26/08/2019
¿Sabían?

El siguiente es el último artículo de nuestra serie de hombres que iniciaron la revolución protestante.

John Knox (1513-1572)

Ministro escocés militante, teólogo, escritor y fundador de la iglesia presbiteriana de Escocia.

La iglesia católica estaba mostrando sus colores en Escocia cuando Knox era un joven. La iglesia poseía más de la mitad de los bienes inmuebles y recibía un ingreso anual dieciocho veces más alto que el de la Corona. Los obispos y los sacerdotes eran solo designados políticos, muchos de los cuales llevaban vidas inmorales en secreto.

Gracias a los viajes por mar entre Escocia y Europa, la literatura de Lutero se difundió en el país. La iglesia procuró detener el movimiento al quemar a los supuestos herejes, lo cual ayudó a consolidar la postura de un joven sacerdote católico romano llamado John Knox. Eventualmente, se convirtió al protestantismo y se volvió el escolta personal del abiertamente protestante George Wishart.

Wishart era un teólogo bien educado que enseñaba griego en una universidad prominente de Escocia. En 1538, un obispo local descubrió e investigó sus opiniones protestantes. Wishart huyó a Inglaterra y regresó a Escocia cinco años después. Recorrió el país, a pesar del riesgo constante que corría su vida, para denunciar al papado y predicar en contra de las trasgresiones de la iglesia.

El cardenal David Beaton, un sacerdote escoses inmoral que tuvo al menos diez hijos ilegítimos, arrestó a Wishart, lo estranguló y lo quemó en una estaca por sus trasgresiones contra la iglesia. En respuesta, un grupo de dieciséis protestantes asaltaron el castillo y asesinaron al cardenal. Mutilaron su cuerpo y lo colgaron en la ventana del castillo. La armada francesa (católica) sitió rápidamente el castillo debido al asesinato. Knox no sabía del complot, pero respaldó el homicidio del cardenal y, durante un cese al asedio, se escabulló en el castillo para luchar junto con los protestantes. Finalmente tomaron el castillo y enviaron a Knox a las galeras como esclavo.

Diecinueve meses después liberaron a Knox, quien pasó los siguientes cinco años en Inglaterra predicando el evangelio. Tuvo que huir a Francia cuando la católica María Tudor subió al trono. También llamada “María la Sanguinaria”, Tudor intentó brutalmente acabar con la reforma protestante y convirtió a Inglaterra al catolicismo romano. Knox finalmente logró refugiarse en Ginebra, Suiza, donde conoció por primera vez a Juan Calvino en 1554. Los dos se volvieron amigos, hasta la muerte de Calvino en 1564.

Knox viajó por toda Europa y eventualmente regresó a Escocia, donde la revolución protestante estaba en su máximo esplendor. Con frecuencia lo describen como un “militante” protestante, lo cual quiere decir que no era el predicador anticatólico más pasivo. En 1559, predicó un sermón en Perth en contra de la idolatría católica. Sus golpes en el púlpito y el volumen de su predicación eran tan poderosos que alguien de la audiencia escribió: “Me hizo estremecer y temblar tanto que no podía sostener el lápiz para escribir”. Los sermones de Knox terminaron produciendo una revuelta, en la que destruyeron imágenes, altares e iglesias católicas.

En 1560, como resultado del creciente éxito de la milicia protestante, los ingleses y los franceses acordaron dejar Escocia. Esto garantizó que el protestantismo se asentara.

Knox pasó el resto de su vida en Edinburgh, donde obtuvo el título de “predicador” y fue una de las figuras más influyentes en la creación de la denominación presbiteriana. Murió a los 58 años, al parecer de una infección respiratoria.

