Me encontraba en la casa de mi abuela cuando sufrí un fuerte ataque de asma mientras mi mamá trabajaba. Mi abuela me llevó a casa, donde me quedé con mi padrastro. Cada vez me faltaba más la respiración. Entré en pánico al no poder respirar. Mi padrastro estaba orando a Dios para que enviaran rápido una ambulancia que me recogiera. Dios intervino y permitió que la ambulancia llegara a tiempo. En el hospital, estuve inconsciente por casi tres días y el médico descartó las esperanzas de que despertara.
Los médicos entonces me remitieron a otro hospital después de observar movimiento en un dedo de mi pie. Allí, finalmente recuperé el conocimiento. Solo contaba con nueve años. Mientras recibía soporte vital, les conté a los médicos y las enfermeras que Dios me había sanado. Jugando, en un cuestionario que me pusieron, respondí sí a esta pregunta: “¿Existe cura para el asma?”, aunque en las respuestas se indicaba lo contrario. Les hice saber al médico, las enfermeras y mi mamá que esa respuesta era incorrecta y que la cura de todas las enfermedades es Dios, Quien puede sanar lo que sea. Mi fe pudo sacarme de ese hospital y ahora me he librado de ese demonio de asma.
Puedo correr sin NINGUN problema respiratorio. Pronto cumpliré 15 años. Creo que la razón por la que sigo aquí es que se me necesita en la obra de Dios en la tierra.
El Hermano Joshua Stephens
Estados Unidos