19/08/2019
El amor de Dios

El testimonio inspirador de este hermano nos enseña que nunca debemos excluir a nadie, sin importar cuán grave se vea la situación. Dios cuida a Sus hijos y “al que a mí viene, no le echo fuera”.

El Hermano Freitas se cansó de sus viejos hábitos. Cuando decidió cambiar, el Señor no solo lo libró de sus adicciones, sino también le proporcionó una comunidad de amigos piadosos que lo recibieron con los brazos abiertos.

Hoy es mi cumpleaños (julio 9) y, al leer el sitio web, recordé cuánto Dios ha cambiado mi vida. Me ha brindado amigos excepcionales, los mejores que uno pudiera tener, y también una familia hermosa.

Remontándome a mi pasado, antes que creyera en este Mensaje, el cambio que Dios produjo en mí ha sido como convertir agua en vino. Tomaba diariamente, fumaba químicos, vivía en la calle y no respetaba a mi familia. Creía que hasta mi madre debía pensar: “crie a mi hijo incorrectamente”; pues yo solo traía problemas. Oía a mi madre decirles a sus hijos: “No hablen con él”, pues yo no era una buena influencia.

Empecé a buscar un cambio y tenía la certeza de que se encontraba en Cristo Jesús. Sabía que debía acercarme a Él. Quería dejar mis adicciones para poder llegar a Él, pero era una batalla muy difícil. Un hermano me visitó y me invitó a la iglesia, a lo que respondí: “Algún día iré a la iglesia, pero ya sabes que tomo cerveza”.

Empecé a fumar menos. Quería parar; gastaba mucho dinero bebiendo y fumando, y mi salud empezó a deteriorarse. Paraba por unos meses, pero luchaba constantemente en mi interior. Los deseos de beber y fumar no dejaban de agobiarme. Los años pasaron y me di cuenta de que tenía una adicción y no iba a superarlo. Hasta que un día tomé la mejor decisión de mi vida: ¡volver a la iglesia! Hablé con mi esposa y le conté que Dios envió a un profeta para esta edad conforme a Sus promesas de Malaquías 4:5-6. Ella respondió: “Eso es lo que necesito y te acompañaré”. Ambos lloramos ahí mismo.

Ella cambió su vestimenta, botó sus pantalones y sus blusas indecentes, y dejó de cortarse el cabello. Desde ese momento decidimos seguir a Jesucristo. Dije: “Seguiré este rumbo y abandonaré los vicios poco a poco”. Pero en el momento que dije: “Te seguiré, Señor”, los deseos de beber y fumar se fueron. Mis problemas de depresión desaparecieron.

Los amigos que Dios le dio

Mi esposa se bautizó en el Nombre del Señor Jesús y yo me arrepentí de mis pecados y recibí el Espíritu Santo en mi vida. Pasamos por dificultades y luchas, pero no fue nada comparado con el gozo de estar en esta Palabra. Dios me mostró que Él es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Ahora comparto las cintas del profeta con los demás y al escucharlas he hecho muchos amigos en muchos lugares. Tengo los mejores amigos de todos. Recuerdo que el Hermano Branham dijo que su familia (los Branham) no tenía buena reputación, pues eran borrachos. Dijo que no se juntaban con él porque era un Branham, por lo que no tuvo amigos en su infancia. Pero luego Dios le dio muchos amigos en todo el mundo.

Agradezco a Dios por este Mensaje y, cuando tenemos esa experiencia con Él, nada puede cambiarnos o contradecirnos. ¡Él es vida!

Dios los bendiga

El Hermano Billy Paul Freitas

Brazil

El Hermano Billy Paul Freitas y su familia

Gracias por compartir su testimonio, Hermano Billy. También queremos demostrarle nuestro reconocimiento a su esposa piadosa que voluntariamente le rindió su corazón al Señor Jesús y renunció a todo lo que el mundo le ofrecía. ¡A ambos los vemos como héroes!