08/07/2016
Desde el frente

El 18 de mayo, el Hermano Eladio Silva, administrador de la oficina de Argentina, acompañado por el Hermano Mario Illanes, se encontraba en un viaje de distribución por el sur del país, cuando su vehículo se volcó. En el accidente el auto quedó completamente destrozado y el equipo, herido. A pesar de la traumática experiencia, el Señor intervino en todo: sanó a una joven de una enfermedad y demostró que estos hermanos están cortados por el mismo patrón de Pablo y Silas. Ellos están dispuestos a sacrificar su vida por el Evangelio. Este es su testimonio:

Como a las 3:30 p. m., estaba durmiendo, ¡cuando escuché al Hermano Mario (quien estaba conduciendo) invocar la ayuda del Señor! El vehículo se volcó y todo pareció oscurecerse. Sentí una sacudida y luego pude escuchar gritar al Hermano Mario: “¡Eladio! ¿Se encuentra bien?”. Apenas pude contestarle mientras él salía del auto por la ventana rota (creo que perdí el conocimiento). El Hermano Mario abrió la puerta para que yo pudiera salir, pero cada intento de salir del vehículo era muy doloroso. Él intentó buscar ayuda; mientras, yo solo oraba para que el Señor mandará a alguien que nos rescatara, pues la carretera estaba completamente desierta. Había sufrido una herida en la cabeza y mi espalda estaba terriblemente lastimada. Me dolían el pecho y la espalda. El Hermano Mario regresó sin poder conseguir ayuda; pero dos horas después una patrulla policial de Río Negro nos encontró. Nos ayudaron e intentaron orillar nuestro vehículo sin éxito. Acordaron con el Hermano Mario que me llevarían al hospital y que después una ambulancia vendría por él.

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El Hermano Eladio sufrió heridas leves en la espalda, el pecho y el cuello, y lo hospitalizaron unos días mientras se recuperaba. Durante ese tiempo conocieron a una familia que necesitaba sanidad.

Cuando llegamos, me atendieron en el departamento de emergencias, pues estaban reparando el hospital. El médico me examinó mientras la enfermera retiraba los pedazos de vidrio que se me habían incrustado. Me informó que no había sufrido fracturas ni lesiones. Entonces llegó la ambulancia y el Hermano Mario trajo el equipaje de mano. Al examinarlo el médico, su estado era mejor que el mío; solo le dolía la zona pélvica. El médico nos recomendó algunos hoteles donde podíamos hospedarnos; mientras conversábamos al respecto, una enfermera se acercó y me preguntó si yo era pastor. Respondí que sí y ella llamó a su esposo. Entonces nos ofreció alojarnos en su casa. Su esposo nos recogió y cenamos con ellos.

Mientras hablábamos sobre el auto, el Hermano Mario y el hombre decidieron traerlo. Pasamos la noche en su casa. No sabía si el dolor me dejaría dormir. El colchón donde dormí casi no tenía resortes, pero era el mejor que esta familia tenía; que Dios la bendiga. Y Él los bendijo, pues su hija de 15 años estaba necesitada. Cuando llegamos a Buenos Aires, nos enteramos de que el Señor había suplido su necesidad.

A pesar del dolor que aquejaba al Hermano Eladio, él prosiguió con el viaje de distribución hasta que entregó todo el material a las iglesias que había acordado. Para él fue mucho más importe entregarles el Mensaje a los creyentes que sus heridas.

Por favor, recuerden en sus oraciones al equipo de Argentina y a todos los misioneros que desafían los desiertos y las junglas tenebrosas para llevarle este Mensaje a la Novia de Cristo. Sin duda, ellos aprecian sus oraciones.

Fotografías

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