24/07/2020
Sanada de escoliosis

Queridos hermanos y hermanas:

Hola, tengo doce años y me gustaría compartir con ustedes un testimonio de cómo el Señor me sanó. En abril notamos algo extraño en mi espalda. Mi mamá me llevó al médico y me diagnosticaron escoliosis.

Mis radiografías se veían terribles. Tenía dos curvas, una de quince grados y otra de dieciocho grados. Debo admitir que cuando vi mis radiografías, me asusté mucho. El médico comentó que tendría que usar un chaleco ortopédico las 24 horas del día y que nuestro objetivo era evitar la cirugía. Recibí mi corrector ortopédico a finales de julio y una semana después, fui al cuarto Campamento de Still Waters. Antes de ir al campamento, a mi hermana se le ocurrió la idea de que el Hermano Joseph firmara el chaleco. Pensé que era una gran idea, así que cuando fui el viernes al campamento, me la pasé buscando la oportunidad para que el Hermano Joseph lo firmara. El viernes no tuve la oportunidad, pero el sábado, estaba haciendo fila con una amiga para las motos de agua, con la esperanza de alcanzar antes del almuerzo.

Le diagnosticaron escoliosis.

Mientras esperábamos, noté que el Hermano Joseph estaba a unos metros de distancia, observando a los niños en las motos de agua. ¡Era la oportunidad perfecta! Me acerqué a él, me miró y me saludó. Le dije: "Hola, Hermano Joseph, me preguntaba si podrías firmarme algo". Le pregunté si podía esperar mientras iba a buscarlo. Dijo que sí y una gran sonrisa apareció en mi cara mientras corría a la cabaña a buscar el chaleco.

Regresé corriendo hasta donde estaba el Hermano Joseph y le dije: "Este es mi corrector para la espalda y me preguntaba si lo podrías firmar". El Hermano Joseph lo tomó, lo firmó y anotó una Escritura. Le agradecí y regresé con mi amiga. Nos llamaron a almorzar antes de que mi amiga y yo pudiéramos subirnos a las motos de agua, pero estaba tan feliz que no me importó.

Después del campamento me reuní con el médico de la escoliosis y me tomaron más radiografías. ¡Mis dos curvas ya se habían reducido a una curva de diez grados! Estaba muy feliz y mi médico también. Dijo que era muy posible evitar la cirugía. Después de eso, mi familia y yo siempre oramos por mí y tuvimos fe, y usé el chaleco todo el tiempo. En octubre tuve otra cita. Fui con mi mamá y me tomaron más radiografías. Los médicos miraron las radiografías en su computadora. Mi médico miró a otro médico y comentó: "Mira, la escoliosis... la escoliosis desapareció". ¡Nos mostró a mi madre y a mí las radiografías y mi espalda estaba perfectamente recta! Mi madre y yo nos marchamos gozosas y agradecidas. Para lograr eso, la mayoría de gente requiere usar el corrector ortopédico durante años o hasta cirugía, pero yo solo tuve que usar el corrector tres meses. Todo fue gracias al Señor que me sanó de la escoliosis.

La sanidad de la escoliosis.

Mi papá dice que lo único que necesitaba para enderezar mi espalda era la oración, la fe, ¡y que un profeta firmara el chaleco! Estoy totalmente de acuerdo. Siempre agradezco a Dios por sanarme. Solo soy una niña en este enorme mundo y, aun así, el Señor me sanó (verano del 2019).

Dios los bendiga,

La Hermana Ella.