24/08/2017
Alientos

La vida está llena de altibajos. Todo Cristiano genuino sabe que nos espera una gran recompensa en el otro lado, y siempre deberíamos considerar el gozo de nuestra salvación como lo principal; pero a veces el enemigo parece tan imponente que todo lo bueno del mundo queda oculto tras su sombra de confusión. Durante esos momentos, nuestro Señor Jesús quizás no abra el mar Rojo o hable desde una zarza ardiente; pero Él sabe exactamente lo que necesitamos cuando lo necesitamos. Esta hermana testifica que el Señor le envió los ánimos que necesitaba. ¿Cómo lo hizo? Como suele hacerlo: enviándonos Su Palabra.

Esta hermana recibió ese pequeño impulso alentador en un lugar donde con toda seguridad podemos hallar el consuelo que necesitamos: Su Palabra.

A veces Dios nos derriba para que nos acerquemos a Él y lo apreciemos como debemos; lo experimenté en mi vida. Hermanos y hermanas, el diablo siempre está al ataque: cuando uno se despierta, a lo largo del día, durante toda la noche y hasta en los sueños.

El diablo me atacó de muchas formas. Me afligía mucho y yo clamaba y clamaba a Dios, pero no parecía recibir respuesta.

Con frecuencia, le oraba a Dios por ciertos asuntos, pero parecía que toda la esperanza se había perdido y no tenía sentido pedir. Pero Dios no se manifiesta en lo grande; sencillamente podría darle a uno un versículo de la Biblia que puede transformarle la vida y acercarlo a uno a Él.

Siempre leo mi Biblia antes de acostarme, pero esta noche mientras leía susurré las palabras: “Señor, sé que me amas y to te amo a Ti” y la abrí en Oseas 14:5.

5 Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.

Oseas 14:5

Supe que Dios estaba hablándome porque me llamo Lily (‘lirio’). ¡Oh!, ¡vaya!, gocé un jubileo. Sentí que se aliviaron mis cargas.

Recordé lo que frecuentemente dice el Hermano Branham sobre el lirio, que tiene que trabajar día y noche para desplegar su belleza. Me di cuenta de que así es la jornada de un Cristiano. Hay que pasar por aguas lodosas y pruebas ardientes para acercarse mucho más a Dios y uno desplegar los frutos y la belleza.

No soy perfecta; ninguno de nosotros lo es. El diablo siempre nos resaltará nuestras imperfecciones, pero, como dijo el Hermano Joseph, díganle al diablo: “Yo soy una paradoja”.

La Hermana Lily

Australia