20/09/2019
Una alabanza y una oración

A veces recibimos un correo electrónico que conmueve nuestro corazón de una manera especial. Creemos que este los conmoverá también.

Nunca supe quién era el Hermano Branham y empecé a escuchar sus mensajes en mayo del 2017. Básicamente, estaba buscando respuestas de por qué estamos aquí, qué está sucediendo y a dónde vamos. Me crie como miembro de la convención Bautista del Sur y me convertí al catolicismo cuando crecí, pero siempre supe que algo andaba mal y no encontraba la verdad.

En julio del 2017, el Señor me sanó de un problema de la tiroides y expulsó de mí un espíritu de depresión. Además, estaba ciego y sordo espiritualmente; mi condición era terrible, pero el Señor escuchó mi clamor, me encontró y se reveló ante mí, y yo le creí.

Estoy sumamente agradecido. Gracias, Jesús. La mejor forma de describir lo que el Hermano Branham hizo por mí fue que me puso en su honda y me lanzó hacia Jesús. Puedo oírlo decir: “Aquí tienes a otro, Señor”. El Hermano Branham me dirigió directamente al Padre y apuntó perfectamente. Alineó la mira a la perfección, completamente en el centro del blanco, sin ningún milímetro de falla.

Vaya, amo al Hermano Branham. Gracias Jesús. Me siento como la reina de Saba cuando vino a investigar al rey Salomón. He hallado respuestas a todas mis preguntas, he sido curado de muchas aflicciones, librado de espíritus malignos y el Señor me ha concedido muchas otras bendiciones y continúa haciéndolo.

He aprendido que cuando Jesús me ofrece su ayuda, es más de la que puedo imaginar. Él es tan bondadoso. Lo amo. Mis palabras jamás podrán expresar cuánto amo, agradezco y aprecio al Hermano Branham por ser un siervo de Dios tan fiel, y por toda su devoción, amor y sacrificios para traerme nuevamente al Padre.

Hoy no estaría aquí si no hubiera descubierto los mensajes del Hermano Branham. Meditar en mi antigua situación me da escalofríos y pensar que podría seguir en esa condición es aterrador. Entender y tener la certeza de dónde estaba, en dónde estoy y a dónde voy me llena de paz, la paz que he deseado, necesitado y buscado durante treinta y cinco años. ¡Qué descanso! ¡Gracias, Jesús!

Gracias Jesús por enviarnos a un profeta en lugar de castigar la tierra con maldición. En mi opinión, escogiste a la persona perfecta para ser Tu profeta. Sé que lo amas mucho y entiendo por qué. Él es absolutamente precioso. Y es maravilloso y asombroso que podamos oír la voz de nuestro profeta. Como mencioné, todo lo que procede de Ti es muchísimo mejor de lo que puedo esperar. Por favor, bendice Tu Mensaje, escucha y encuentra a otros como yo que estén clamando a Ti; guíalos a Tu Mensaje, como hiciste conmigo. Bendice al Tabernáculo Branham, a Grabaciones la Voz de Dios y a toda Tu Novia. Ayúdanos, Señor.

En Tu dulce y precioso Nombre, Jesucristo. En el Nombre de Jesucristo.

Oro con gratitud, humildad, amor y respeto, amén.