Esta mañana estábamos escuchando una cinta y oí al Hermano Ben Bryant gritando y alabando al Señor, lo que me recordó una experiencia que tuve con él hace varios años, en 1963.
Mi papá era ministro del Mensaje y amigo del Hermano Ben Bryant. Él vino con su esposa a visitar a mis papas. Yo tenía como dieciséis años en ese tiempo y no servía al Señor.
En esa época los teléfonos se suspendían en la pared, y teníamos uno en la sala y otro en la habitación. Estaba hablando por el teléfono de la habitación y el Hermano Ben usó el de la sala para hacer una llamada.
Dije: “Estoy hablando por el teléfono”. Él respondió: “¿Con quién hablo?”. Repetí más fuerte: “Estoy hablando por el teléfono”. Él volvió a decir: “¿Con quién hablo?”. Entonces grité: “¡Cuelga el teléfono!”.
Asombrosamente mi papá no se enfureció conmigo. Entonces el Hermano Ben le preguntó a mi papá: “¿Qué le pasa a ese muchacho?”. Mi papá le contestó: “Necesita al Señor desesperadamente”.
Unas semanas después, mi papá recibió una carta del Hermano Ben: “Cuando salí de tu casa, no podía dejar de pensar en tu muchacho. He estado en las montañas ayunando y orando por él, y Hermano Harrell, tengo la victoria”.
Bueno, cuando oigan al Hermano Ben gritando y alabando al Señor en la cinta, tengan por seguro que además de ser alguien ruidoso, fue valeroso y bondadoso. Ahora hay un anciano en Georgia sirviendo al Señor y creyendo en el Mensaje, por la Gracia de Dios y el amor y las oraciones del Hermano Ben. Además, sus oraciones no solo me trajeron a mí, sino también a mi novia.
No dudo que sigue gritando y clamando. Gracias a Dios por el Hermano Ben.
El Hermano Jimmy Harrell
Georgia