26/07/2016
Sonrisas

Esperamos que los siguientes testimonios hagan sonreír a decenas de miles de los hijos de Dios.

Un fuerte abrazo

Mi refrigerador se averió hace dos años. En ese momento, conservé mi comida en el refrigerador de mi mamá; pero oré al Señor y declaré que Él es el Dios de todo lo imposible. Abracé el refrigerador mientras oraba ¡y de repente oí que el motor empezó a funcionar!

Desde entonces, el mejor refrigerador que he tenido está a mi servicio.

La Hermana Julia

Colombia 


Aún queda esperanza

Si Ud. ha sido la mujer más malvada de este país, tanto que su nombre ni siquiera esté a la altura para que los perros lo ladren, permítame decirle algo: si Ud. se aferra a la promesa de Dios y se agarra de eso y así vive, pues Dios derramará Su fuerza en Ud., hasta que se vuelva tan santa que todos sepan que es Cristiana. 

El Hermano Branham


Dios responde la oración a Su manera

Esto me hizo sonreír: anteanoche prendimos una fogata y ayer mis dos hijos pequeños querían encender otra, así que uno empezó a reunir hojas en el lugar de la fogata y a orar para que Dios enviara fuego. Las hojas se empezaron a quemar por el carbón ¡y él corrió a contarme que la Columna de Fuego la había encendido!

Estados Unidos 


Una cámara con un flash muy potente

Un día pasó una tormenta muy fuerte. Hubo muchos relámpagos y mi hija de cinco años comentó: “¡Mamá! ¡Dios me tomó una foto!”. Se nos escapó la risa. Ella lo decía muy en serio.

La Hermana Julia

Estados Unidos


Entonces así se comportan los monos

Y estaba de pie allí, mirando a la gente entrar, y vi—vi que una joven entró; y me iba dirigir a preguntarle si quería que orara por ella. Me—me pareció que le pasaba algo y… en sus ojos. Y he visto lepra y glaucoma, oftalmía. Yo… Pero nunca había visto unos ojos en esa condición. Y me vine a enterar de—de que no era eso, pues ahí venían otras. Era algo extraño que llevaba en sus ojos. Era… Yo quedé… Qué bueno que algo me detuvo o ella habría… Y ella tenía puesto algo verde amarillento por aquí y azul oscuro debajo, y era… Bueno, pensé que la pobre estaba al borde de la muerte; no sabía que ella… Entró ahí y pensé—pensé: “Es—es la primera vez que veo algo así”.

¿Es una nueva moda o algo que ahora hacen?

Y miré alrededor, y vi eso, y comencé a acercarme y decir… ¡Oh!, ¡vaya!, pobre muchacha; me gustaría preguntarle qué le pasa en los ojos. Y pensé que ella quizás… Le iba a decir que yo oro por los enfermos; tal vez que—que si… Que quería saber lo que era. He visitado África y las junglas, y yo—yo—yo—yo—yo jamás había visto algo así en toda mi vida. Y no se me ocurrió que fuera maquillaje. Uds. saben de dónde—saben de dónde viene el maquillaje; es de la jungla. Así es. Es un rasgo pagano. No—no pertenece a la civilización. Son—son los paganos; así es, ellos se pintan y hacen…, usan lodo. Y yo… Es exactamente cierto; ciertamente. Se originó allí; allí es donde pertenece. No pertenece a la civilización y está muy alejado del Cristianismo. Así que, entonces, ellos… Jamás había visto algo parecido en—en África, en Estados Unidos, Suiza, Francia, Alemania, a donde he ido, dando la vuelta como siete veces; así que jamás vi algo así. Y me topé con eso en California. Qué bueno que no me acerqué; probablemente me habría abofeteado, ¿verdad? Si le hubiera dicho que podía orar por ella con motivo de sus ojos, Uds. saben, y…

Tenía un amigo ministro que una vez vino aquí de Holanda. Y él tuvo una confusión parecida y la muchacha no lo abofeteó, pero es asombroso que no lo hizo. Él era un pequeño holandés y visitó mi casa. Y fue al centro de la ciudad, y estaba como en la mediana edad. Salió una muchacha con esos, muy poca… Casi sin ropa puesta. Él gritó: “¡Oh!, ¡hermana, hermana!”.

Y ella se volteó, diciendo: “¿Qué es lo que le pasa?”.

Dijo: “Se le olvidó la falda”. Y así que—y así que… Y ella solo giró la cabeza y se fue por la calle como… Es asombroso que no lo abofeteó; pero, pobre, él pensó: “¡Oh, vaya!”.

No puedo creer que venimos de los monos, pero yo… parece que para allá es adonde nos dirigimos.

El Hermano Branham

Reclínense en su asiento y dediquen un momento a recordar las ocasiones en las que el Señor Jesús los ha hecho sonreír. ¿Sabían que Él también tiene sentido del humor?