14/07/2016
La simplicidad

Nosotros le agradecemos al Señor por las grandes bendiciones, pero no debemos olvidar los pormenores que Él nos concede a diario. Esta hermana le pidió algo muy simple al Señor y quiere contarnos cómo Él le contestó.

Me encantan los árboles. En la zona donde crecí hay muchos árboles. Tengo un pequeño jardín frente a mi casa, el cual es el hogar de un hermoso y majestuoso arce que proyecta su sombra a todo el jardín. En las mañanas, me gusta contemplarlo desde la ventana mientras disfruto de mi Tiempo a Solas y de un café, especialmente durante el otoño, cuando todas las flores se han secado y está lleno de colores.

Este verano, emprendieron un gran proyecto de construcción en la calle contigua a mi casa. Van a instalar nuevas tuberías y cables de electricidad, arreglar el alcantarillado y las aceras, y reconstruir la calle. Esto es un poco incómodo, debido al ruido constante de la maquinaria pesada que durará tres meses.

Un día antes de empezar la obra, pasaron por mi casa para informarme que tendrían que cortar mi árbol. Yo asentí. Entendía que el proyecto de construcción era necesario. Entonces me dirigí al Señor: “La verdad sería muy bueno que pudiera conservar ese árbol; disfruto contemplarlo”. Luego retomé mi trabajo.

Ayer terminaron de cortar la mayoría de los árboles que se encontraban en medio de las aceras y la calle. Antes que se marcharan, les pregunté cuándo cortarían mi árbol. Ellos contestaron: “Cuando se trazó el plan de este proyecto, se decidió que los nuevos servicios llegarían hasta el borde de su propiedad. No vamos a cortar su árbol. En esta manzana solo dejaremos tres árboles entre la calle y la acera: el suyo y los que están a ambos lados de su casa”. Les di las gracias. 

En cuanto se fueron, agradecí al Señor y le dije que, aunque los demás crean que fue un ingeniero el que diseñó esos planos, yo sé Quién los diseñó. Gracias, querido Jesús.

La Hermana Esther

Estados Unidos