27/08/2015
Informe sobre los jóvenes de Rumania

El 13 de agosto, informamos en Últimas Noticias que ocurrieron dos accidentes graves en Rumania, en los que salieron perjudicados unos creyentes jóvenes que iban a un campamento en Sistarovat, cerca de Arad, Rumania: Camp Şiştarovăţ 2015 – Venciendo esta edad (Grabaciones la Voz de Dios ni Young Foundations patrocinaron este campamento).

De inmediato, el personal de la oficina de Rumania nos informó sobre los accidentes y fue a ver a los jóvenes afectados. El Hermano Joseph envió al Hermano Gerald Buitenkamp, de la oficina de Europa, y a los Hermanos Petru Muntean y Alin, de la oficina de Rumania, a visitarlos. Este es el último informe que nos envió el equipo de VGR. Por favor, sigan recordando a los jóvenes cuando hablen con el gran Médico.

Primera visita:

La Hermana Diana, quien tiene 23 años y vive en Bacau, una ciudad ubicada a 700 kilómetros de la oficina de VGR, se lesionó en el segundo accidente.

La visitamos el sábado por la noche en el hospital de Timisoara. Sus padres también viajaron desde el oriente del país para ver a su hija.

Aún tiene escombros incrustados en su rostro, por lo que más adelante tendrá que regresar a que los retiren; pero parece que el hospital pronto la dará de alta. En el hospital, también conocí a sus padres. Intentamos reconfortarlos y oramos con la Hermana Diana; su actitud fue muy positiva. También les aseguramos que muchos creyentes los están apoyando en oración.

Segunda visita:

Al día siguiente, visitamos al Hermano Alex, de 17 años, en el hospital de Oradea. Aún se encontraba en la sala de urgencias; por lo tanto, solo nos permitieron acompañarlo durante poco tiempo. Él estaba animado y pudimos conversar con él. Es un verdadero milagro que este hermano joven esté vivo. Los médicos comentaron que cuando llegó al hospital, poco después de sufrir el accidente, no le dieron esperanzas de sobrevivir. Lo sometieron en seguida a una cirugía pulmonar y cosieron todas las heridas de su cuerpo con puntos de sutura. Su pierna estaba gravemente herida y también la operaron.

Cuando llegamos al hospital fue asombroso ver la mejoría que experimentó en el transcurso de una semana. Pudimos conversar con él y los médicos estaban asombrados de su increíble recuperación, pues sus órganos internos habían quedado destrozados. Le realizaron nuevamente una radiografía y dijeron que era un milagro que sus órganos y sus huesos se hubieran recuperado así. Nosotros lo animamos y le dijimos que muchos hermanos están orando por ellos. Además, le compartí un testimonio similar del Mensaje, el cual me hizo sentir muy bendecido cuando lo leí, antes de venir a Rumania; se encuentra en el sermón El ciego Bartimeo (54-0402), párrafo 2.

Tercera visita:

En nuestra tercera visita fuimos al hospital de Baia Mare, ubicado en el norte del país, donde nos encontramos con el Hermano Laurentiu y sus padres. Él estaba conduciendo el vehículo cuando ocurrió el primer accidente.

Su recuperación tardará mucho más: los médicos dijeron que las lesiones cerebrales que sufrió tardarán bastante en sanar y que no pueden garantizar que se mejore por completo. Cuando le hablé en inglés, me respondió: “Dios lo bendiga”, y añadió: “Gracias por visitarme”. Considero que fue todo un milagro que contestara así y en un idioma que no es su lengua materna.

Él se sentía muy cansado, pero después de un rato quiso dar un paseo por la habitación. Lo ayudamos a levantarse y con la ayuda de la enfermera pudo caminar un poco. Verlo caminar de nuevo nos alentó mucho a nosotros y a sus padres. ¡Ese progreso fue otro milagro!

Animamos a la familia a reclamar la sanidad de su hijo y a leer esa misma cita del mensaje El ciego Bartimeo, que cuenta la historia de un muchacho que se accidentó y luego fue sanado milagrosamente. De nuevo, oramos con la familia y les dejamos saber que muchos creyentes los están apoyando en oración durante estos momentos difíciles.

Cuarta visita:

En nuestra última visita fuimos a la casa de la Hermana Alina, quien tan solo tiene 16 años. Ella ya salió del hospital y el médico le indicó que debía permanecer acostada de espaldas y guardar reposo en su casa durante un mes, debido al fuerte golpe que recibió en su cuello y su espalda. La encontré recostada en la cama usando un cuello ortopédico. Me sorprendió que hasta ahora nadie, a excepción de su familia, ha ido a visitarla.

Su mamá estaba esperándonos junto a la carretera en medio de la oscuridad, allá en las montañas norteñas de Rumania. Estacionamos el automóvil y subimos por un sendero. En el camino, recordé la ocasión en que el Hermano Branham, guiado por el Espíritu, se encontró con una dama de color (la mujer sunamita parada a la puerta de su casa) y ella lo saludó desde la puerta y lo llamó “párroco”. En cuanto la mamá de Alina nos vio llegar, las lágrimas rodaron por sus mejillas y dijo que no se sentía digna de recibirnos en su casa.

Cuando el Hermano Alin y yo llegamos, la mamá comenzó a explicarnos que viven en una casa muy pobre sin agua entubada y prácticamente sin electricidad. Tienen que cargar el agua desde un pozo cercano y reparar su humilde hogar con lo que tengan a su alcance. Tal situación parte el alma, pero al entrar a su casa solo se percibe un espíritu genuino, humilde y dulce. ¡Oh! Es inevitable conmoverse.

En cuanto entramos a la casa, sentimos la presencia del Señor en ese pequeño y humilde hogar. No pude dejar de pensar que probablemente el Hermano Branham creció en un lugar similar. La pequeña casa carecía de luz; no obstante, en su atmosfera había un espíritu dulce. Yo he visitado muchos lugares; pero, a mi alrededor, solo pude ver dos camas, mas ningún mueble: esas dos habitaciones estaban prácticamente vacías. Allí estaba un álbum desgastado de los CD del Mensaje en rumano, con la imagen de la carátula completamente desvanecida. Nos contaron que siempre que escuchan los Mensajes del Hermano Branham, sienten que una presencia pacífica visita la habitación. ¡Vaya! Ciertamente fue una gran bendición escuchar eso.

Quedamos muy conmovidos por la fe tan grande que tiene la joven. Poco después de hablar, nos pidió que oráramos con ella, pues quería dedicar de nuevo su vida a Jesucristo.

Dijo: “Yo quiero vivir conforme a cada Palabra de Dios y solamente para Él”. De verdad se notaba que ella era muy consciente de sus palabras. Todos, incluida su familia, nos arrodillamos junto a la cama y le pedimos al Señor que ella se recuperara perfectamente y que le concediera los deseos de su corazón. Se podía sentir que la presencia de Dios descendió a la habitación.

Animamos a esta hermana, tal como lo hicimos con los otros hermanos perjudicados: le dijimos que creemos en el poder de la oración y que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.

Fue difícil dejar este precioso hogar, donde nos sentimos tan bien recibidos. Así les dije: “Si el Hermano Branham tuviera la oportunidad de venir aquí, también se sentiría como en casa”.

El Hermano Gerald Buitenkamp

Oficina de Holanda de VGR