28/10/2020
Obediencia a la Voz

¿Le habla el Señor a usted? Medite en esta pregunta por un momento. ¿Le habla Él a usted como individuo? La respuesta es sí. Pero todos enfrentamos el problema de identificar la Voz de Dios y separarla de la voz de Satanás. Muchas veces, suenan casi exactamente igual, pero una voz cederá y la otra Voz hará exactamente lo que Dios ordena.

A este hermano de Nigeria se le pidió que diera una ofrenda a un amigo misionero y, como leerán, se mantuvo firme en lo que el Señor le dijo.

¡Shalom, Santos de una Fe igualmente preciosa!

Esta mañana, sábado 5 de julio del 2020, a las 10:54 a. m., Dios me dio tanto gozo en mi corazón que no podía contenerlo, ¡y quiero compartir mi testimonio con todos ustedes para SU Gloria y Honor! ¡Amén!

El 3 de junio del 2020, fui a mi banco a depositar 5000 nairas (12,82 dólares), que era parte del poco dinero que le había prestado a mi papá durante la cuarentena. A los pocos días de que me entregara el dinero, fui al banco a depositarlo y, antes de esto, solo me quedaban 105,16 nairas (0,27 dólares) en mi cuenta. En el banco, mientras estaba a punto de hacer el depósito, algo me habló al corazón para enviar el dinero a un predicador misionero de nuestra Fe.

Aunque, antes ya tenía ese sentir en mi corazón, lo había estado ignorando hasta este día. Al principio intenté olvidar ese pensamiento, ya que tenía la esperanza de usar el dinero para comprarme un nuevo cargador para el portátil que costaba exactamente 5000 nairas.

Pero de nuevo, el sentir se hizo más fuerte, así que dije: "Bueno, le enviaré el dinero a Su siervo por una transferencia bancaria”. Así que hice el depósito, me fui a la casa y recibí la notificación. Entonces intenté hacer la transferencia, pero el banco no me permitió dejar una cifra inferior a 100 nairas (0,26 dólares) en mi cuenta. Así que intenté enviar 4.900 nairas, y funcionó. Entonces algo me dijo: "4900 nairas (12,56 dólares) no es muy diferente de 5000 nairas (12,82 dólares), además, no es tu culpa que el banco no enviara la cifra completa". Pero entonces la gracia de Dios estaba presente para ayudarme a responder: "Dios me dijo que enviara 5000 nairas y no 4900 nairas y ¡eso es precisamente lo que DEBO HACER!".

El 5 de junio de 2020, regresé a mi banco para hacer un depósito de 1.000 nairas (2,56 dólares) y algo dijo: “¿Cómo vas a hacer una transferencia de 100 nairas y que tu banco te cobre 10 nairas? El Señor entenderá y el predicador también, si le ha orado a Dios y está esperando el dinero, seguramente lo entenderá". Pero Dios me ayudó a responderle al diablo otra vez: "¡No! 5000 nairas deben ser 5000 nairas, ya que es exactamente lo que es ante Dios". Así que, de inmediato, envié solo 100 nairas (0,26 dólares) para completar las 5000 nairas.

El 29 de junio del 2020, a las 2:00 p. m., recibí una llamada de mi hermano mayor, Joshua, quien es un trabajador independiente. Me preguntó cómo había lidiado con la cuarentena. Le conté mi experiencia, cómo me había descarriado y Dios usó la cuarentena por SU infinita Gracia para regresarme a ÉL. Y que lo que más hago durante esta cuarentena por la Misericordia de Dios es orar, leer mi Biblia y también estudiar los sermones. Él dijo: “Bien, eso está bien. Esas cosas pasan a veces". Entonces, antes de terminar la llamada, me comentó que quería transferirme algo de efectivo, para que pudiera usarlo para mantenerme durante la cuarentena. Le dije: "Está bien, te agradecería mucho".

Luego, ese mismo día, me pidió mi número de cuenta y se lo envié. En ese momento, me transfirió 5000 nairas. Recibí la notificación y casi me pongo a llorar al pensar en que Dios me había devuelto las 5000 nairas que le envié a SU siervo; quizá porque yo era un pecador. Mi corazón se conmovió. 

