15/09/2015
Liberada

El diablo es un adversario poderoso y un enemigo astuto. Él no acostumbra acercarse como una inundación, sino que en ocasiones entra solapadamente, muy lentamente, y antes de que nos demos cuenta ha tomado control total de nuestras vidas.

Antes de que fuera demasiado tarde, esta hermana joven de Guyana se percató de las artimañas del diablo y le hizo frente. Ella pronto se dio cuenta de que su opresor se había marchado y ella fue liberada.

Hola, hermanos y hermanas en Cristo, la paz sea con ustedes: Me alegra mucho compartir mi testimonio, que, aunque parezca un poco insignificante, muestra en efecto el obrar de Dios en mi vida.

Tengo solo 18 años y ya emprendí la jornada de conocer completamente a Jesús hasta recibir el bautismo del Espíritu Santo.

Recientemente, me gradué de la escuela secundaria en Guyana. Durante los años que asistí a la escuela, estuve perdida y ciega; me aficioné a programas de televisión de ciencia ficción, fantasía y todo eso. Eso se desbordó en mi vida, me incitó a desobedecer a mis padres y me despertó mucha atracción hacia los actores de esos programas. Me había obsesionado; constantemente visitaba You Tube para mirar los últimos videos y siempre pensé que mi actitud era la de una típica adolescente. Sin embargo, en mi interior había algo que no consentía con mi comportamiento.

Empeoré a tal punto que dejé de orar e implorar perdón. También, llegué a pensar que Dios no quería escucharme; al menos, eso era lo que el diablo me decía. Me sentí sin salida. Discutía por todo y comencé a sufrir de depresión y ansiedad. Mi salud mental se fue deteriorando hasta tal grado que necesité ayuda médica. Parecía que cuanto más miraba televisión, más triste y deprimida me sentía. Aparte de todo eso, escuchaba música mundana. Mi vida era un caos; necesitaba desesperadamente a Jesús.

Cuando me gradué de la escuela, Jesús empezó a lidiar con mi vida. Yo seguía asistiendo a la iglesia, donde se predica sobre las revelaciones que nos impartió nuestro amado profeta, el Hermano Branham. Después de escuchar sobre la iniquidad y el Espíritu Santo, mi corazón se compungió. A principios de este año, me deshice de todos los programas de televisión y dejé de escuchar música mundana; mis ojos se abrieron.

Este sitio web ciertamente me ayudó, pues tenía muchas preguntas y, al escuchar los sermones del Hermano Branham, se esclarecieron. Ahora soy consciente de que el entretenimiento no es lo que se necesita. Toda mi vida, estuve sedienta por Jesús.

¡Le doy gloria a Dios por haberlo encontrado y porque ahora soy una nueva criatura en Cristo Jesús!

Dios los bendiga,

La Hermana Alecia

Guyana