28/08/2018
Él no puede engañarme

Y Él me dijo: “Eso, que eso permanezca, si alguna vez hubiera una duda en tu mente, acuérdate de este lugar, vuelve aquí”.

Parado en la brecha (63-0623M)

Salí de mi restaurante y me dirigí a casa con mi hija. Vivo fuera de la ciudad y, durante cinco kilómetros, la carretera es de grava.

En cuanto llegué a la carretera de grava, decidí darle el volante, así que me orillé. Abrí la puerta, pero no me bajé, pues ella comentó que estaba muy cansada para conducir. Cuando anocheció, fui a buscar mi billetera, pero no la encontré. Pensé: “Bueno, la dejé en la camioneta”. No apareció allí el día siguiente.

Busqué por toda la casa, pero no la encontré. Empecé a entrar en pánico, pues allí estaba todo mi dinero, los diezmos de esa semana y el efectivo de las ventas del día anterior.

Llegué al trabajo e inspeccioné mi camioneta tres o cuatro veces, luego llamé a la casa para pedirle a mi hija que buscara en todas partes, incluso afuera, donde estaba el carro. Empecé a escribirle a la Novia para pedir oración y luego llamé a VGR para dejarle una petición de oración al Hermano Joseph. Oré: “Señor, Tu Novia está orando. Llamé a tu profeta y el Hermano Branham dijo que tenía fe en que, si necesitaba su navaja, sabiendo que se encontraba en el tocador de su casa, aparecería en su bolsillo. Le creo a tu profeta y él me dio su fe”.

Luego le envié un correo electrónico al Hermano Billy y el me confirmó que había orado y añadió: “Él NUNCA falla; todo saldrá bien”.

Estaba sentado afuera del trabajo, cuando esa carretera de grava me sobrevino en el corazón. Pensé: “Lo único que hice fue abrir la puerta”. Algo me dijo que fuera allá. Había llovido durante catorce horas y disponía del tiempo preciso para conducir treinta minutos de ida y treinta de venida para abrir mi restaurante puntualmente.

Me subí a la camioneta y me dirigí hacia allá. El diablo empezó a actuar: “No está allí; acabaste de pasar y, si estaba allí, alguien ya la recogió. Es imposible”.

Allí guardo una foto del Hermano Branham con la Columna de Fuego. Dije: “Señor, haz que el Espíritu Santo y la Columna de Fuego protejan mi billetera”.

Entonces me sobrevino al corazón lo que el Hermano Joseph predicó sobre el tercer jalón: “Solamente hable la Palabra; Ella creó ardillas, calmó la tormenta”. Oré: “Señor, que mi billetera se encuentre en esa carretera de grava, sin que le falte nada”.

Llegué al lugar, me bajé del carro donde hay un desvío que se extiende unos cincuenta metros en una curva. Empecé a bajar por la margen de la carretera hasta el límite y no hallaba nada. De allí caminé al otro margen de la carretera y regresé hasta dónde había estacionado. Estaba orando mientras caminaba hacía mi camioneta y me detuve para observar algo en los árboles. Me iba a dar por vencido, por lo que volví a la camioneta. Entonces apareció allí, en la superficie de la cuneta, en el lado opuesto de dónde parqueé; estaba abierta, con la fotografía del Hermano Branham y mi dinero sobresaliendo, con todo su contenido.

Di un grito y allí mismo le envíe un correo electrónico al Hermano Billy Paul, quien contestó: “Te lo dije, ÉL nunca falla”.

Era imposible que se encontrará en ese lugar y que hubiera permanecido allí. Todo fue sobrenatural.

Ahora, todos los días, cuando salgo y llego a casa, paro en este lugar para agradecerle al Señor por mi experiencia. El diablo ya no puede hacerme creer que Dios no escucha mis oraciones. Puedo ir a un lugar donde experimenté al Dios viviente.

Estoy agradecido con el Padre, también por la fe del Hermano Branham, las oraciones del Hermano Joseph y del Hermano Billy, y por toda la NOVIA que oraron por mí.

Dios los bendiga

El Hermano Jason