14/08/2017
El que sana todas tus dolencias

1 Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.

2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.

3 Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;

Salmos 103:1-3

Una hermana de Brasil nos envió este testimonio concerniente a su hermano. El demonio de cáncer que todos conocemos muy bien atacó a nuestro hermano, pero los santos entraron en acción y creyeron en la Palabra de Dios.

Nuestro hermano, Josías, de 16 años, es un joven muy dedicado, amoroso, alegre y divertido. Siempre está entreteniendo a alguien.

En abril, estaba jugando con su hermana, Scheron, cuando sintió un dolor muy agudo y le salieron moretones en el cuerpo. Su mamá notó que también estaba bajando de peso, pues ya no podía comer, debido a la falta de apetito y la fiebre. 

Luego de ir al médico y someterse a varios exámenes, le diagnosticaron linfomas (cáncer). Cinco ganglios linfáticos, de tres centímetros se habían aglomerado debajo de su páncreas y otro empezaba a sobresalir en su cuello.

Sus padres, sus familiares y sus amigos le pedían desesperadamente al Señor que lo sanara y liberara. ¡Las peticiones de oración se difundían entre la Novia del Señor Jesucristo! El Tabernáculo Branham junto con los hermanos Joseph y Billy Paul oraron por él. ¡Recibimos paños de oración que Josías empezó usar con frecuencia! Entonces Dios escuchó nuestras oraciones: empezó a comer y le pasó la fiebre.

La doctora le mandó más exámenes para empezar la quimioterapia y la radioterapia. En la siguiente consulta, mientras ella sostenía los resultados en la mano, comentó asombrada que no entendía qué le habíamos hecho a Josías y que de todas formas ellos no pedían explicaciones, pero que lo que sea que hicimos funcionó, pues todo se había desvanecido. ¡Hasta los granulomas que se habían formado por una neumonía anterior desaparecieron! Entonces su mamá le aclaró: “Yo sé que pasó: ¡fue obra de Dios!”.

Yo sé qué pasó: ¡fue obra de Dios!

La doctora los abrazó, los felicitó, los dio de alta y comentó que había sido una estadía muy breve, ¡lo cual no suele pasar!

En total, Josías perdió dieciocho kilogramos, ¡pero desde su sanidad ha recuperado dos!

¡Nuestro Dios es fiel y maravilloso! ¡En ese momento sintieron que sus corazones rebosaban de gozo y no tienen palabras para agradecerle a cada uno que con tanto amor nos apoyó en oración!

¡Dios los bendiga!

La Hermana Raquel C. Favero