Así es como Dios hace con Su pueblo. Él los cortó de entre las demás naciones. ¿Con qué? Su Espada de dos filos, Su Palabra. Él los separó, a Su nación, de entre las naciones. Él separó Su nación de entre las naciones, por los profetas, Su Palabra vindicada.

La muerte no le cambia nada al hombre excepto su lugar de morada; no le cambia su naturaleza, no le cambia su fe, no cambia nada en Ud. sino su lugar de morada.

¡Por tanto, es hacia donde se incline su naturaleza en esta mañana! Si Ud. es uno que duda de la Palabra de Dios, Ud. será uno que duda allá. No me interesa lo santo que Ud. sea, cómo viva, ni lo bien que viva; el morir no le cambiaría a Ud. en nada, sólo su lugar de morada. Y si Ud. no puede aceptar toda la Palabra de Dios tal como está escrita, Ud. no lo haría Allá; así que no se preocupe, Ud. no estará Allá.

Los judíos no podían ver que Ése era su Mesías. Y esto a pesar de que eran eruditos y teólogos, hombres muy reconocidos por su conocimiento; leían la misma Biblia que Uds. leen. Ahora, después de que eso nos ha sido dado a conocer, nosotros podemos ver claramente que era el Mesías. No obstante, ellos no pudieron verlo, ni tampoco lo pueden ver éstos hoy. Ha sido profetizado que ellos también serían cegados. La iglesia, en este día, ha sido profetizado que sería cegada, para rechazar el Mensaje del tiempo de la tarde.

No obstante, es un tiempo de prueba. Dios está probando personas hoy, como memoriales Suyos.

De los millones en el mundo en los días de Elías, cuando reinaban Acab y Jezabel (siendo ellos el tipo del anti-tipo de hoy), de entre todo ese mundo solamente hubo setecientos salvos por la predicación de Elías. ¿Correcto? Exactamente. Miren, Elías no conocía que ninguno de ellos era de esa categoría. El creía que era el único salvo hasta que Dios le abrió uno de los Sellos y le mostró el misterio en el Libro, que tenía setecientos que nunca habían rendido culto a esos credos de ese día. Cuando Dios le abrió Su Libro a Elías, le dijo: “Hijo, espérate un momento. Yo tengo setecientos metidos por aquí y por allá, que tienen sus nombres escritos en el Libro desde la fundación del mundo. Son míos”. Dios le abrió los Sellos.

Cada uno de Uds. que profesa ser Cristiano, logre aquietarse Ud. mismo delante de Él. No deje que el lavado le sea impedimento; no deje que lo impida el trabajo; no deje que nada se lo impida. No deje que nadie sepa lo que Ud. está haciendo. Simplemente vaya delante de Él. Vaya al bosque a algún lugar; oríllese en la carretera. Entre en secreto al clóset y cierre la puerta. Cuando los muchachos vayan a la escuela, entonces arrodíllese. Ud. ha oído toda clase de voces por todas partes, pero sólo hínquese y quédese allí hasta que esas voces sean silenciadas y Ud. comience a subir. Eso lo cambiará a Ud.; lo transformará, como sucedió con este pequeño Samuel. Hará algo en Ud., si tan sólo lo hace. Ahora, hará de Ud. lo que debe ser; hará de Ud. el Cristiano que debe ser.

Nada lo va a perturbar a Ud. No tema tomar a Dios por Su Palabra. Sólo relájese y tenga fe, y crea. Él está cuidando de Ud. Él desintegrará cualquier cosa que trate de perturbarlo a Ud. ¡Oh, puede ser que lo ataque, pero no le puede hacer daño! Porque Él permite “todas las cosas”. No puede ser otra cosa “pues ayudan a bien a los que aman al Señor”. No hay mal que le pueda llegar a Ud.

Creo que la Escritura dice que cuán maravilloso o precioso es habitar los hermanos juntos en armonía. Es como el—el aceite que estaba sobre la barba de Aarón, que descendía hasta los bordes de sus vestiduras. En efecto, podemos decir esta mañana, con veracidad genuina de corazón, que fue un—un compañerismo muy grato. He llevado a cabo muchas reuniones, visto muchas cosas, por la gracia de Dios. Nunca he conocido un grupo de hombres más agradables, simples y verdaderos hermanos Cristianos, todos sencillamente unidos.

A todos Uds. los salvó Dios de la misma manera, por fe. Ud. podría venir aquí, y llorar, y orar, y orar, y llorar toda la semana, y la siguiente semana, y un mes; y todavía sería un pecador, hasta que lo aceptara a Él por fe. ¿Es cierto? No es su llanto lo que lo salva. Es su fe lo que lo salva. Muy bien. Entonces, cuando lo acepta, lo cree y alguien dice: “A ver si parece distinto. Pues, Ud. aún tiene ojos cafés; es—es el mismo de antes”. Ud. no puede mostrar nada de que es salvo; solamente está testificando lo invisible. Su fe dice que es salvo. Entonces, Ud.…?… lo que hace. Ud. cree que es salvo; entonces dice que es salvo; entonces actúa como salvo; entonces se asocia con los que son salvos; y eso produce rectitud. ¿No es cierto? Y después de un tiempo todos saben que Ud. es salvo. ¿No es cierto?

Él quizás le haya demandado un testimonio de su sanidad; quizás Ud. no lo sepa, pero solamente permanezca firme. Cuando esté seguro de que ha cumplido todos los requisitos, cuando sepa que ha hecho todo lo que sabe y se haya rendido a Dios, solo queda algo por hacer: es aferrarse a Su promesa entonces. ¡Quédese ahí! Dios prometió responder; Él lo hará. Ud. no sabe lo que Él ha ordenado, a qué ángel o qué hacer.

Esta mujer enferma acostada aquí: Yo puedo orar una oración de fe, y ella será sanada. Eso es algo grande. Eso es lo que Él estaba haciendo allá. “Pero” dijo, “mayores que estas haréis. Yo les voy a dar Poder, no sólo para resucitarlo por un tiempo, sino para darle Vida Eterna, que será Eterno, para siempre”. Gente desventurada, pobre, ciega, ¿cómo no captan eso? ¿No ven Uds. lo que es la cosa “mayor?”. Eso es lo más grande que pudiera suceder, impartir Vida Eterna a la gente. ¿Qué es Vida Eterna? La Vida que Él vivió. La Vida que estaba en Él; impartirles Eso a otros. ¿Puede un hombre hacer eso? Un hijo de Dios sí puede.

¡Miren lo que ese día en el Calvario hizo por Uds.! Pagó su precio; dejó esa incógnita resuelta. “Sus pecados como la grana; son blancos como la nieve; rojos como el carmesí, blancos como la lana”. Uds., por tanto, no tienen pecado. Uds. están perfectamente sin pecado. No importa lo que Uds. hayan hecho, o lo que hagan, Uds. aún no tienen pecado. Mientras hayan aceptado a Jesucristo como su Salvador, sus pecados están perdonados. Y todo lo que es perdonado, es “remitido y olvidado”.

Entonces, ¿qué hace eso? Les da a Uds., después de esa condición, Su Espíritu, para que lo sigan a Él, y para que hagan lo que Él hizo, para otros que están siguiendo adelante.

Tenga su día en el Calvario, Dios obrará Su voluntad en Ud.