El año pasado, en el 2017, a mi mamá le diagnosticaron linfoma difuso no hodgkiniano de grado 5. Se trata de uno de los tipos de linfomas más agresivos y el pronóstico era muy desolador.
Todo lo que esta encerrado en un círculo es cáncer.
Mi mamá tiene 72 años y nunca había aceptado el Mensaje ni asistido a la iglesia durante años. En el 2001, perdí a mi papá, por tanto, conocía el dolor y el trauma de perder un padre; así que me dispuse a orar.
Oré con todo mi corazón para que el Señor me permitiera saber si perdería a mi mamá o se recuperaría. Yo sé que Él sana, pero necesitaba saber si era Su voluntad.
Cada vez que oraba, me llenaba una paz muy dulce y sentía en mi corazón que el Señor iba a sanar a mi mamá. No quería equivocarme, por lo que oré más y esa misma paz siempre me inundó. Entonces, supe exactamente mi postura.
En julio del 2017, mi mamá empezó su tratamiento en el Centro de Tratamiento para el Cáncer de América en Newnan, Georgia. Le comenté a mi mamá y a todos mis hermanos —que tampoco son creyentes— que Jesucristo la sanaría y que no moriría.
Hasta les dije que arriesgaba todo lo que había defendido y creído en los últimos 20 años a que mi mamá se recuperaría. Todos me miraron como si estuviera loca. Ellos nunca habían creído en el Hermano Branham y, en muchas ocasiones, tuve que soportar persecución de parte de ellos por causa de mi postura y por seguir al Señor.
Bueno, la primera quimioterapia casi mata a mi mamá. Permaneció una semana en cuidados intensivos y su sangre estaba tan debilitada que parecía agua.
A pesar de que a diario le proporcionaban trasfusiones de sangre, vitaminas y minerales, nada surtía efecto. Debo confesar que me dirigí al Señor en oración: “Señor, me arriesgué al declarar que mamá sanaría y su situación está muy grave”. Pero siempre volvía a sentir esa paz y sabía que Dios tenía que honrar la fe en Su Palabra.
Me mantuve diciéndole a todos que el Señor la sanaría y que ella sería un testimonio viviente y caminando, de la gracia y el poder de sanidad de Jesucristo.
Al principio, mamá ni siquiera me creyó; sin embargo, me mantuve animándola y hablándole del Señor. Le dije que la tierra y el sol se desintegrarían si ella no sanaba, pues Dios no podía mentir y, si ella solo creía, viviría.
Bueno, al cabo de una semana en cuidados intensivos, se recuperó; no obstante, el medico dijo que no era una buena noticia, ya que no pudo tratarla con la quimioterapia que necesitaba. Dijo que haría lo que pudiera para ayudarla. Pensé: “¡Será un testimonio más grandioso! ¡Dios no compartirá Su gloria con nadie!”.
Luego del siguiente tratamiento, el médico realizó otra tomografía y le dijo a mamá: “En mi opinión, ¡usted ha entrado completamente en estado de remisión!”. Este médico estudió en la Universidad Duke. Estaba gozoso y asombrado, tanto como mamá y el esposo de ella.
Con esta tomografía, el médico determinó que estaba totalmente en remisión. Enfatizó que este examen es muy sensible, pues señala detalles insignificantes, aun cuando no se tiene cáncer.
Su última tomografía: todo está completamente normal
Mi mamá lleva un año sin cáncer y, en enero del 2018, se bautizó en el Nombre de Jesucristo y ahora asiste a una iglesia del Mensaje.
Estoy tan agradecida de aun tener a mi mamá y de ver cómo el Señor la transforma diariamente. Ella se conmueve fácilmente y solo llora y alaba al Señor con todo su corazón. Hasta sus amigos de toda la vida le comentan que se ve distinta.
El Señor aun obra milagros ante todos los incrédulos y burladores. ¡Mi Señor Jesucristo es poderoso en batalla! Si Él lo hizo por mi y por mi madre, lo hará por cualquiera.
La Hermana Karen
Estados Unidos