30/07/2018
Él quiere darte algo

1 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Apocalipsis 3:20

[El Hermano Branham toca en el púlpito—Ed.] Estaba tocando, intentando volver a entrar por la puerta. “He aquí, estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi Voz...” Me da gusto que Ud. oyó en esta noche. Ahora, yo solamente puedo pedirles que se pongan de pie.

Él los está mirando. Jesús dijo que “donde están dos o tres congregados en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Si eso no es cierto, entonces no existe Dios, no hay Biblia, no hay sol que sale ni que se pone; no hay flores, no hay árboles. Y Ud. en realidad no está aquí presente, sino que está en un sueño. La vida no es real y Ud. no es un ser humano. Y es imposible que eso sea así, igualmente es imposible que Él no esté presente. “Y si pidiereis algo en mi Nombre, en fe creyendo, Él os lo concederá”.

Dios ocultándose en simplicidad (63-0412e)

Imaginen cuánto habrían apreciado los israelitas que el profeta Moisés visitara sus hogares para enseñarles de la Palabra. Podemos leer en nuestra Biblia sobre los pocos elegidos —como en el caso de Elías y la viuda o el Señor Jesús y Jairo— que pudieron escuchar la voz del profeta con sus oídos. Sin embargo, hoy en día la situación es muy distinta. Por primera vez en la historia, casi todo el mundo puede escuchar al profeta de Dios en su casa, a la hora que desee. Es un honor que solo goza esta generación.

Esta familia se reunió un lunes por la noche para recibir a un invitado especial en su altar familiar. Lo único que él necesita es su invitación y pueden tener la certeza de que el mejor invitado de todos, el Señor Jesús, también estará presente.

Solo quiero agradecer al Señor. El lunes por la noche organizamos una reunión familiar de oración, en la que escuchamos la cinta La unanimidad de la unidad (predicada en 1958). Recibimos una gran bendición con la cinta y la presencia poderosa del Espíritu Santo nos acompañó. Me sentía indispuesto, pues tenía la garganta dolorida e inflamada.

Al final del mensaje, el profeta nos indicó que nos tomáramos de las manos y confesáramos nuestros pecados ante Él. Luego repetimos una oración después de él y oró por nosotros.

Al concluir la oración, nos preguntó si sentíamos un cambio en nuestro cuerpo. Yo me sentí diferente inmediatamente. El dolor de garganta y, en especial, la inflamación, habían desaparecido.

Además, recibí una recarga del Espíritu Santo. ¡Gracias al Dios viviente!

¡Dios los bendiga!

Christian

Australia