04/08/2015
Pararse por Él

A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Mateo 10:32

Una de las acciones más sobresalientes que están a nuestro alcance es pararnos por esta Palabra. Al hacerlo, nos paramos por Aquel que hizo lo mismo por nosotros, pues Él es la Palabra. Ustedes se darán cuenta que nuestro Señor siempre nos defenderá SIN FALTA. En algún momento de nuestra vida, ya sea por medio de un amigo, un pariente o alguien que conozcamos por casualidad, es casi un hecho que nuestra confesión será probada para definir si es una verdadera posesión.

La postura que este joven hermano adoptó les infundirá ánimos cuando sean probados.

Recientemente, mis compañeros de trabajo comenzaron a discutir sobre la religión. La verdad, nunca les di demasiada importancia a sus conversaciones; pero en esta ocasión despertó mi interés. Después de todo, el grupo se componía de agnósticos, mormones, ateos y budistas.

—Yo creía en Dios —dijo el ateo—; pero, sinceramente, ¿quién puede demostrar que algo así existe?

—Pues, ¿saben? —respondió el mormón—, yo nací y fui criado así.

La conversación continuó y algunos miraron hacia donde yo estaba. Me percaté de lo que me esperaba, pero no me asusté.

—Isaías —dijo el budista—, tú nunca comentas nada. ¿En qué crees?

Sin dudarlo, respire profundamente, enderecé la espalda y hablé con la cabeza en alto:

—Todo lo que está escrito en la versión King James de la Biblia. Todo.

El silencio reinó; todos intercambiaron miradas de desconcierto e ironía. Yo sabía que les extrañó mucho que alguien aún creyera en TODO lo que dice la Biblia, en especial la versión King James. Entonces, de la parte de atrás, salió un muchacho casi dos años mayor que yo. Hasta donde sé, él no profesaba ninguna religión, pero al parecer mi respuesta le llamó mucho la atención.

—¿Quieres decir —dijo el muchacho— que tú crees que Dios abrió el mar Rojo para que Moisés cruzara?

—Tal como está en la Escritura —contesté.

Algunos de los empleados menearon la cabeza y rieron como si se tratara de un chiste; pero yo no me retractaría.

—¿Crees —continuó él— que el agua se convirtió en vino?

—¡Así es! —afirmé, preguntándome cómo terminaría esto.

Nuevamente, los demás solo se rieron.

—¿Afirmas que has visto personalmente a Dios? —preguntó el muchacho.

—Por supuesto que sí; no tengo la menor duda —respondí.

—¿Lo conoces y has hablado con Él?

—Sí y nadie me puede contradecir.

En el área de trabajo no se oyó nada más que susurros y risas.

Tenía curiosidad por saber qué diría él luego de que yo respondí sus preguntas lo mejor que pude; pero simplemente sonrió y me señaló con el dedo mientras decía unas palabras que jamás olvidaré:

—ESO sí es fe.

Por último, él regresó al lugar de donde vino y los demás reanudaron sus tareas.

Gracias a esa situación verdaderamente me di cuenta de lo importante que es adoptar una postura firme con respecto al Mensaje. Esto prueba que, aunque unos se nieguen a ver como nosotros la Palabra de Dios, nos encontraremos con otros que reconocerán que en nosotros hay algo real y especial.

Nuestro trabajo es hacer que nuestra Luz brille sin importar las persecuciones que podamos enfrentar.

Oro para que este testimonio los anime en su caminar Cristiano.

El Señor los bendiga,

El Hermano Isaías