Bueno, Dios me consoló; superé el sentimiento. Esta mañana, sábado 5 de julio del 2020, estaba escuchando el sermón Ve, dile a mis discípulos (53-0405S). Durante el servicio, escuché al Hermano Branham compartir una serie de testimonios y, a continuación, se encuentra uno de los testimonios que conmovió mucho mi corazón, para vindicar este testimonio.

256 Esta mujercita de por aquí, se levantó de esa tuberculosis, y el hospital dijo que se iba a morir. Ella caminó por aquí, entonces se rehusó. Ella pensó que era fanatismo el venir a bautizarse.

257 Y sentada allí una noche, con fiebre alta, en su casa, ella podía escucharme predicar desde aquí hasta su casa. Yo estaba predicando sobre el bautismo en agua. Ella se levantó y vino, y entró tambaleándose a la iglesia. Y estaba sentada aquí en la parte de atrás. Y ella dijo: “Debo ser bautizada”. Tenía un bulto grande e hinchado en su hombro. La Sra. Weber, por aquí, fue y le consiguió una bata, y vino y se la puso. Ella caminó al bautisterio, con fiebre, de ciento cuatro, y allí fue bautizada conforme a lo que le prometió a Dios. Y hoy… eso fue hace años. Y hoy, allí está ella, sentada aquí, viva esta mañana, es porque Dios vive y reina, y Él se levantó de entre los muertos.

258 Hace unas semanas, ella y su hija estaban en Louisville. Iban bajando por la calle y allí estaba sentada una pobre anciana limosnera. Y estaba mendigando. Dijo: “Señora, por favor, ayúdeme. Estoy necesitada”. Ella miró en su bolsillo, solo tenía el dinero suficiente, quince centavos, creo que era, para poder cruzar el puente.

259 Ella estaba caminando. Empezó a bajar por la calle. El Señor le dijo: “Ahora, cuando tú estabas desamparada, Yo te ayudé. Y esa mujer está desamparada, y no la ayudarás”.

260 Ella caminó alejándose un poco más, dijo: “Señor, pero solo tengo quince centavos. ¿Cómo vamos a llegar a casa mi niña y yo? ¿Cómo lo haremos?”.

Él dijo: “¿Qué a ti? Sígueme a Mí”.

261 Ella se da la vuelta, regresa. Dijo: “Señora, discúlpeme”. Dijo: “Solo tengo quince centavos, es todo lo que tengo, para que mi hija y yo crucemos el puente”. Dijo: “Se los doy. Es todo lo que tengo. Siento no tener más”.

Ella dijo: “El Señor la bendiga, mi hija”.

262 Ella se dio la vuelta, comenzó a caminar. Su hija dijo: “Pues, madre, ¿qué vamos a hacer ahora?”. Dijo: “Todo el tráfico, será peligroso caminar por ese puente”. Dijo: “No podemos caminar por el puente ahora”.

263 Ella dijo: “No sé. Él me dijo que lo diera y eso es todo lo que tenía”.

264 Iba caminando por la calle, y en ese momento ella miró. Su hija dijo: “Oh, madre, mira. Aquí hay cinco centavos”. Y ella miró y dijo: “Y aquí hay diez centavos”.

265 ¿Qué es? Es la manera que Él hace las cosas. Él nos deja saber que Él está aquí.

266 Este verano pasado, estaba afuera, en reuniones. Mi esposa entró, ella dijo: “Billy, necesito un cheque. Tengo que ir a comprar algunos víveres”.

267 Un pobre predicador anciano pasó por aquí, dijo: “Hermano Branham, no tengo dinero”. Dijo: “No—no tengo un centavo. Tengo que ir a Texas”. Dijo: “Yo—yo le pagaré algún día cuando pueda”. Dijo: “¿Me puede ayudar, me ayuda?”. Dijo: “Quiero cincuenta dólares”.

268 Yo fui al banco, para ver si los tenía. Bueno, tenía solo—solo como cien-, así que fui y le di cincuenta dólares de eso. Él lo tomó y se fue.

