12/08/2016
Lausana, Suiza

El siguiente artículo se publicó en la edición de septiembre de 1955 de La Voz de los Hombres de Negocio del Evangelio Completo.

LA REUNIÓN DEL HERMANO BRANHAM EN LAUSANA, SUIZA, por F. F. Bosworth 

La reunión del Hermano Branham en Lausana, Suiza, empezó el lunes, después de partir de Alemania, y se prolongó hasta el domingo. Esta hermosa ciudad está ubicada en el sur de Suiza, cerca de la frontera con Francia, y todos sus habitantes hablan francés. La fe se fue incrementando diariamente en la reunión, a medida que la verdad se presentaba por medio de un intérprete al francés. Nuestro corazón se emocionó cuando vimos a miles de esos pecadores franceses responder a las invitaciones a aceptar a Cristo.

El domingo por la tarde, después de que el Hermano Branham predicó un sermón evangélico conmovedor, tres o cuatro mil personas se pararon y aceptaron a Cristo; y esa noche, cuando los invité otra vez, luego de que el Hermano Branham oró por los enfermos, otras mil quinientas personas se pararon para recibir a Cristo.

En la tarde, tras la invitación del Hermano Branham, dos mil personas nos proporcionaron su nombre y su dirección antes de que se acabaran las tarjetas destinadas a ese fin. Los miles de asientos del enorme tabernáculo se llenaron por completo y cientos de personas se pararon adentro, además de la multitud que observaba tras la entrada. El Hermano Branham le expresó a la audiencia que nunca había presenciado tanta fe. Sus rostros irradiaban fe y ocurrieron milagros asombrosos.

Entre muchos de los que el Hermano Branham señaló, se encontraba una mujer que llevaba ocho años en cama sufriendo de tuberculosis vertebral. Él le dijo que acababa de recibir su sanidad y que se levantara; ella obedeció y caminó descalza. Al día siguiente por la mañana, salió de compras y adquirió un nuevo par de zapatos, los cuales usó esa noche, cuando subió a la plataforma para referirle a la numerosa audiencia los detalles de sus ocho años de sufrimiento y la maravillosa sanidad que recibió la noche anterior. Inmediatamente después de su sanidad, el Hermano Branham señaló a un paralítico, el cual se levantó de su cama completamente recobrado. Entonces, un hombre totalmente ciego recibió su sanidad instantáneamente mientras esperaba su turno en la línea de oración. En una reunión vespertina, unas veinte personas sanaron de sordera total, incluidos algunos que eran sordos de nacimiento y dos que les destruyeron un oído durante una cirugía radical de mastoides.

OTRO DESAYUNO DE MINISTROS

El sábado por la mañana, todos los pastores denominacionales de Lausana, incluidos los de la Iglesia estatal y muchos reporteros, se reunieron en el amplio salón de banquetes de un hotel con motivo del desayuno de ministros, al igual que los ministros hicieron en Alemania una semana antes. El Dr. Guggenbuhl se encargó del preámbulo de la asamblea, esta vez en francés. Después de que el Hermano Arganbright y yo hablamos por un momento, el Hermano Branham se dirigió a ellos e insistió en el amor y la unidad entre todas las denominaciones. Su amonestación fue tan dulce que noté que muchos ministros lloraron.

Cuando el Hermano Branham se sentó con el grupo, al frente de las dos mesas largas, que se extendían hasta otro salón, vio en una visión —así como ocurrió en California con el congresista Upshaw— todos los detalles de la vida de un convertido italiano que fue líder de treinta y un mil comunistas en su país. Este hombre, a quien el Hermano Branham nunca había visto, se encontraba sentado en la mesa próxima a las de nuestra asamblea. Cuando el Hermano Branham relató su vida y su necesidad de sanidad, él sanó instantáneamente. Mientras describía lo que el Espíritu Santo le indicaba por visión —al igual que en muchas ocasiones anteriores— una luz apareció sobre la cabeza del Hermano Branham. Tres fotografías que tomó el reportero principal mostraron la luz que se manifestó mientras describía la vida del comunista convertido. Otras 25 fotografías se tomaron después y en ninguna se vio la luz.

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Cuando el Hermano Branham terminó de hablar, se tuvo que marchar, pero todos los ministros y reporteros, que ocupaban cuatro hileras largas, hasta las 12:30 conservaron sus asientos y pasaron al frente de las mesas para formularme preguntas sobre el Evangelio y el ministerio de sanidad. Pasamos un momento celestial y todos concordaron en que la reunión y el ministerio del Hermano Branham eran de Dios y que milagros lo testificaban divinamente. Me consta que este desayuno de ministros reportará grandes resultados.

Si se escribieran los detalles de los avivamientos de Alemania y Suiza, compondrían un extenso volumen que sorprendería al mundo. Tanto Alemania como Suiza están en un momento propicio para una gran visita Divina. Instaron con empeño al Hermano Branham a regresar, lo cual él planea según la dirección del Señor. Antes de que partiéramos de Suiza, el Hermano Branham recibió muchas invitaciones de otras ciudades de Alemania, Suiza, Italia y Francia.

Nos encaminamos a casa, a partir de la ciudad de Ginebra, con escalas en Fráncfort, Alemania; Bruselas, Bélgica; Mánchester, Inglaterra; Shannon, Irlanda; y Terranova, de donde llegamos a Nueva York.

¡En verdad vivimos en el momento de preparación de un gran avivamiento mundial con vistas a la venida de nuestro Señor!

F. F. Bosworth

Y en Alemania dijeron que querían ver si podían tomar la fotografía. Y estaban allí, y organizamos un gran desayuno con los de la Reforma Neerlandesa y luteranos, y ministros de todas clases, y me estaban interrogando. Y un alemán me dijo: “¿Puedo tomar las fotografías?”, en Lausana. Una de esas cámaras grandes alemanas con rodillo. Dije: “Quizás Él lo permita. No lo sé. Él lo hizo en América, dos o tres veces”. Dije: “Quizás Él lo haga. No lo sé”. Así que… Y dije: “Si Él comienza a…”.

Dijo: “¿Puedo tomar la fotografía?”.

Dije: “¿No es con flash?”.

Él dijo: “No, señor; no es con flash. Solo es una imagen fija; no tienen que tener flash”.

Dije: “Muy bien, porque no quiero ver ningún flash y no tomen fotos mientras está en acción, pues aquello en Sí es una Luz”.

Y así que—en ese momento, Lo sentí venir; dije: “Muy bien, Señor. Aquí está Él”. Parándome, dije: “Ud. está parado ahí con ese cuello romano como un sacerdote”. Dije: “Ud. no es sacerdote; es líder de treinta y dos mil comunistas”.

Y él se cayó así sobre la plat—su mesa. Dijo: “Dios mío, tiene razón, ministro”.

Dije: “No es alemán ni tampoco suizo, sino que es Italiano”.

Dijo: “Es cierto”.

Dije: “La razón por la que no probó su desayuno es que sufre de úlceras estomacales”.

Dijo: “Dios, ten misericordia de mí”. Y allí mismo, Dios lo sanó. Esa cámara grande alemana tomó la fotografía cuanto antes. Y ese alemán se apresuró a ir a colocarlas en el ácido y sacó el resultado. Allí estaba el Espíritu Santo, la Columna de Fuego, descendiendo. Allí fue donde ungió y allí fue donde regresó. Cincuenta mil recibieron a Cristo como Salvador personal. De seguro. Él permanece igual.

Quisiéramos ver a Jesús (58-0612)