23/08/2017
Aplicando la Palabra

Y si la iglesia dice que el Espíritu de Cristo habita en ellos, entonces Cristo hará las obras en Su iglesia que hizo cuando estaba aquí en la tierra; pues Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos.

Compañerismo (58-0813)

La Biblia está llena de testimonios. Todos hemos leído las historias de la viuda y la tinaja de harina; Gedeón y el vellón; y Jesús cuando les dijo a los fariseos que arrojaran la primera piedra. Estas historias bíblicas no están registradas solamente como datos históricos, sino que se deben aplicar a nuestra vida en esta época moderna. Lo mismo ocurre con el Mensaje del Hermano Branham.

A este hermano hindú le robaron una pertenencia muy preciada. Él recordó un testimonio del Hermano Branham concerniente al robo de un carro y lo aplicó a su vida. ¿Cuál fue el resultado? ¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos!

Me gustaría compartir un testimonio. El mes pasado, recibí una tableta Agapao (edición Hero) de parte de la oficina de VGR de la India. Me servía mucho, pues la colocábamos en el púlpito para escuchar los sermones en nuestra iglesia. Nos facilita mucho escuchar el Mensaje de la hora en nuestro idioma local.

Para colocar el mensaje del servicio del miércoles en la iglesia, estudié el sermón El hombre interior (53-1212) en la tableta. Cuando nos disponíamos a ir a la iglesia, me di cuenta de que la tableta había desaparecido. La buscamos por toda la casa. Alguien se la había robado. Nos arrodillamos y pronunciamos una breve oración: “Señor, Tú eres el mismo Dios que le restauró el carro al Hermano Evans. Creemos que lo volverás a hacer por Tu Gloria”.

Nos dirigimos a la iglesia sin la tableta y escuchamos el sermón con un teléfono móvil. Cuando regresamos, vimos la tableta cerca de la puerta principal de la casa, intacta. Después identificamos a la persona que la robó, pero nuestro Señor y Salvador lo persuadió para que la devolviera.

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Así es, nuestro Todopoderoso sigue vivo y demuestra que es el mismo ayer, hoy, y por los siglos.

Ahora, déjenme decirles, hace unas semanas, hace unos días yo estaba aquí en el tabernáculo. Yo acostumbraba entrar en oración y esperar en el Señor para averiguar en dónde estaban las cosas de la gente. He encontrado automóviles de personas. El Señor me decía en donde la gente…

El Hermano Welch Evans viajó para acá y perdió su automóvil, alguien se lo había robado en Louisville. Él y el Hermano Fred Sothmann y algunos de los hermanos… Hermano Tom Simpson, creo que él los acompañaba ese día. ¿O no era Ud. Hermano Tom? Ellos llegaron a la casa, y allí estaba el Hermano Evans sin automóvil, sin ropa, todo lo que él tenía estaba en ese automóvil. Habían llegado a Miller’s para comer, y alguien se lo robó de allí.

Bien, existe en Louisville una pandilla, que se llevan estos automóviles y de allí se los llevan a Bowling Green o algún otro lugar como ése y los vuelven a pintar. Y de todas maneras, en Kentucky uno no necesita tener un título, para su automóvil, y ellos pueden cambiar esos automóviles en unos minutos y venderlos como ellos quieran.

Bien, el Señor me dio la respuesta del pequeño automóvil del Hermano Evans y de todo lo que en él tenía. Y antes que ellos llegaran a su casa, el automóvil estaba estacionado aquí afuera con medio tanque de gasolina, donde El los hizo que se regresaran de su destino a Bowling Green, y los trajo y dejaron el automóvil estacionado con todo lo que traía, no se perdió una sola cosa, únicamente la gasolina que usaron.

Dios siendo malentendido (61-0723E)

El Hermano Boaz

Kerala, India