una hermana que no confiaba plenamente en los médicos, pero que, en lugar de depositar esa confianza en el Señor, intentó curarse con remedios caseros. 

Quiero dedicar un momento a agradecerle a Dios por lo que hizo por mí. Durante dos años sufrí de forúnculos en la piel. Empezaban como una diminuta mancha, pero luego se trasformaban en una protuberancia enorme y dolorosa. Cada vez que me veía un rasguño o una mancha en la piel, me asustaba, pues sabía que era muy posible que empeorara. ¡Algunos me producían el peor dolor que he experimentado! No puedo imaginar lo dolorido que estuvo Job. Unos se tardaban un mes en sanar mientras que otros me mandaban al departamento de urgencias o al médico, donde sencillamente me prescribían algún antibiótico y me despachaban.

Bueno, no soy de las que toma mucho medicamento; prefiero encontrar un método natural para lidiar con las dolencias. En ese entonces, oraba por mi sanidad y usaba el paño de oración; pero, al mismo tiempo, buscaba qué producía esa afección de la piel y qué remedios naturales la curaban. Me untaba aceites esenciales cada vez que me salía una manchita. Los forúnculos no se agravaban tanto, pero al cabo de uno o dos meses, volvían a aparecer.

Finalmente, una mañana mientras escuchaba una cinta en mi Tiempo a Solas, el Hermano Branham ofreció esta oración:

Ahora, Dios, nosotros somos Tus pastores. No somos hombres de operaciones de bisturí, o de-de remedios de la medicina. Tenemos una cosita muy humilde, una honda. Pero eso es lo que Tú has puesto en nuestra mano, una honda de oración. El enemigo ha entrado y echado mano de las ovejas de Dios. Ha agarrado a padres, y a madres, y a niños, arrastrándolos ahora entre los arbustos; mentes retrasadas, y ciegos, y comidos por cáncer; y son diablos.

Satanás, esta pequeña honda de oración parece muy sencilla, mas yo sé lo que hará. Vengo tras esa oveja en esta noche, para traerla de regreso. Sal, déjalos en paz. Sal de esa persona, espíritu maligno de enfermedad, y déjalos. Yo te conjuro, en el Nombre de Jesucristo, vete, y no vuelvas más a ellos. Que el Dios del Cielo te reprenda, Satanás.

Jesús de Nazaret dijo: “Si dijeres a este monte: ‘Quítate’, y no dudares en tu corazón, sino que creyeres lo que has dicho, tendrás lo que has hablado”. Por lo tanto, en el Nombre de Jesucristo, declaro la liberación para todos aquí. En el...

Satanás, puede ser que digas que nosotros no tenemos la autoridad para hacer esto. Estamos levantando frente a ti la insignia en esta noche, a Jesucristo. El Espíritu Santo está aquí, probando que éste es la insignia de Dios, y tú has perdido la batalla. Sal, en el Nombre de Jesucristo.

Una insignia (62-0119)

Al escuchar esta cinta, me percaté de que no le había encomendado mi sanidad completamente a Él. Una parte de mí intentaba encontrar una cura natural. Aunque no deposite mi fe en los médicos y su medicina, si lo hice con los aceites y los remedios naturales. Le había pedido a Dios que fuera mi Médico, pero no había empleado todo Su remedio; estaba usando el mío.

Durante esa oración, le encomendé mi sanidad por completo a Él. Luego de que el Hermano Branham oró por mí, dejé de usar esos remedios inmediatamente y estoy tan agradecida con Él, pues desde entonces no me han salido más forúnculos. ¡Gloria a Dios! ¡Dios es tan bondadoso! Él quiere ser nuestro todo y, si le permitimos, Él será nuestro Gran Médico. ¡Dios los bendiga a todos!

La Herman Amber

Estados Unidos