23/09/2019
Por Su llaga fuimos curados

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Isaías 53:5

Todos sabemos que el Señor sana mediante milagros, pero debemos recordar que también sana por medio de la medicina. Ya sea que recibamos nuestra sanidad por medio de un médico o un milagro, deberíamos atribuirle el mérito a Dios.

Tengo veintidós años y quiero compartir este testimonio para la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Confío en que alentará a la Novia alrededor del mundo.

Hace unos meses, sentí un dolor constante en el abdomen durante unos días. Como creí que se debía a la acidez estomacal, tomé medicamentos caseros; pero el dolor no disminuyó. Dos días después, el dolor se tornó insoportable, entonces llamamos a un médico a casa. Me examinó y descubrió que mis niveles de hemoglobina estaban muy bajos, por lo que me trasladaron rápidamente a un hospital cercano en ambulancia.

Me hicieron un examen de sangre y mi recuento de glóbulos rojos era solo de dos. En la ecografía abdominal se encontró una ruptura en un quiste ovárico. Me enviaron de urgencia al hospital principal del estado para tratarme y les dijeron a mi madre y a mi hermana, que me acompañaban, que posiblemente no llegaría con vida.

Entonces, mis hermanos y hermanas en Cristo estaban orando desesperadamente al Señor para que me dejara vivir. Normalmente uno se tarda cuarenta minutos en llegar al hospital estatal. Había una construcción en la carretera y el tráfico estaba demasiado lento en algunas zonas, por debimos tardarnos mucho más en llegar. No obstante, parecía que hubiera ángeles despejando el camino para la ambulancia y llegamos en solo veinte minutos.

En cuanto entré al hospital, me sometieron a más exámenes; entonces los médicos nos informaron que me encontraba en una condición crítica y que me debían operar inmediatamente para extraer el quiste y los fluidos tóxicos que estaban propagándose.

Como mi recuento de hemoglobina estaba tan bajo, la cirugía era demasiado riesgosa y los médicos le advirtieron a mi familia de lo peor. Sin embargo, los hermanos y hermanas que se habían reunido en el hospital y los que permanecían en casa persistieron en oración por mí. Durante toda esta prueba, solo pensé en el Señor Jesucristo y confesé constantemente que por Su llaga fui curada.

Sabía que Él me guardaría. Antes de que empezara la cirugía, mi madre se acordó de un paño de oración que habíamos recibido de Grabaciones la Voz de Dios y que estaba prendido a mi ropa. Le pidió al médico que me colocara el paño en la frente duranta la cirugía. Mi madre descansó al saber que la presencia del Señor Jesús me acompañaba en la cirugía y que Él dirigiría las manos de los médicos que me iban a operar.

La cirugía fue exitosa y el quiste se extirpó sin causar ningún daño interno en los órganos. Ya me he recuperado, estoy saludable y mis niveles de hemoglobina han vuelto a la normalidad. Agradezco a mi Señor Jesucristo por salvarme la vida.

Su hermana en Cristo,

Nairica

India