269 Cositas van apareciendo, Uds. saben cómo es-. Mi esposa dijo: “Billy, necesito un cheque esta mañana, unos veinte dólares, tengo que comprar unos víveres”. Fuimos allá y compramos los víveres. Regresamos. A ella se le olvidaron los huevos. No los conseguímos. Y pensé: “Oh, vaya, bueno”. Pensé: “Tal vez alguien hará algo”.

270 Entonces fui y le estaba ayudando al Sr. May; era una especie de… Aún no había nadie en la casa, y yo estaba moviendo tierra con la pala. Me fijé de casualidad, y vi que entró un carro viejo, condujo hacia un lado y se quedó allí. Un predicador anciano salió de allí, algo lisiado, y vino caminando, se sentó en el porche, se reclinó. Pensé: “Ese pobre predicador todo acabado; tengo—tengo que ir allá y verlo”.

Fui para allá. Yo dije: “Buenos días'.

271 Él dijo: “¿Cómo le va, Rev. Branham?”. Dijo: “Me imagino que no me conoce”. Y él me dijo quién era. Dijo: “Yo soy uno de estos pobres predicadores”. Dijo: “Yo estaba allá arriba en Cleveland; ellos me dieron gasolina suficiente para llegar hasta aquí”. Y dijo: “Mi carro viejo está allí casi seco. Dijo: “Algo me dijo que pasara por aquí”. Dijo: “Tal vez Ud. me pudiera ayudar un poco”.

272 Lo miré. Pensé: “Vaya, oh”; Uds. saben. Pensé: “Pobre anciano”. Le dije: “Oremos”.

Él dijo: “Quiero que ore. Tengo mal la cadera”.

Y yo dije: “Muy bien”. Nos arrodillamos y comenzamos a orar.

273 Cuando comencé a orar, el Señor me dijo: “Dale cinco dólares”.

274 Yo dije: “Bueno, Señor, por supuesto, Tú sabes todo al respecto. Tú sabes si está allí o no”.

Y yo dije: “El Señor me dijo que le diera cinco dólares”.

Dijo: “Eso es demasiado, Hermano Branham”.

275 Le dije: “Pero Él me dijo que le diera cinco dólares”. Y escribí el cheque. Dije: “Llévelo con Strothers, ellos le darán el efectivo”. Pensé: “¿Ahora qué?”. Salió. Se fue conduciendo y al rato ya no estaba.

276 Había un hombre trabajando allá en la casa, vino con el Sr. Luther. Él dijo: “¡Oiga, predicador!”.

Y yo dije: “Sí”.

277 Dijo: “Sabe algo” dijo, “tengo cien gallinas en la casa”. Y dijo: “Esas gallinas viejas” dijo, “les—les doy todas las vitaminas y todo lo demás, y los alimentos y” dijo, “no logro que pongan huevos”. Dijo: Hace una semana, me arrodillé, dije: “Señor, si Tú solo—si solo haces que esas gallinas pongan huevos, regalaré la mitad de los huevos”. Dijo: “Sabe algo, ellas comenzaron a poner”. Dijo: “Al día siguiente tenía noventa huevos”. Él dijo: “Tengo—tengo una caja de huevos aquí, que quiero darle”. Cinco dólares, exactamente.

278 ¿Qué es? Simplemente la manera en que Él hace las cosas. ¿Qué estoy tratando de decir esta mañana? Estoy tratando de decir esto: que Jesucristo vive y reina. Él resucitó de los muertos. Él partió el pan. Los ojos les fueron abiertos. Ellos reconocieron que era Él, solo por la forma en que hizo algo. Observe Ud. alrededor y se dará cuenta, solo por la manera en que Él hace las cosas, Él aún vive y reina.

Él vive, Él vive, ¡para impartir salvación!

¿Pregúntenme cómo sé que Él vive? Él vive en mi corazón.

Ve, dile a mis discípulos (53-0405S)

Al escuchar a SU Siervo decir bajo la Unción del Espíritu Santo: "¿Qué es? Simplemente la manera en que Él hace las cosas", ¡mi corazón saltó de gozo!

¡Gloria al Señor!

No he terminado el sermón, ¡continuaré estudiándolo!

¡Dios los bendiga!

El Hermano Emmanuel

Nigeria