A veces Dios nos derriba para que nos acerquemos a Él y lo apreciemos como debemos; lo experimenté en mi vida. Hermanos y hermanas, el diablo siempre está al ataque: cuando uno se despierta, a lo largo del día, durante toda la noche y hasta en los sueños.
El diablo me atacó de muchas formas. Me afligía mucho y yo clamaba y clamaba a Dios, pero no parecía recibir respuesta.
Con frecuencia, le oraba a Dios por ciertos asuntos, pero parecía que toda la esperanza se había perdido y no tenía sentido pedir. Pero Dios no se manifiesta en lo grande; sencillamente podría darle a uno un versículo de la Biblia que puede transformarle la vida y acercarlo a uno a Él.
Siempre leo mi Biblia antes de acostarme, pero esta noche mientras leía susurré las palabras: “Señor, sé que me amas y to te amo a Ti” y la abrí en Oseas 14:5.
5 Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.
Supe que Dios estaba hablándome porque me llamo Lily (‘lirio’). ¡Oh!, ¡vaya!, gocé un jubileo. Sentí que se aliviaron mis cargas.
Recordé lo que frecuentemente dice el Hermano Branham sobre el lirio, que tiene que trabajar día y noche para desplegar su belleza. Me di cuenta de que así es la jornada de un Cristiano. Hay que pasar por aguas lodosas y pruebas ardientes para acercarse mucho más a Dios y uno desplegar los frutos y la belleza.
No soy perfecta; ninguno de nosotros lo es. El diablo siempre nos resaltará nuestras imperfecciones, pero, como dijo el Hermano Joseph, díganle al diablo: “Yo soy una paradoja”.
La Hermana Lily
Australia