Y ahora, cuando los hermanos recibieron el bautismo del Espíritu Santo, dijeron: “Esta es la cima; es todo lo que hay”. Pero, hermanos, eso está errado. ¿Ven? El poder de Dios no tiene cima. Seguimos avanzando más y más; son los recursos ilimitados de Dios que jamás se han explotado aún, bendiciones y poderes de los que no sabemos nada. Ni siquiera ha sido revelado a los Arcángeles; le está esperando justo enfrente a Su iglesia que creerá.

Y fijémonos en esto por unos momentos: cuando los hijos de Israel emprendieron su jornada, un tipo perfecto de la iglesia de hoy abriéndose camino a la tierra de gloria. ¿No creen que a diario ganamos un poco más de terreno a medida que marchamos? Cada noche encender una fogata para el campamento en terreno nuevo; me siento un poco más cerca que ayer. Así lo creo ¿y ustedes? Encender una fogata para el campamento cada noche; avanzar.

Escuchen, ahora esto está grabado. Es para el mundo que hablo, o adonde habrán de llegar estas cintas. Y para Uds. aquí, no importa lo que me suceda a mí, Uds. crean esto. Rusia (el comunismo), no va a conquistar nada. La Palabra de Dios no puede fallar. El romanismo es lo que va a conquistar al mundo.

El Espíritu Santo gobierna a la Iglesia. El Espíritu Santo es el amor de Dios. Al tratar los hombres de expresar el amor de Dios, uno dijo:

Si fuera tinta todo el mar,

Y todo el cielo un gran papel,

Y cada hombre un escritor,

Y cada hoja un pincel,

Al intentar contar Su amor

Se vaciaría el mar;

Y ni los cielos con su anchor

Podría el rollo abarcar.

Ese es el Espíritu Santo. Eso es lo que necesita Phoenix. Eso es lo que el mundo necesita. Eso es lo que la iglesia debe tener. Añadan amor y gozo, y paz, y entonces todos sus escrúpulos se resolverán y seremos una gran Iglesia unida rumbo a la gloria de Dios.

Y siempre recuérdenlo: acepten esa Voz que dijo: “Sígueme” y siempre les resultará todo bien. Creo que lo harán. Confío en ustedes; pero siempre recuerden que Jesús, esa Voz, vive en la tierra esta noche, al igual que cada voz y cada palabra que pronunciamos aún viven, cuando esa voz se emite en esa onda de éter del aire. El… Vean, uno tiene un transmisor aquí que lo envía. Uno es el transmisor que lo envía. Ahora se requiere de la emisora para captarlo. Y Jesús fue el Transmisor de la Palabra de Dios, pues Él fue la—la trinidad de Dios manifestada en un Hombre. Él fue completamente Dios y completamente Hombre. Y la trinidad de Dios, la trinidad de los atributos de Dios, como el ser Padre, Hijo y Espíritu Santo, fueron representados en aquel Hombre, Jesucristo. Así que, ahí, Él fue la Palabra. Y Él fue el Transmisor que dijo: “El que oye Mis Palabras y cree en el que me envió tiene Vida Eterna”.

Y algún día ellos van a descubrir que tampoco están viendo ciento cincuenta millones de años luz en el espacio. Están yendo alrededor en un círculo. Así exactamente. Uds. van a descubrir, un día de estos, que cuando se van al Cielo, Uds. no salen volando a alguna otra parte. De hecho, Uds. aún están aquí mismo, sólo que en otra dimensión más rápida que ésta.

Piénsenlo. Dios, en el día de Pentecostés, esa Columna de Fuego, se separó y lenguas de fuego se asentaron sobre cada uno; Dios se separó en—se repartió entre Su pueblo. Llegamos a ser la propia Vida de Dios, en nuestro interior. Entonces morimos a las cosas del mundo y hemos resucitado con Cristo y estamos sentados en lugares celestiales, mirando atrás de donde venimos. Basta con que pudiéramos pensarlo.

Y deja escapar la presión, desvanece la presión, cuando reconocemos la posición que ahora asumimos en Cristo al recibir el Espíritu Santo —la propia Vida de Dios (la palabra griega Zoe, que significa la propia Vida de Dios), habitando en Uds. Y Uds. no pueden morir más de lo que podría Dios. Somos eternos con lo eterno (amén), esperando ese glorioso momento de redención del cuerpo.

Y en este momento ya estamos muertos y nuestras vidas están escondidas en Dios por medio de Cristo y selladas por el Espíritu Santo. El diablo queda completamente al margen. Y cuando nos reunimos así en lugares celestiales con Cristo, en Él, entonces sin duda alguna podemos dejar escapar la presión.

Esta mujer enferma acostada aquí: Yo puedo orar una oración de fe, y ella será sanada. Eso es algo grande. Eso es lo que Él estaba haciendo allá. “Pero” dijo: “mayores que estas haréis. Yo les voy a dar Poder, no sólo para resucitarle a él por un tiempo, sino para darle Vida Eterna, que será Eterno, para siempre”. Gente desventurada, pobre, ciega, ¿cómo no captan eso? ¿No ven Uds. lo que es la cosa “mayor?”. Eso es lo más grande que pudiera suceder, impartir Vida Eterna a la gente. ¿Qué es Vida Eterna? La Vida que Él vivió. La Vida que estaba en Él; impartirles eso a otros. ¿Puede un hombre hacer eso? Un hijo de Dios sí puede.

“Y los muertos en Cristo resucitarán primero. Y nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos transformados”. Estaremos parados, y sentiremos un cambio suceder: las canas se irán, las arrugas desaparecerán, seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos. Y nos encontraremos con nuestros amados primero: “Allí está mamá, papá, allí está mi amigo. ¡Oh, aleluya, estamos listos!” Y luego, “juntamente con los que estaban muertos”, dice la Escritura, “seremos arrebatados en el aire para recibir al Señor”. El orden de la Venida. ¡Oh, el poder ver a ese anciano de mi padre! ¡Oh, hermano! Ver a esos amados que murieron allá en la Fe, encontrarlos. Ver la dulzura de Dios, sabiendo que si lo encontráramos a Él primero nos preguntaríamos: “¿Estaba mamá en él? ¿Lo—lo logró mamá después de todo? Hemos predicado tan duro, nos—nos esforzamos. ¿Está ella aquí? ¿Está tío el Joé aquí? ¿Está—está el hermano aquí? ¿Está Fulano de tal?” ¿Ven? “Señor, te amamos, te amamos, pero...” ¡Primero nos vamos a encontrar el uno al otro! ¡Oh—oh—oh! No tendremos esa duda, todos estamos allí. Con razón se pusieron de pie y dijeron: “Amén, gloria, y sabiduría, y honra, y poder, y fortaleza”.

Ahora, recuerden, el diablo toma bastante de la Palabra, casi el noventa y nueve por ciento de Ella y nueve decimos del último por ciento. Noventa y nueve por ciento de Ella y nueve decimos La muestra perfectamente, pero entonces salta de aquí, y en ese punto es donde allí causa la muerte. Eso allí es lo que hace romper la cadena de todo el centro, y uno allí se desploma. ¡Es de toda Palabra! ¿Qué dijo Jesús? “El hombre no vivirá solamente de pan, sino ¡de toda Palabra!”. No vivirá el hombre por medio de unas cuantas de las Palabras de Dios, no vivirá por noventa y nueve y punto nueve por ciento de la Palabra de Dios. Sino de toda Palabra que procede de la boca de Dios, de eso es que el hombre vivirá.