Los siguientes son otros datos interesantes sobre John Knox:

  1. Knox era viudo y tenía 50 años cuando desposó a una muchacha de 17 años llamada Mary Stuart. Tuvieron tres hijas.
  2. Knox tuvo cinco hijos de dos matrimonios: dos hijos del primero y tres hijas del segundo.
  3. Se le conoce como el hombre que introdujo el avivamiento protestante en Escocia.
  4. Knox consideraba que la Biblia era su única autoridad y al papa, anticristo.
  5. Knox llamó la iglesia católica “la sinagoga de Satanás” y “la bestia del Apocalipsis”.
  6. Cuando Knox visitó Ginebra, se convirtió a la doctrina calvinista. Declaró que Ginebra, la ciudad de Calvino, era “la escuela de Cristo más perfecta que había existido en la tierra desde la época de los apóstoles”.
  7. Predicó que los que no pertenecieran a su iglesia o a la de Calvino estarían malditos por la eternidad y, como eran “hijos de Satanás”, uno podía deleitarse odiándolos.
  8. Knox murió en la pobreza, heredándole muy poco a su familia.
  9. En su sepultura, el regente de escocia recién elegido declaró lo siguiente: “Quien yace aquí nunca temió a ningún hombre”.
  10. El lugar donde sepultaron a Knox fue allanado en 1633 y su tumba no se conservó. Se desconoce la ubicación exacta. Probablemente ahora se encuentra bajo un estacionamiento.
  11. A Knox se le considera el fundador de la denominación presbiteriana. No inició la organización personalmente, pero esta se basó en sus doctrinas décadas después.

Con este concluimos nuestra serie de artículos sobre los reformadores. El Hermano Branham mencionaba frecuentemente a todos estos hermanos (Lutero, Calvino, Zuinglio y Knox). La siguiente cita es de La edad de Sardis del libro Las Edades de la Iglesia:

Todos aquellos que lucharon en contra de esta iglesia anticristo, fueron destruidos. Todo aquel que se quedó con el sistema llegó a ser semejante a un peón de ajedrez en la iglesia, ya fuese campesino o rey. Sus vidas ya no les pertenecían, ni tampoco pertenecían a Cristo, sino que pertenecían en ’cuerpo, alma y espíritu’ a la iglesia de Roma. Ellos hablaban acerca de la sangre de Cristo, sin embargo, obtenían su salvación con dinero y compraban el perdón del pecado con uno de los dos: oro o penitencia. Las personas de más riquezas hallaron la situación muy formidable cuando el Papa León X les permitió comprar indulgencias por los pecados que todavía no habían cometido, y así, con libre conciencia podían planear sus terribles crímenes, para luego llevarlos a cabo, sabiendo que el mismo Papa ya les había remitido los pecados. A esta gente se le había prohibido la Palabra de Dios, por lo tanto ¿quién habría de conocer la verdad? Siendo que la verdad solamente viene de la Palabra, la gente estaba encerrada en el calabozo de la iglesia Romana, esperando la muerte y después el juicio. Pero la gran ramera, embriagada con la sangre de los mártires y sin ningún pensamiento del juicio, continuó salvajemente matando al pueblo con muerte física y espiritual.

Ahora, a fines de la cuarta edad y a principios de la quinta, la invasión a Constantinopla por los turcos causó la huida de los hombres de enseñanza del oriente hacia el occidente, los cuales se llevaron consigo los manuscritos griegos. En este tiempo, la pureza de la Palabra y las enseñanzas de los verdaderos creyentes fueron esparcidas. Y no solamente fueron de gran importancia estos maestros tan finos, sino que también fue descubierta la invención que fue la base de la imprenta moderna, facilitando así la producción de libros. Hallamos entonces que la grande hambre y la demanda que había por la Biblia, podían ser saciadas. Dios levantó a muchos hombres poderosos, entre los cuales Lutero era uno. Calvino y Zwinglio fueron otras lumbreras y además de estos, hubo muchos otros que no fueron tan notables. Sin embargo, aunque todo esto no fue en vano, la poderosa obra de Dios fue dañada por estos mismos hombres. En primer lugar, ellos NO se opusieron al matrimonio del estado con la iglesia en el Concilio de Nicea, sino que en realidad apoyaron esa unión. Dieron la bienvenida a la defensa del Evangelio por medio del estado, aunque en la Palabra no hay respaldo para tal cosa. Y aunque podemos ver “la ira del hombre alabando a Dios” en tales casos como cuando Enrique VIII se pronunció al lado de la Reforma y el rechazo de la autoridad del Papa, todavía era una cosa muy aparte de la verdad de Pentecostés y la protección de un Dios Omnipotente.